El fin del submarino argentino ARA San Juan fue lento y agónico, según las primeras conclusiones de la comisión investigadora ad honoren integrada por expertos que trabajan en el ámbito del Ministerio de Defensa. La Nación accedió a un borrador del informe que se entregará a fin de abril, en el que se realiza una descripción detallada de los últimos momentos de la nave en la que murieron 44 tripulantes.
En ese boceto se delinea lo que habría sucedido antes de que el submarino explotara; se estima que el problema comenzó con un incendio en el tanque de baterías ubicado en la proa, provocado por el ingreso de agua a través del snorkel.
En ese momento, el 14 de noviembre, había una gran tormenta y el submarino debió salir a la superficie para apagar el incendio. Según el informe, sacar el humo y el hidrógeno podría haber llevado horas, en medio de la oscuridad y del clima complicado. Los expertos creen que luego que se pudo controlar la situación, la nave volvió a sumergirse con el objetivo de dirigirse hacia la base naval de Mar del Plata, para terminar allí las reparaciones necesarias.
Pero, siguiendo el razonamiento que se traduce en el informe, el incendio debió reavivarse o se produjo uno nuevo, y esta vez el descontrol hizo que se perdiera el "sistema de gobierno" del submarino, que terminó en el fondo del mar.
La Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus sigla en inglés) detectó una "anomalía hidroacústica" el 15 de noviembre del año pasado, que más que en una explosión fue en realidad una implosión, concluyen los expertos argentinos.
La comisión que trabaja en el ámbito del Ministerio de Defensa está integrada por los contraalmirantes Adolfo Trama y Alejandro Kenny y el capitán de navío Jorge Bergallo; este último es el padre de Jorge Ignacio Bergallo, uno de los 44 tripulantes del ARA San Juan.
En primer lugar la comisión llegó a la conclusión de que el submarino estaba en buenas condiciones para navegar y que no presentó fallas ni cuando salió al mar en julio ni en los 20 días de misión que antecedieron a su final, el 15 de noviembre. De esta manera se descarta la posibilidad de que la causa del accidente hayan sido problemas de mantenimiento.
También descartaron otras posibilidades como que haya sido chocado por otro barco cuando estaba en la superficie (en ese caso se hubiera hundido la otra nave y habrían aparecido restos en la superficie), o que haya recibido un torpedo de otro navío atacante. Consideraron que no hay base para pensar que había un submarino inglés en la zona, en relación a la denuncia que realizaron familiares de los tripulantes.
Analizaron además las comunicaciones y llegaron a la conclusión de que si el ARA San Juan hubiera estado en situación crítica y con necesidad de comunicarse, podría haber utilizado las frecuencias de emergencia que tienen todos los barcos. Pero eso no sucedió.
Este informe técnico no forma parte de la causa judicial que se lleva adelante sobre el caso que conmocionó al país en noviembre. Según destaca La Nación, ninguno de los expertos fueron consultados por la Justicia.
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