Opinión > CALENTAMIENTO GLOBAL

¿Descarbonización para salvar al planeta?

No es evidente que tengamos un deber moral de dejar de usar combustibles fósiles
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13 de julio de 2020 a las 05:04

El 23/06/1988 el climatólogo estadounidense James Hansen declaró ante un comité del Senado de su país: "El calentamiento global ha alcanzado un nivel tal que podemos atribuir con un alto grado de confianza una relación de causa y efecto entre el efecto invernadero y el calentamiento observado".

El 17/01/2007, entrevistado por la red de televisión pública de los Estados Unidos (PBS), el senador demócrata Timothy Wirth reconoció dos maniobras para aumentar el impacto del testimonio de Hansen: "Llamamos a la Oficina Meteorológica y averiguamos cuál era históricamente el día más caluroso del verano… Entonces fijamos la audiencia para ese día, y bingo: fue el día más caluroso registrado en Washington, o casi… Lo que hicimos fue ir la noche antes y abrir todas las ventanas, lo admito. De modo que el aire acondicionado no estaba funcionando y por lo tanto cuando ocurrió la audiencia… hacía mucho calor".

Ese testimonio de Hansen marcó el comienzo de una ola mundial de alarmismo en torno al calentamiento global. Rápidamente se creó un consenso muy amplio sobre dos ideas: 1) el calentamiento global moderno es causado por el hombre; y 2) ese calentamiento tendrá consecuencias catastróficas. La mayoría de los científicos, políticos e intelectuales del mundo sacaron apresuradamente esas conclusiones en 1988 y sobre esa base pusieron en marcha políticas costosísimas que hoy tienen una inercia enorme. A muchos les conviene que esas políticas sigan adelante, sea cual sea la solidez de la teoría que las respalda.

Hay muchos indicios de que la génesis de la teoría del calentamiento global antropogénico catastrófico no se debió solo a una búsqueda desinteresada de la verdad científica. Consideremos, por ejemplo, una declaración del fundador del neomalthusiano Club de Roma: "En la búsqueda de un nuevo enemigo para unirnos, se nos ocurrió la idea de que la polución, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, el hambre y similares encajarían en ese rol. Todos estos peligros son causados por la intervención humana, y es sólo a través de actitudes y conducta cambiadas que ellos pueden ser vencidos. El verdadero enemigo, entonces, es la humanidad misma" (Alexander King, 1991).

A muchos les conviene que esas políticas sigan adelante, sea cual sea la solidez de la teoría que las respalda

Recordemos que en los años 70 del siglo XX hubo un alarmismo similar al actual, pero basado en la teoría de que estaba ocurriendo un enfriamiento global. Es muy notable que, aunque ambos diagnósticos (enfriamiento y calentamiento) fueron opuestos, la terapia propuesta fue en gran parte la misma: limitar la población humana.

Hoy, después de más de 30 años de alarmismo centrado en el calentamiento global, y habiendo fallado tantas predicciones de los profetas de calamidades climáticas, vale la pena replantear la gran cuestión: ¿Las emisiones humanas de CO2 son o no son la causa principal de un calentamiento global catastrófico?

Si no lo son, muchas políticas ambientalistas y energéticas caen por su base. El CO2 no es un contaminante, sino el alimento básico de las plantas, y un gas inocuo para el hombre hasta niveles muchísimo mayores que los de la atmósfera. No habría pues ningún imperativo moral que nos obligara a dejar de usar carbón, petróleo o gas natural para salvar al planeta. Todo el esquema de los créditos de carbono estaría fuera de lugar. Ciertamente la combustión de hidrocarburos contamina el aire, pero la solución a esto ya se ha alcanzado en muchas ciudades con simples medidas urbanísticas. Tratar de solucionar un problema local (la contaminación del aire en algunas ciudades) con una medida global tan drástica como la total descarbonización de la economía mundial para 2050 sería tan insensato como matar mosquitos a cañonazos.

Ciertamente la combustión de hidrocarburos contamina el aire, pero la solución a esto ya se ha alcanzado en muchas ciudades con simples medidas urbanísticas

El mantra repetido una y otra vez por los catastrofistas es: "El debate ha terminado. Es hora de actuar". Por lo general ellos se niegan a discutir sobre su teoría. Suelen ignorar, censurar o atacar personalmente a quienes la cuestionan. A veces incluso piden que sean castigados por su disenso. Esa es una actitud flagrantemente anticientífica. La ciencia nunca puede prescindir del debate, menos aún si, como en este caso, muchos científicos eminentes son más o menos escépticos con respecto a la teoría del calentamiento global antropogénico catastrófico. No pocos piensan que el clima de la Tierra es controlado por el Sol, no por el CO2, que es el 0,04 % de la atmósfera. Si los catastrofistas están equivocados y no recapacitan dañarán gravísimamente a la economía mundial sin necesidad.

Me inclino a pensar que la humanidad usará los combustibles fósiles1 mientras su uso sea más conveniente que el de las alternativas disponibles, sin destruir el planeta por ello. Las actuales técnicas de extracción aseguran la disponibilidad de petróleo por 50 años más como mínimo; y, aunque desde hace más de 70 años se pronostica el agotamiento inminente del petróleo, las reservas comprobadas crecen año tras año en vez de reducirse. Además, de aquí a 50 años probablemente aprendamos a controlar la fusión atómica. El ingenio humano es grande. El pánico es un mal consejero.

 

Otros escritos del autor en: https://danieliglesiasgrezes.wordpress.com.

1Si es que el petróleo es un combustible fósil. Muchos científicos rusos y ucranianos sostienen la teoría del origen abiogénico del petróleo, que implica que este sería muchísimo más abundante de lo que se piensa comúnmente.

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