-Comunicador, sí, esa categoría me gusta, me es cómoda. Lo que pasa es que yo incluso descreo del nombre “periodista” o “periodismo”. Es una categoría moderna, construida, porque un cierto grupo de gente necesitó que se los reconociera como periodistas para ejercer poder y ganar plata. Es algo moderno, debe tener 200 años el periodismo. Creo que nació en la revolución francesa, con los diarios que se escribían en ese momento. Entonces a mí me incomoda que me digan periodista. Ahora, te digo una cosa, soy comunicador incluso en un asado.
-Te gusta más el diálogo que la entrevista
-Me parece que el diálogo es un estadio superior a la entrevista, el que logre dialogar tiene ganado el cielo.
-Porque en una entrevista se supone que el entrevistador debe tener una postura más anónima para darle más protagonismo al entrevistado. Vos, en tus encuentros tenés casi el mismo protagonismo del tipo que tenés enfrente.
-Preferiría que no pase eso. Ocurre que yo intento dialogar, intento conversar, y me parece que la conversación exige escuchar al otro. Y generalmente los entrevistadores no escuchan al otro, tienen las preguntas armadas en un esqueleto pero después si en el medio vos me contás qué te gusta, vamos por ahí. Hay mucho ego también en este mundo del que entrevista. y el que entrevista generalmente quiere ser la figura. No loco, si vos entrevistas a alguien, la figura y la persona a la que estás entrevistando tiene que ser la referencia. Por eso a mí me gusta dialogar, me gusta conversar. Yo con vos siento que dialogo, no siento que sea una entrevista.
- Polifonía se llama también el ciclo de entrevistas que vas a empezar en julio en El observador. Contáme de qué se trata.
-Teníamos ganas de conversar. Los medios de comunicación, en el último tiempo, conversan sobre el tema de la semana. Entonces el tema de la semana es si se prohibió el vapeo en Uruguay o el tema de la semana en Argentina es si Milei se peleó con Leo Pereyra. Entonces decidimos juntar cuatro o cinco voces en una mesa, podes ser vos, puede ser un cantante, puede ser un político y hablar de temas más trascendentes. El amor, la suerte, la envidia, la casualidad, cosas que le hayan pasado a cada uno en la vida y los hayan atravesado. De eso se trata el programa, de conversar tópicos. Si eso se logra, está perfecto. Y polifonía es porque va a haber un montón de voces donde alguien, por ejemplo, pueda creer que la casualidad existe y otros digan no, la tenés que buscar. Por ejemplo, ¿vos creés en los ángeles? Me vas a decir no, no creo en los ángeles. Bueno, yo creo en lo angelical, creo que hay seres sin consistencia física pero que tienen vibración espiritual. En este momento de vida todos estamos atravesados, casi te diría como máquinas, por conceptos que nos ponen a pensar solamente en dinero, éxito, fama, poder.
- “No pensar ni equivocado para qué si igual se vive y además corres el riesgo de que te bauticen gil”, dice el tango Las 40…
-…en esta sociedad se corre riesgo, pensando, incluso de esto, de dudar de lo angelical.
-Pero si vos te pones a pensar, y pensás mucho, probablemente no termines en creyendo en los ángeles.
-Es que además pensar es peligroso. Históricamente las sociedades primero delimitaron qué se podía pensar. Si vos pensabas por fuera de lo que la sociedad permitía pensar, podías ser quemado, encarcelado, expulsado, exiliado. Hoy la expulsión es el sello de anormal o de loco. Si yo me pongo a hablar de esto, de lo angelical, seguramente alguno va a decir que Fantino está drogado o Fantino tuvo un brote místico. Por eso es peligroso pensar por fuera de las categorías que la sociedad te permite, hay que tener mucho cuidado con lo que vas a decir y con lo que vas a pensar, es muy complicado, es dramático. Más en situaciones como la mía que de pronto soy un tipo conocido y cuando digo algo se viraliza, hay que tener cuidado con lo que decís.
-En ese sentido, uno de los temas que vas a tratar en Polifonía es sobre el mito del éxito. No sé de qué va a ir de esa charla, pero ¿es de verdad un mito el éxito? Se suele decir que ser exitoso pasa por tener una buena familia, buenos amigos, salud. Pero me parece que eso va más por el lado de la felicidad. El éxito del que te hablo es el éxito del tipo que trabaja y es popular. Ese éxito no es un mito, es tangible. Vos sos popular y estás contento con el trabajo que tenés, más allá de lo que hagas en tu vida íntima.
-Me encanta como instalás el tema y es para debatirlo, para charlarlo. Cada época ha erigido lo que es ser o no exitoso. Seguramente en la época de las cruzadas ser exitoso era ir y volver con vida a Jerusalén. En el inicio del siglo XX ser exitoso era, de pronto, tener una familia burguesamente armada, padre, hijo, ir al trabajo, volver, listo. A mí con el éxito me pasa, será por la llegada de mi chiquito de 14 meses, que se me aparece por destellos y por fuera de lo que hago y te juro por mi vista que no te vendo humo. El otro día abrimos un nuevo streaming que se llama Carnaval y estaban preocupados por las métricas, y a mí me importan tres pedos. Hace poco estuve 26 días por Europa y había destellos de éxito, no sé, estaba en la playa y estaba Beltrán jugando con un baldecito. Eso es éxito. Me tengo que hacer una cirugía, sacarme una mancha de acá y la tienen que mandar a biopsiar. Va a estar todo bien, no pasa nada. Entonces, ¿qué es éxito, boludo? O sea, que me vaya bien en Carnaval o que me vaya bien en El Observador y que después resulta que la mancha sale mal… Bueno, éxito es otra cosa, va por fuera de lo que hacemos. Yo voy a cumplir 54 años en septiembre, si mis planes van bien, si mi hoja de ruta de vida va bien, yo a los 60 no quiero estar más acá y no quiero que sepas más nada de mí, ¿ok? No es que me voy a ir a vivir a Afganistán, pero por ahí estoy viviendo en el interior, por ahí estoy viviendo en Uruguay, estoy dedicándome a otra cosa, yo no quiero toda mi vida ser conocido, estar expuesto, energéticamente te liquida, te liquida
-En este ciclo Polifonía vas a hablar con muchos uruguayos, ¿vos también te comiste el verso de que los uruguayos somos más humildes, honestos y civilizados que los argentinos?
- No, no sé si me comí el verso. Lo que sí noto, y te lo digo viniendo del otro lado, de la otra orilla, realmente acá hay un choque fuerte con respecto a la calma. Ayer me apuraron dos veces entrando al aeropuerto en Argentina, el avión salió tarde, casi se agarró uno a trompada por una valija. Y no eran uruguayos. No, no, agradecé que no están psicóticos. En Argentina estamos psicóticos, ustedes pueden estar neuróticos. Agradecé como uruguayo esta cosa que tiene de lo suavemente ondulado.
-Y no tenemos mucho más para ofrecer, lo que pasa.
-No sé, no sé si me como el verso de que ustedes son buena gente, pero yo no me he topado con un uruguayo que me haya cagado, y te lo digo mirándote a los ojos, no me cagó ningún uruguayo. Todo lo que me dijeron me lo cumplieron. Yo vengo acá desde la época de Mar de fondo, nunca me trataron mal, son educados, para mí son una sociedad superior. Literalmente te lo digo. A mí me chupa un huevo si me va bien o me va mal acá, porque el éxito pasa por otro lado en mi vida, no estoy diciendo esto para que me vean más en Polifonía. Pero son una sociedad superior, desde los valores de la calma, de la tranquilidad, de la educación, son superiores por lo menos en América Latina, lo que veo es que son superiores.
-Superiores en qué sentido? Este país nunca hubiera podido parir a un Borges. Los argentinos son más universales…
-Pero parieron a Benedetti
-Sí, un poeta menor.
-¿Menor?
-Sí, oficinesco. ¿Onetti? Un tipo que describía sobre la grisura montevideana. Acá no vas a encontrar un tipo que vea un Aleph. La cultura de la argentina, la cultura histórica argentina, no la de este momento, es muy superior a la uruguaya.
-Mirá, siempre la historia humana percibió ciudades y lugares donde la calidad de vida era superior. En su momento fue Atenas, después se había construido algo llamado Atlantis o Atlántida que no se supo nunca si existió o no. Cuando yo te hablo de una sociedad superior, es una sociedad que entiende lo que es vivir soportándose. Yo estuve en las elecciones acá, y todavía lo cuento en Argentina. Che, boludo, ¿sabés que estaban repartiendo boletas los partidos opositores uno al lado del otro? Estaban abrazados comiendo un pancho. Entonces, eso no pasa en muchos lugares. No pasa en Brasil, boludo, no pasa en Argentina, no pasa en Chile, no pasa en Perú. Prendan velas para que eso siga, son superiores como sociedad, se vive bien acá…, vos me decís la calma del cementerio, bueno venite a Argentina y psicotizate.
20250606 Entrevista a Alejandro Fantino con Leonardo Pereyra, por su nuevo ciclo Polifonía.
Foto: Inés Guimaraens
-Es verdad que los argentinos son muchos más fanáticos que nosotros. En Polifonía vas a abordar el tema de la identidad colectiva y el fanatismo de las hinchadas de fútbol. Vos que venís de ese palo, ¿lograste detectar el lugar dónde la identidad colectiva hace un clic y se convierte en fanatismo en una cancha de fútbol?
-Yo creo, es una interpretación mía, que el ser humano es un hombre o es un ser que cree. No nos diferencian muchas cosas de los animales a vos y a mí. El ser humano culturalmente cree, tiene la capacidad de creer, no pudimos vivir sin crear dioses, el fútbol entronca con eso, hay una cuestión teológica que entronca con la parte más primitiva del ser humano en la creencia. El fútbol tiene un condimento religioso, se mata por religión y se mata por el fútbol.
-Y cómo te llevás con la pasión futbolera, ¿se te apaciguó con los años?
-No es que se me apaciguó, se me fue.
-Otro asunto que vas a abordar en el programa de El Observador es el del yo digital y la persona real, ¿es posible hoy escaparse del hecho de construir un yo virtual? ¿es posible no desdoblarse?
-Es durísimo, para mí es el gran desafío que tenemos hoy. ¿Quién sos vos? ¿Sos el de Instagram o sos vos? Porque de última, vos y yo podemos manejarlo, pero una criatura de 14 meses como mi hijo ¿qué vida va a tener? ¿cómo haces para decirle no entres al mundo de pantallas y no entres al mundo de redes sociales? Sí creo que hay que aprender a convivir con el yo de redes sociales. El otro día leía un pensador que te lo recomiendo, un filósofo italiano que llama Bifo Berardi, el tipo dice que hay un inconsciente personal, que es el inconsciente freudiano que todos conocemos, hay un inconsciente colectivo que es el inconsciente junguiano. Y hay un tercer inconsciente que es el de redes sociales. Dice que ahora las redes sociales han producido un lugar nuevo, inconsciente, que está lo reprimido ahí adentro y que sale. Así como a vos te sale freudianamente hablando en un sueño, en un lapsus, en un chiste, sale la mugre de las sociedades en un inconsciente social de redes sociales. Por eso yo no me asomo mucho ahí, yo tengo 3 millones de seguidores en X, pero no tengo la clave. Yo hace cuatro años no entro en mi cuenta de X.
Asomarte a un inconsciente es muy fuerte, es muy duro, ¿cómo te asomas a un inconsciente? Imagináte si a mí me dijeran que tengo la posibilidad de abrir mi inconsciente… no entro ahí, es difícil.
Capaz que vos en este momento tenés ganas de decirme algo y lo reprimís. Pero en redes , detrás de un avatar que no sos vos, que podría llamar “elborgesdedurazno@”, me ponen “Fantino la puta que te parió, rata, lacra, que venís a Uruguay a hacer plata acá, la concha de tu madre, desaparecé, basura”. A mí no me gusta eso ,prefiero evitarlo.
- Hablando de reprimir. En Polifonía vas a tratar el tema de la cultura de la cancelación. Vos, ¿en qué te reprimís? ¿en qué tenés miedo de ser cancelado? ¿cuáles son los temas en los que no te metés?
-Toda época te permite decir y ver lo que la época quiere que veas y digas. A ver, nunca me metería con cuestiones raciales porque además no lo siento, no siento meterme en eso, nunca me metería con cuestiones sexuales porque tampoco me interesa, así que yo no corro riesgo de ser cancelado porque mi pensamiento no es extremo. A mí me dicen “Fantibio” los libertarios. “Fantibio”, imaginate. Sí creo que la cancelación es una forma de destierro, cada época tuvo una forma de cancelación, los griegos te desterraban. Bueno, cuando Baruch Spinoza plantea que todo era Dios, plantea su teoría panteísta, fue un desafío a la iglesia católica, incluso un desafío al judaísmo, porque Baruch era judío, y al tipo lo excomulgan, lo echan, nadie le podía hablar y nadie le podía pasar a menos de 30 centímetros del cuerpo. Y se queda en Amsterdam puliendo lentes, y el tipo era un héroe del pensamiento. Bueno, toda época tuvo su cancelación, siempre. Toda época tuvo su cancelación.