Es el último bastión latino que resiste el paso del tiempo y al proceso de gentrificación que se desarrolla en Nueva York. Su dueña María Antonia Cay es un mito viviente. El Toñita's Caribbean Social Club acaba de cumplir 50 años y lo celebró con una fiesta multitudinaria que fue desde el local hacia la calle. El bar promete seguir en pie "todo el tiempo que Dios quiera". Así lo afirma la carismática María Antonia Cay, de 85 años, conocida como Toñita. Si bien le ofrecieron hasta 9 millones de dólares, ella no piensa en vender.
"A ella no le importa el dinero. Ella gana aún más respeto de parte de la comunidad. Esa razón la hace tan especial acá en Nueva York, un lugar donde la mayoría de la gente solo busca nutrirse de dinero. Y ella tiene un kiosquito humilde en el centro de todo eso donde la gente se nutre de amor. Y es tan raro verlo que cuando la gente lo descubre es contagioso. Es bien difícil dejarlo. Y te puedo decir, he vivido aquí ya seis años y no he encontrado ningún lugar como este. Este es demasiado especial", relata ante El Observador USA el puertorriqueño Giovanni González.
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Giovanni es amigo, cliente y asistente de Toñita. Además oficia de vocero de este mítico espacio, al que visitaron Madonna, Maluma y Bad Bunny. González se crió en San Juan y llegó a Nueva York en 2018. "Como todo latino, cuando llegamos a los Estados Unidos venimos con la fuerza de guerrear, de buscar más. Y no muchos lo logran porque no es fácil. Nueva York es muy caro", recuerda el habité de Toñita.
Cuando se quedó sin trabajo, descubrió el club ubicado en el corazón de Brooklyn. "Un amigo me había hablado de ella. Y más allá de ser un lugar donde uno puede compartir con muchos latinos aquí en Nueva York, comenzó a ser un refugio para mí", asegura ante este medio.
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En el Club las cervezas Medalla, las típicas de Puerto Rico, cuestan apenas tres dólares. La comida directamente es gratuita. El menú habitual es arroz con porotos y pollo. Toñita lo prepara en su departamento, en el piso de arriba del bar. Al atardecer, María Antonia Cay baja las ollas con la comida, y quien tenga hambre puede comer con ella. A cambio, Toñita solo pide que cada uno recoja su plato.
"Apenas entré por la puerta me sentí en Puerto Rico. Había música, vi muchos boricuas y latinos de distintos países. Saludé a Toñita y me dijo que comiera arroz con habichuelas que se negó a cobrarme. Me recordó a mi abuela en la manera en que me insistía para que fuera a comer. Ella es una abuela latina. Yo no estaba muy bien de dinero y poder comer esa comida a su lado me levantó los ánimos. Me hizo sentir en casa y no tan lejos de mis raíces", relata Giovanni con emoción.
El Club funciona como una cooperativa informal. La actitud generosa de Toñita generó, sin que ella se lo propusiera, un ejército de voluntarios que la ayuda a gestionar el local. Giovanni es el más destacado.
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El origen y la resistencia de Toñita
A Toñita le ofrecieron millones de dólares para vender el local, demolerlo y construir un edificio. Después de salir de Puerto Rico, Toñita abrió una tienda en "Los Sures", un barrio históricamente puertorriqueño de clase trabajadora en el lado sur de Williamsburg, Brooklyn. Fue en la década de 1970.
En ese momento, el vecindario estaba lidiando con la pobreza extrema, una epidemia de drogas, la violencia de pandillas y la alta criminalidad. Toñita's era originalmente un espacio exclusivo para para jugadores de béisbol del barrio.
Pero desde ese momento la zona creció, el metro cuadrado y los alquileres se dispararon, y el club social está a menos de 10 minutos de caminata de tiendas como Chanel, Hermes y Supreme.
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Madonna y Maluma en el Toñita´s, para la tapa de Rolling Stone.
Toñita ya rechazó varias ofertas de desarrolladores interesados en comprar su espacio. Esta puertorriqueña afirma que su club seguirá siendo un refugio seguro para los latinos en la ciudad. "Me han ofrecido hasta 9 millones de dólares y no pienso vender nunca", dijo Toñita.
En el bar se escucha salsa desde la máquina de discos, hay mesas de billar y dominó, y las paredes están adornadas con retratos enmarcados de Toñita y figuras de la comunidad. "Es maravilloso saber que hay un lugar como casa a la vuelta de la esquina. A veces los latinos se deprimen viviendo acá en este clima tan frío y una cultura tan diferente. Uno empieza a dudar de las razones por las que vino acá. El saber que hay un lugar cercano en el que me siento en casa es una manera instantánea de recibir energía para seguir adelante", comenta el amigo de Toñita.
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El reconocimiento a la boricua María Antonia Cay llegó al Time Square de Nueva York.
El Caribbean Social Club parece más la casa de una abuela que un bar. Abundan las fotos de Toñita junto a familiares, vecinos, amistades o celebridades que han visitado el club.
"Yo he visto gente de todo tipo entrar. He visto un vagabundo jugando dominó con un abogado, tomándose la misma cerveza de tres dólares, pasándola bien, riéndose. Al cruzar esa puerta desaparecen la ciudadanía, la edad, los estados sociales. Literalmente ahí todo el mundo es igual. Y Toñita ha creado ese ambiente que yo considero que es lo más especial de ese club y que se ha convertido en un estilo de vida", reflexiona Giovanni.
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El club cumplió 50 años el mes pasado y lo festejó a lo grande.
En los noventa, el ex alcalde Rudy Giuliani (caído en desgracia judicial en los últimos días) intentó cerrar el club. Pero la resistencia popular evitó la clausura. "Mucha gente está tratando de sacarla debido a la gentrificación. El edificio de ella es el único que no se han tocado. Pero a ella no le importa el dinero. Está en una edad donde el club la llena y la hace feliz. Es una enseñanza de vida", explica González.
El actual alcalde de Nueva York, el demócrata Eric Adams, decretó el 16 de junio el día de María Antonia Cay. Fue en homenaje a los 50 años del Club.