El magnate de la construcción Marcelo Odebrecht fue colocado este martes en régimen de detención domiciliaria luego de cumplir dos años y medio de cárcel, en momentos en que surgen nuevas revelaciones sobre un escándalo de corrupción que sacude a toda América Latina.
Se esperaba que el exejecutivo se instalara por la tarde en su lujosa residencia de Sao Paulo (sudeste), de donde no podrá salir más que en contadas ocasiones y recibir un número limitado de visitas.
Apodado "el príncipe", Marcelo Odebrecht dirigió la mayor constructora de América Latina, responsable de obras en todo el mundo, desde el estadio del equipo de básquetbol Miami Heat hasta usinas hidroeléctricas en Angola.
Es nieto del fundador y tercera generación de presidentes del grupo que formó un conglomerado con actividades en otros sectores, como ingeniería, agricultura y petroquímica.
El derrumbe del grupo se inició el 19 de junio de 2015, cuando fue detenido en el marco de la Operación Lava Jato, acusado de pagar sobornos a decenas de políticos de todas las tendencias para obtener contratos en la estatal Petrobras.
Tras resistir casi dos años a una lluvia de acusaciones, el grupo acordó revelar sus delitos para suavizar las condenas y poder sobrevivir.
Las confesiones condujeron a cientos de investigaciones contra ministros, diputados y empresarios de Brasil y de otros países de América Latina.
En Perú, la investigación está a punto de provocar la destitución del presidente Pedro Pablo Kuczynksi y en Ecuador ya llevó a la cárcel al vicepresidente Jorge Glas.
En total, 77 ejecutivos y exejecutivos firmaron un acuerdo de delación premiada y relataron en detalle los engranajes de la corrupción.
Se supo así que en el seno de la firma existía un departamento dedicado exclusivamente a mover ese dinero ilegal.
Marcelo Odebrecht pudo reducir gracias a esas confesiones a 10 años su condena inicial, de más de 19 años de cárcel.
La empresa se comprometió además a pagar una multa de US$ 2.600 millones a los gobiernos de Brasil, Estados Unidos y Suiza.
En Sao Paulo, Marcelo Odebrecht será recibido por su esposa Isabela y sus tres hijas.
"Desde el momento en que decidió, como opción existencial, colaborar, Marcelo se preocupó básicamente por dos cosas: el cambio de régimen (de detención) para retornar a la convivencia familiar, y la materialización de su colaboración", dijo a la prensa su abogado, Nabor Bulhoes.
Las fiestas navideñas sin embargo no deben dar lugar a mucho jolgorio, en una familia dividida por el escándalo. Según el diario O Globo, el patriarca Emilio Odebrecht fue apenas dos veces a visitar a su hijo en la cárcel. Folha de Sao Paulo afirma además que Marcelo también se distanció de su hermana y su madre.
La madeja del gigantesco esquema de corrupción de Odebrecht parece interminable.
El Cade, ente de control de la competencia en Brasil, informó este martes que investiga dos presuntas formaciones de cártel en licitaciones de obras de infraestructura y transporte ferroviario en el estado Sao Paulo.
La pesquisa fue posibilitada gracias a las confesiones de Odebrecht, precisó el organismo.
El Cade había informado la víspera que otra gran constructora, Camargo Corrêa, confesó haber formado un "club" con al menos otros ocho grupos -entre ellos Odebrecht- para fraguar licitaciones de construcción de líneas de metro en ocho estados brasileños.
Esas prácticas se intensificaron entre 2008 y 2014, con los numerosos proyectos elaborados con vistas al Mundial 2014 de fútbol y a los Juegos Olímpicos de Rio en 2016.
Ahora, Odebrecht se plantea el desafío de sobrevivir.
En 2015, cuando estalló el escándalo, el grupo mostraba una facturación de US$ 39.111 millones y tenía una plantilla de 128.426 empleados, que actualmente son entre 75.000 y 80.000.
Odebrecht S.A. emprendió un proceso de renovación y anunció que a partir de ahora, el cargo de CEO no será ocupado por miembros de la familia.
Emilio Odebrecht anunció también la semana pasada que dejará en abril su puesto de presidente del Consejo de Administración.
Comparada con la celda de 12 m2 en la que pasó los últimos años en Curitiba, la nueva prisión será una jaula de oro: ubicada en Morumbí, uno de los barrios más ricos de la ciudad, la vivienda tiene 3.000 m2. Y una gigantesca piscina, según los periódicos.
Deberá pasar allí dos años y medio en un régimen donde podrá recibir a una quincena de personas, aparte de sus abogados. Seguirán otros cinco años de pena, la primera mitad con salidas diurnas autorizadas y los últimos dos años y medio con la obligación de permanecer en su hogar sólo durante los fines de semana.
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