Economía y Empresas > ENTREVISTA/JAVIER MITNIK

"Los uruguayos cambian sus muebles cada vez más seguido"

A 20 años de haber comenzado el negocio de la importación de muebles en kit, el director de Satec apunta al diseño y la arquitectura
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21 de junio de 2018 a las 05:00
Genoveva Malcuori
Especial para El Observador

Luego de estudiar finanzas en EEUU hace más de 20 años, Javier Mitnik se desempeñó en el ámbito bancario, donde se dio cuenta de que no era lo suyo porque era un mundo "un poco frío". También obtuvo experiencia en el sector textil. Su padre era dueño de una empresa del rubro, y trabajó con él durante un tiempo. Asegura que de su padre heredó la cultura del negocio y el emprendedurismo.

En un momento se dio cuenta de que quería hacer "algo distinto" y estando de viaje por Buenos Aires vio que los supermercados vendían muebles desarmados en caja, cosa que todavía era poco común en Uruguay. Fue así que se contactó con los proveedores de la vecina orilla y hace 20 años fundó Satec, que abastece de muebles a grandes superficies y mueblerías.

Con el paso del tiempo, Mitnik y su equipo de trabajo apuntaron a la calidad de los productos importados, viajando a nuevos destinos para conseguir mercadería diferente. En algún momento intentaron abastecerse con muebles nacionales y contactaron a carpinteros locales, pero "acá no están organizados industrialmente como para atender la venta de volumen", según explicó.

Desde hace un tiempo la apuesta de Satec es abastecer no solo a las mueblerías o a las grandes superficies sino también directamente a arquitectos y diseñadores para sus proyectos particulares o corporativos. Esto es algo que viene haciendo desde 2007, cuando abrió en Punta del Este un local de diseño de venta directa al público bajo la firma Ai Haus Design.

Cuando empezó a importar muebles para vender en las grandes superficies la competencia era prácticamente nula. ¿Qué pasó después?
Surgieron y se fueron quedando muchísimos importadores. Nosotros comenzamos vendiendo un mueble diferente. La empresa apuntó a la calidad, no al mueble de volumen que encontrás en General Flores o en 8 de Octubre. Intentamos tener algo diferente, aunque fuese la terminación, la guarda o la moldura. Generalmente el mueble barato venía de Brasil y nosotros lo traíamos de Argentina, donde la terminación era diferente.

Además, nuestro modelo logístico era muy bueno para los supermercados porque vendían únicamente a través de una foto o una muestra y nosotros hacíamos toda la parte de coordinación de la entrega con el cliente final. Lo único que tenía que hacer el supermercado era mostrar el producto y enviarnos la copia del envío. Ese servicio nos diferenció del resto.

¿Cómo son sus clientes?
A medida que pasa el tiempo, con las redes, donde hay abundancia de información y hay plataformas donde lo tenés todo, la gente se vuelve más exigente y compara muchísimo más.

¿Y el cliente está dispuesto a pagar?
Depende. Está dispuesto a pagar si tiene un buen servicio. Eso es lo que entendimos. Por eso intentamos diferenciarnos en producto y en servicio, tanto en el de venta como en el de posventa. Con nuestros productos buscamos promover un lujo accesible; intentamos comprar un mueble lindo pero no cobrar un disparate y que el mercado uruguayo pueda comprarlo.

Como emprendedor ¿qué obstáculos ha encontrado en 20 años?
A nivel económico, unos cuantos, dado que estamos en una economía muy cíclica y que somos importadores y dependemos mucho de la evolución del dólar. A nivel personal, me fundí, como le pasó a tanta gente en 2002 con el tema del dólar. Y luego repunté, no fue difícil porque aprendí mucho. Porque caí bastante profundo. Estaba ese afán de vender más, más y más, y empecé a dar crédito, crédito y crédito a gente que no tenía que haberle dado y unos cuantos dieron concordato y yo entré en esa canastita. Y ahí tuve que vender hasta mi casa, que me había costado tanto comprarla. Pero a partir de ahí aprendí la lección y al día de hoy la recuerdo.
Otros obstáculos no he tenido. La economía se abrió más a la importación y eso nos favoreció mucho.

¿Cómo siente que son tratados por el Estado los empresarios en Uruguay?
Creo que no nos dan mucha bolilla, aunque yo no integro ninguna asociación, ninguna cámara ni nada. Pero sí los impuestos son cada vez mayores; desde que arranqué tengo un socio que es el Estado, que gana más que yo. Sé que en los países industrializados del mundo es así, pero por lo menos se distribuye o ves que realmente tu dinero se emplea de una manera útil, acá no lo veo así. Sin embargo, continué en este mercado porque a pesar de todo, para ser chiquitito, es un mercado muy consumidor de muebles.

¿Cada cuánto cambian los muebles los uruguayos?
Cada vez más. Un colchón antes valía US$ 2.000 y hoy podés cambiarlo por US$ 500. Es cada vez de menor calidad, por eso la gente lo cambia más seguido. Lo mismo con un mueble. Hoy la oferta es tan grande que los precios son muy bajos y una persona cada dos o tres años cambia, por ejemplo, el sillón. Hoy no tenés un mueble más de dos, tres, cuatro o cinco años. No es porque no te dure. Puede ser que te dure pero, si te aburrís, tenés la posibilidad de comprar uno nuevo. Antes comprar un sillón era carísimo.

Recientemente la empresa inauguró la ampliación del showroom. ¿Con qué propósito?
Es como un nuevo canal de ventas. Hoy tenemos el canal mayorista tradicional a través de las mueblerías, pero estamos perfilándonos por el lado de diseñadores y arquitectos, que es lo que más nos gusta. La venta a nivel mayorista ha bajado mucho porque hay mucha competencia debido a que la importación es cada vez más fácil.

El segmento de los decoradores y arquitectos –además de aumentar las ventas– es lo que a nosotros nos gusta. A su vez, vimos que hay una falta de empresas en el mercado que tengan un showroom con una variedad de muebles tan importante. Nosotros tenemos desde iluminación a colchones, sillones, equipamiento de oficina, en un espacio único, donde puede venir el diseñador o el decorador con su cliente y puede sentarse y probar.






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