¿Cómo funcionan las cabezas creativas uruguayas?
Pensar “fuera de la caja” es obligatorio en las empresas en la actualidad, que deben innovar constantemente para sobrevivir
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22 de mayo de 2019 a las 05:01
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Una niña de 6 años dibujaba en clase al fondo del salón. El maestro se acercó y le preguntó qué estaba haciendo. “Estoy dibujando a Dios”, respondió. “Pero nadie sabe cómo es Dios” contestó él, a lo que la niña le devolvió: “Bueno, se sabrá en un minuto”. Esa anécdota fue utilizada por el escritor y educador británico Ken Robinson en 2006, en una de las charlas más vistas de Tedx: Las escuelas matan la creatividad. El conferencista, que explicó por qué, a su entender, la creatividad es tan importante en la educación como la alfabetización, comentó que los niños “si no saben, hacen el intento” sin temor a equivocarse. Según Robinson, con el tiempo se va perdiendo la capacidad creativa y ganando miedo a la equivocación, uno de los mayores –si no el más grande– enemigos de la creatividad. Y así, agregó, es como se administran las empresas, “estigmatizando los errores”.
“No pretendo decir que estar equivocado sea lo mismo que ser creativo. Pero lo que sí sabemos es que si no estás dispuesto a equivocarte, no llegarás a nada original”, disparó.
A las conclusiones de Robinson adhiere el director de la incubadora Ingenio, Rafael García, quien recordó su charla en conversación con Café & Negocios.
Lo mismo piensa María Martha Passadore, directora académica de la carrera de Administración de Empresas en la UM. “Somos culpables de limitar la creatividad como sociedad. Por muchas barreras que hemos puesto desde la educación inicial hasta el nivel universitario”.
Passadore además es docente de la materia Creatividad e Innovación, obligatoria en la carrera, algo que destaca. “Un director de empresa que no sea creativo y no abrace la innovación no va a ser exitoso”, apuntó. Agregó que la globalización llevó a que empresas tradicionales vieran la innovación como una necesidad para sobrevivir. “La globalización, el estar en contacto con lo que pasa en el mundo y acercarse con todas esas novedades hace que todas las empresas compitan entre sí. Si no innovo, muero”, destacó.
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Para García de Ingenio, la falta de educación en creatividad es lo que lleva a que empresarios y ejecutivos se vean ante la necesidad de volcar recursos y esfuerzos para “salir de la caja”. “Las grandes corporaciones son muy rígidas para la innovación, entonces a veces sacan al equipo de innovación de la estructura corporativa”, apuntó.
Parte de ser innovador o de que haya una cultura de innovación en una empresa consiste en saber de antemano que existen riesgos. Ahora, ¿qué lleva a que una idea sea o no exitosa?
Actores del ámbito académico y empresarial coincidieron en que no existe una receta para que una idea sea exitosa, aunque sí herramientas para que esa probabilidad aumente. En ese sentido, Passadore agregó que la creatividad es como un músculo “que se puede ejercitar”.
Siguiendo esa línea, el director de la escuela de creativos Brother, Guillermo Giordano,señaló que cuanto más creativo se quiera ser, más se deberá “ejercitar el músculo creativo”. “Es vivir al viento, sentir en los huesos lo que pasa en la calle, conectar con la realidad”.
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Según Passadore, antes la neurociencia explicaba que si no tenías el hemisferio derecho del cerebro desarrollado, había pocas posibilidades de tener buenas ideas, y eso cambió cuando Stanford investigó y llegó al concepto de “confianza creativa”, es decir, confiar en la capacidad de crear cosas. “Necesitamos destrabar esa confianza creativa”, apuntó.
Giordano definió a las mentes creativas como aquellas principalmente curiosas: “Es una mente esponja. Es querer saber más y de todo un poco, o mucho de algo específico. Ese es el motor de nuestra capacidad para resolver problemas”.
Generar condiciones
Conectar “cosas que parecen desconectadas” es una de las claves para impulsar la generación de ideas, señaló García. Con esto se refiere, por ejemplo, a mezclar personas de distintas carreras. “Contratás ingenieros y lo que conseguís es una mejora de algo ya existente. En cambio, si mezclás un ingeniero con un arquitecto –entre otros rubros–, ahí pueden surgir cosas realmente innovadoras”, explicó.
The Electric Factory es una empresa que se cataloga como “grupo de innovación creativa” y, además de trabajar en la creación de soluciones innovadoras para sus clientes, atraviesa la innovación en la cultura de la propia empresa. Su CEO, Andrés Guarino, está convencido de que la producción de ideas, la creatividad e innovación son consecuencia de “muchos aspectos que están bastante antes de que aparezcan las ideas y la creatividad”.
En ese sentido, señaló que la compañía hace un “trabajo muy fuerte a nivel de estructura” para crear las condiciones para que las ideas emerjan.
“Uno de los aspectos fundamentales es la diversidad de habilidades y personas que se relacionan dentro de la compañía. Si nos miráramos entre iguales todo el tiempo, nos estaríamos repitiendo constantemente. Ese es un problema que han tenido sectores vinculados a la creatividad desde mi punto de vista”, agregó.
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En concreto, en THEF se apuesta a la creación de un ecosistema de empresas que trabaje de forma integrada, y en todas las áreas existen los profesionales indicados para enfrentar cada proyecto, apuntó Guarino. “Tenemos un ecosistema flexible que permite no depender de ninguna capacidad en particular”, subrayó.
Pedro Mastrangelo es desde 2013 gerente de innovación en CSI Ingenieros. Considera que lo más desafiante e importante de su cargo ha sido construir una cultura de innovación permanente,que pudiera sostenerse. “Es el trabajo más creativo, también el más difícil y desafiante”, apuntó.
Para el ejecutivo, no es casual que las incubadoras de startups lleven ese nombre. “Es fundamental el ambiente, el espacio, una cultura que habilita que todos los empleados puedan proponer ideas innovadoras. Es dar el terreno para que se siembren cosas y que se tenga el tiempo necesario. No se puede forzar y a eso apunto mucho, tiene que haber tiempo y espacio para trabajar con cierto nivel de creatividad”, señaló.
Un ambiente de innovación es uno de interacción humana, agregó Mastrangelo: “Estamos más programados a que la creatividad nazca del encuentro humano con tiempo adecuado, que son más interesantes cuando tenés visiones diferentes que se cruzan, que podés escuchar e integrar”. Sobre ese punto, Giordano de Brother agregó que se recomienda apagar el celular, ya que “es muy difícil que se te ocurra una buena idea delante de una pantalla o con gente distraída”.
Pensar como un viajero
Trabajar la creatividad con un emprendedor no es lo mismo que hacerlo en una empresa, con ejecutivos y empresarios. El CEO de InnMentor y experto en desarrollo, gestión y mentoría de la innovación, Daniel Goldman, lo explicó así: “Al emprendedor en vez de convencerlo de que tiene que innovar, tenés que convencerlo de que no es innovación a toda costa. Es hacer que sea viable en alianzas, proveedores, sinergias, que no se equivoque en lo que quiere el cliente por falta de conocimiento. Con la empresa más grande, el principal problema es que la gente está en la rutina, se aplasta, piensa para qué cambiar si funciona, si los clientes no se quejan”.
Hay dos ejercicios que Passadore de la UM recomienda para “destrabar la confianza creativa”. Uno de ellos es “pensar como un viajero”. “Cuando te vas de viaje estás más atento. La idea es que acá hagas lo mismo, notando actitudes de personas, estando más alerta, con más sensibilidad”, subrayó.
El otro ejercicio es tener “mentalidad de principiante”, algo que invita a ponerse en la cabeza de un niño, preguntando siempre hasta llegar al corazón de los asuntos. “Es una herramienta superbuena para meternos en la cabeza del usuario y entender sus necesidades”, indicó.
Por su parte, Giordano de Brother comparó el trabajar la creatividad con aprender a andar en bicicleta: “Acostumbrarnos a levantarnos cuando nos caemos. El primer proceso comienza en conocerse y aprender a tener confianza en uno mismo. El segundo es tener la convicción de que para tener una buena idea hay que haber fracasado en muchas. Luego viene la parte de empezar a ponerse en los zapatos del consumidor, empatizar, buscar tensiones y problemas y convertirlos en oportunidades para una marca”.
Para el director del Centro de Innovación y Emprendimiento (CIE) de la ORT, Enrique Topolansky, existen dos formas de innovar: una desde la oferta y otra desde la demanda. Innovar desde la oferta es, por ejemplo, idear una startup. Pero, según dijo, se baja más el riesgo cuando se innova desde la demanda. “A mí me gusta que los problemas empiecen a través de necesidades y demandas reales, y usen la creatividad y conocimiento para construir ideas que tengan sentido. No es la idea por sí sola lo que genera el proceso de innovación”, indicó Topolansky.
La Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) cuenta con un subsidio para contratar gerentes de innovación en empresas. Según su gerenta de Operaciones, Sara Goldberg, es importante que esta persona “que toma la creación de ideas como un fin en sí mismo” sea alguien “dispuesto a los sopapos”. “Le tiene que gustar que lo reten a tener nuevos desafíos, encontrar problemas y tratar de identificar potenciales soluciones; ponerse a hablar con los involucrados y que no le tenga miedo al fracaso. Porque podés armar un proyecto y que la gerencia te diga que es muy lindo, pero no tiene presupuesto. O se lleva adelante pero es tan innovador que el mercado no está a tiempo y no termina siendo exitoso”, apuntó. De todas formas, señaló que es “sumamente positivo” tener una persona “con las antenas paradas”, mirando dentro de la empresa y lo que sucede en el mercado. La ANII también cuenta con “desafíos de innovación” y programas de innovación abierta para empresas.
Dentro de la caja
Goldman también es facilitador de la metodología SIT –pensamiento sistemático inventivo–, al que define como “pensar dentro de la caja”. Se parte de la situación existente de una empresa y dónde quisieran verla sus empleados. “El proceso de innovación es cómo hacer que en un año esté ahí de verdad”. Según Goldman, este método es “el que mejor funciona” porque logra comprometer a los empleados con la innovación, además de aprovechar conocimientos internos.
El método SIT parte de que a las personas les cuesta dar un uso distinto a todo lo que tienen predefinido. A su vez, la idea vendrá de una persona que esté en la operativa diaria. Otro método que Goldman usa consiste en ver qué hacen otros, e innovar a partir de eso. De ahí pueden surgir alianzas con emprendedores pero, como contra, dijo Goldman, no se tiene a toda la empresa comprometida. Finalmente el método utilizado puede terminar siendo un híbrido.
Design thinking
Passadore explicó la metodología del design thinking en cinco etapas: empatía (contactar con sentimientos de usuarios), definición (definir problema o desafío), ideación (etapa creativa de generación de ideas para el desafío), prototipo (retroalimentación con usuarios) y testeo. Es una metodología muy usada para empresas tradicionales que buscan incorporar la innovación y cambiar mentes. “Al ser una metodología tan formal, estas empresas están abiertas a adoptarla”, añadió.
Ensayo y error
La idea de PedidosYa nació en una clase de actitud emprendedora en ORT. “Ariel (Burschtin) me dice que para una chivitería estaría bueno poner una computadora en el lugar y hacer una web donde elegir los gustos para que no hubiera errores en el pedido. Yo le digo que en una pizzería siempre me daba el teléfono ocupado, y de ahí surgió hacer un Mercado Libre de comida”, recordó uno de sus fundadores, Álvaro García. Decidieron crearla como delivery.com pero existía una empresa con ese nombre.
“Esta idea ya existía. Era loca pero tampoco tanto, porque estaba probada”, destacó García. Atribuye el éxito no solo a la idea, sino también al haber lanzado en el momento justo. “Si hubiéramos pensado esto cinco años antes, no hubiera funcionado”, comentó. Tanto a él como a uno de los socios, Ariel Burschtin, les gustaba pensar ideas de negocio discutiendo, observando y entendiendo, algo que continúan haciendo en la empresa hasta hoy. “Para innovar o tener éxito, lo básico es que haya una tendencia atrás, un mercado y un buen pienso por el lado económico, que sea sustentable, rentable y tenga potencial de negocio”.
En 2012 la consultora CPA Ferrere creó una división de innovación, CPA Innovation. El socio Bruno Gili contó que se creó tanto para los procesos de la empresa como para brindar asesoría externa. CPA Innovation tiene acuerdos con ORT e incubadoras y además trabaja en innovación abierta. El equipo está conformado por “gente con vocación para trabajar en gestión del cambio”, coordinada con otras personas de formación tecnológica, o economistas con vocación tecnológica.
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