Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Nacional > Entrevista a Hugo Frûhling

"Antes los pobres tenían un control social sobre su barrio y eso se perdió"

Para el experto, el combate a la delincuencia necesita que la Policía rinda cuentas de su eficacia
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04 de diciembre de 2017 a las 05:00
Hugo Frûhling es chileno, tiene un doctorado en Derecho de Harvard y tras 20 años especializándose en seguridad pública fue director del Centro de Estudios de Seguridad en la Universidad de Chile. Este criminólogo que vino a Montevideo a presentar el libro Cómo combatir el delito urbano, junto al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, está convencido de que un cambio social que se produjo entre los pobres –que hoy son menos pobres que antes– está en la base del crecimiento del delito. Aunque piensa que la participación de esa misma sociedad en el control del delito puede tener algún resultado se afilia más a la idea de ser realistas en este terreno.

Si tuviera que definir en líneas generales la situación de la región en materia de seguridad, ¿qué diría?
Hay zonas diferentes. América Central tiene serios problemas de crimen organizado, baja capacidad estatal y altos niveles de homicidio. Hay países en una posición intermedia y vienen mejorando ostensiblemente como Colombia, Ecuador y quizá Brasil. Y países donde los niveles de criminalidad son bajos, tienen una tradición institucional más fuerte pero el delito contra la propiedad ha aumentado y eso genera una fuerte preocupación ciudadana. Ahí pondría a Uruguay, Costa Rica, Chile.

Estos últimos países, con una tradición institucional fuerte, que estando en el continente más violento del mundo sus índices de criminalidad están en la media mundial, tienen a pesar de eso altos niveles de descontento ciudadano.
El análisis sobre las percepciones de la inseguridad lleva a conclusiones equívocas. Cuando vives una situación que ha venido empeorando, es probable que las percepciones de la inseguridad, sean más altos de países con más alta violencia pero donde la inseguridad ha venido mejorando. Por ejemplo, Colombia, porque la gente se compara con su propia historia y le preocupa poco lo que pasa en otros lugares.

¿Por qué ha ido empeorando?
Hay muchas hipótesis y no tengo claro por qué. Hace dos semanas en un seminario, un criminólogo argentino que analiza la situación regional decía que ha aumentado el delito, pero si miramos la situación económica en la década pasada mejoró. Entonces dice que se constituyeron mercados de la ilegalidad que lograron una recepción de bienes que ha aumentado el delito. Esos mercados ilegales, que al comienzo eran los celulares, pasaron a otros planos como la trata de personas, bienes sofisticados, loros de Galápagos; en fin, esos mercados alimentan el crimen. Esa es una explicación pero seguramente hay muchas. En Chile, hace 30 o 40 años el nivel de servicio público a los pobres era ínfimo. Los pobres emigraron a la ciudad en los años de 1940 al 1970 y creció la población de las ciudades hasta 30 veces. Esos pobres obtuvieron sus lugares para vivir por la toma ilegal de terrenos, promovidas por activistas políticos u organizaciones sociales y esas casas eran ilegales, aunque fueron consiguiendo con apoyo político que llegara luz y agua. Esos pobres, que eran mucho más pobres que los pobres de ahora, tenían un control social informal sobre la población que vivía en su barrio, en esas áreas. Si alguien cometía delito lo expulsaban.

Y eso se perdió.
Absolutamente. Esa forma de cohesión social se perdió. Primero porque los agentes movilizadores de esas poblaciones fueron debilitándose, como los partidos políticos, y apareció la droga.

Aquí la Policía anunció previamente que se iba a instalar determinado tipo de conducta delictiva si eso terminaba ocurriendo. ¿El crimen organizado se profundizará al punto de tener un día que lamentar la muerte de un juez?
No creo en la inevitabilidad del mal. En los años de 1990 se predecía que (la guerrilla maoísta peruana) Sendero Luminoso se iba a extender y a llegar a Chile. No llegó nunca. Se decía que el norte de Chile se vería afectado especialmente por los países vecinos productores de drogas, y eso tampoco pasó. No cabe duda que el delito se mueve y transforma, a veces con mayor innovación que el marco legal.

¿Y qué papel juega la comunidad sin llegar a la justicia por mano propia?
Creo que hay que ser realista. Hay un discurso del que he participado en el sentido de que la comunidad debe participar. Nada de malo con eso, pero hay que ser realista. Cuando estás viviendo en un ambiente donde el vecino puede estar cometiendo delito, no es realista pensar que el resto de la comunidad va a operar sobre eso. Lo que detectamos respecto de la participación social es que en aquellos barrios populares donde la gente siente apego, pertenencia a su barrio y tiene buena opinión de la Policía y otras instituciones, hay menos delitos que en barrios donde son igualmente pobres. Es posible que se explique en que esas personas están dispuestas a hacer cosas que en otros barrios no se da. Esa capacidad sí es importante en la lucha contra el delito.

¿Qué tiene Chile para liderar el ranking de país más seguro de la región?
Creo que eso no es lo que dicen los chilenos (risas). Los chilenos dicen desde el año 1990 que el Estado debería hacer otras cosas en materia de seguridad. En Chile las cifras del delito contra la propiedad son altas. Ciertamente en homicidios estamos mejor que el resto de la región. No creo que haya que ser complacientes. En Chile la opinión sobre la Policía era muy buena pero ahora se han descubierto casos de corrupción que nos hacen pensar que fuimos ingenuos. La corrupción es un problema pero en Chile no creo que esté vinculada a mafias.

¿Cómo evitar el delito urbano?
Diría dos cosas que están en el libro. Creo que sin instituciones fuertes que cambien, mejoren, se autocritiquen, sería arar en el mar.

¿Incluye las cárceles?
También, pero las cárceles están tan desmadradas que diría empezar por otro lado, como la Policía. Creo que allí hubo buenos resultados también en Uruguay por cosas que leí. Este programa PADO (Programa de Alta Dedicación Operativa), pero también hay nueva legislación policial, hay esfuerzos por combatir la corrupción y eso debería redundar en una mejor Policía. O sea por un lado fortalecer instituciones. Y en segundo lugar crear un accountability en el sentido de que hay una rendición de cuentas que tiene efecto.
En Chile hay programas que se evalúan mal y siguen recibiendo dinero, porque el receptor del dinero es políticamente poderoso o el costo de no entregar ese dinero es alto. La supervisión da resultados

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