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No todo fue malo en pandemia: los saltos que dieron la ciencia y la medicina

La epidemia obligó a dar avances rápidos en varias áreas de la ciencia y de la medicina
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28 de abril de 2021 a las 17:42

Por Sofía Gard

El coronavirus transformó al mundo entero de la noche a la mañana. Obligó a quedarse en casa, cambiar la modalidad de trabajar, estudiar, vivir y vincularse. Apareció como una enfermedad totalmente desconocida. Sin embargo, en el correr de estos meses, los científicos del mundo han tomado a la pandemia como una oportunidad para desarrollar y evolucionar en algunos aspectos puntuales. 

Sin lugar a duda, a nivel global, las vacunas de ARN mensajero son el principal punto de convergencia en el que los científicos consideran que se han hecho grandes avances. Y si bien las vacunas contra este virus específico se desarrollaron en tiempo récord, la tecnología de ARN Mensajero no fue un invento del último año.

Juan Pablo Tosar, científico e investigador asociado del Institut Pasteur de Montevideo y destacado por la revista Nature, en diálogo con El Observador explicó el proceso. Las vacunas de ARN son novedosas por su forma de actuación.

“La idea no es original, se viene manejando hace más de 40 añosHay décadas de investigación detrás de cada vacuna” declaró Tosar. Agregó: “No se hicieron en tiempo récord. La ciencia ya estaba pronta para esto". Eso fue lo que permitió que las vacunas estuviesen disponibles cuando la pandemia golpeó duro.

Entonces, ¿por qué ahora?

Tosar señaló que las empresas como Moderna y BioNTech ya venían trabajando en este tipo de desarrollos hace más de cinco años, pero se utilizaban solo en enfermedades genéticas terminales y graves desatendidas. Eso ocurrió porque los organismos reguladores, como la FDA, son reacios a permitir tecnologías nuevas, y las aprueban solamente si se demuestra que son seguras y mejores que otras alternativas preexistentes. Por esto es por lo que se eligen enfermedades que no tengan ya tratamientos. Sin embargo, suele suceder que existan pocos pacientes para ensayos clínicos que resultan demasiado costosos. 

Además, precisó que los organismos reguladores tienden a ser muy estrictos en cuanto a las vacunas, porque a diferencia del medicamento que se le da a una persona enferma, estas son preventivas y se las dan a muchas personas y sanas. Esto implica que los efectos secundarios adversos deben ser mínimos.

Tosar puntualizó que la pandemia provocó condiciones únicas, porque la emergencia sanitaria generó que “los organismos reguladores estén más abiertos a probar nuevas técnicas y la potencial demanda era mundial. La ciencia estaba pronta, ya se venia trabajando, y había un gran estimulo económico para arriesgar”. Ahora que se ha probado que son efectivas, se entiende que se va a trasladar esta técnica a otras enfermedades, como el cáncer. Aún así, Tosar se mantuvo firme: “Fue un avance, pero no fue algo milagroso, no se hizo en un año, solo había una reticencia en utilizarlo”.

Más allá de las vacunas, el presidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensivista (SUMI), Julio Pontet, destacó el “salto en la comunicación de la medicina, entre la gente y la ciencia”. Según Pontet, la gente se acostumbró y “normaliza el conocer datos de cifras de enfermos o camas de CTI, pero eso hace un año no existía”.

La aplicación CoronavirusUY, por ejemplo, se la chequea a diario sin recordar que antes era impensable algo de esa magnitud para cualquier otra enfermedad. También mencionó el avance en la velocidad con la que se maneja la información en las revistas científicas, donde “antes demoraba entre cuatro y seis meses en publicarse. Hoy se demora menos de un mes, porque es toda una vorágine”.

En esa misma línea, la epidemióloga Jacqueline Ponzo remarcó que “hay un mayor involucramiento de los ciudadanos en la ciencia, en la que se abrió un diálogo en el que se maneja terminología específica médica y epidemiológica”. Ponzo entendió también que un salto que se dio a partir de la pandemia fue el de “confluir esfuerzos de distintos tipos mundialmente, lo cual habla de las capacidades que tenemos como humanidad”. 

A nivel nacional

En Uruguay particularmente también se han dado grandes rupturas. Pontet afirmó que “la medicina intensiva ha tenido un aumento de dimensión histórico en el país”. Trasladándolo a números, antes habían alrededor de 600 camas disponibles y ahora hay 950.

José Badano, director académico del Institut Pasteur de Montevideo, recalcó que “la generación de los kits de diagnóstico han sido un avance y prueba de concepto de que Uruguay puede estar a la altura, que la gente esta preparada y las herramientas están”. 

Este hecho marcó un antes y un después en el desarrollo de la pandemia en el país porque brindó “independencia y soberanía” además de grandes ahorros para el gobierno. También se inauguró el Centro de Innovación en Vigilancia Epidemiológica (CIVE) que “como toda inversión, va a generar grandes beneficios económicos a futuro”.

Finalmente, Badano aseguró que el gran salto se originó en “el vínculo sin precedentes entre la Academia y el Ministerio de Salud Pública”. Admitió que “antes faltaba que el ministerio dijera: tenemos este problema, ayúdennos”, y que, de continuar así, se permitirán grandes desarrollos en el área.

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