"No por mantener la ocupación en Bella Unión, vamos a seguir produciendo combustible caro"

Gastón Scayola dijo que comenzó un plan de mejora de eficiencia productiva, pero aclaró se tendrá en cuenta el impacto social de las medidas porque es un tema "sensible" para esa zona del país

Tiempo de lectura: -'

27 de mayo de 2020 a las 05:01

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Bien dispuesto e intentando ser claro en sus repuestas. Así se comportó Gastón Scayola, presidente del directorio y gerente general de ALUR, en entrevista con El Observador. Poco rato después viajaba a Bella Unión (Artigas) para la zafra de la caña de azúcar, que comenzó el 20 de abril como estaba previsto, con los protocolos sanitarios requeridos. “Estas son semanas intensas porque se vende mucho menos combustible, por lo tanto bajaron las ventas del bioetanol que se mezcla con la nafta, y decidimos cerrar transitoriamente la planta en Paysandú que lo produce. Al mismo tiempo, estamos entrando en la zafra de azúcar, en una situación de pandemia. Son condimentos que suman a la diaria, ya de por sí compleja”, dijo al arrancar la entrevista.

Alur es 91% propiedad de Ancap y 9% de Pdvsa. Está integrada por unas 700 personas, distribuidas entre la planta de Bella Unión (donde se produce bioetanol y azúcar, en base a la caña de azúcar), la planta de Paysandú (produce bioetanol a partir de cereales) y la planta de Capurro (con su producción de biodiésel). De acuerdo a la Ley de Biocombustibles, en el país se vende gasolina y gasoil con un porcentaje de biocombustible incluido. En la nafta es el 10%, y en el gasoil 5%. La razón de ser fundamental de ALUR es la generación y venta de biocombustibles en Uruguay, pero el bioetanol es utilizado también para producir alcohol en gel y líquido, una línea de negocio marginal que se ha potenciado durante la pandemia.

¿Cómo le resulta ALUR, desde un cargo en el que lleva poco tiempo?
Asumí la posición hace unos ocho meses y tuve lo que se podría llamar una “bienvenida intensa”, porque nadie se esperaba la pandemia. Me gusta ponerle el alma al trabajo, que es lo que se requiere ahora.  Este es un año movido, con cambio de autoridades y emergencia sanitaria. En marzo, multiplicamos la producción de alcohol, y en abril, vimos la caída de la demanda de los combustibles y del etanol, lo que nos impacta muchísimo. Todo ocurre al mismo tiempo. Además, se suma la responsabilidad de atender la situación financiera de una empresa que implica a toda la economía del país. 

¿En qué situación financiera se encuentra ALUR?
En la medida en que el aislamiento ha sido la mejor forma de enfrentar la crisis sanitaria, se produjo una caída violenta de la venta de combustibles en todo el mundo. En Uruguay, el volumen de producción de Ancap cayó 50%, le empezó a faltar espacio para almacenar el combustible y las ventas de ALUR hacia ANCAP también cayeron. La situación financiera es compleja, porque el grueso del negocio de ALUR está concentrado en Ancap. Eso hizo que pensáramos en reducir los volúmenes de producción, esperando que el consumo vuelva progresivamente. Enfrentamos una situación financiera como cualquier empresa que pierde de golpe la mitad de las ventas, pero seguramente con un impacto o movimiento más pesado tratándose de Ancap.  

¿Cuánto representa esa caída del 50% en facturación?
En el caso de ALUR, vendemos 80.000 metros cúbicos de etanol anuales y estimamos que, por la crisis, pasaremos a unos 60.000 al cierre de 2020. Esa diferencia representa US$ 20 millones aproximadamente que no entrarán a ALUR, calculando que se pueda restablecer cierta normalidad en julio. Es mucho dinero. Por eso hemos tenido que tomar decisiones, entre ellas, cerrar la planta de Paysandú por dos meses, desde el 1º de junio.

¿Qué pasará con las cien personas de esa planta?
Estamos haciendo el mayor esfuerzo por evitar el seguro de paro. En junio haremos mantenimiento de la planta y en julio les daremos a todos los funcionarios la licencia que se generó en 2019. Si faltan días, usaremos la licencia que se está generando este año que, en tiempos normales, se tomaría desde el 1º de enero de 2021. Nos reunimos con el sindicato y los funcionarios, quienes entendieron perfectamente la situación. También dejamos la puerta abierta por si en el invierno hubiera algún rebrote del covid-19. Si eso ocurre, el 1º de agosto mandaríamos gente al seguro de paro. Ojalá que eso no ocurra.

Usted presentó un plan de trabajo para 2020, ¿en qué consiste y cómo va el nivel de cumplimiento?
Presentamos el plan al directorio de Ancap en noviembre de 2019 y estamos trabajando, aunque el tema del covid-19 ha distraído un poco las atenciones, como es lógico suponer, y hay lineamientos políticos de mediano plazo que todavía no se han conversado a fondo, porque el cambio de autoridades en el país es reciente. Las líneas de trabajo planteadas son, en primer lugar, mejorar a nivel de la eficiencia, ajustar procedimientos de auditoría interna y otros controles transparentes. También hay que consolidar al equipo gerencial en torno a la nueva gestión. Un foco importante del plan es mejorar los procesos en Bella Unión, buscando complementariedad con otras actividades en la zona y trabajando integradamente con los funcionarios y las asociaciones de productores. Hay que seguir reforzando vínculos para que el proceso productivo sea más barato en su conjunto.

¿A qué se refiere con buscar complementariedad con otras actividades?
Sería importante que en Bella Unión se dispusiera no solo de la actividad de la caña de azúcar, sino de otros proyectos productivos que las autoridades pudieran fomentar, a las cuales apoyar con mano de obra nuestra. Tenemos la actividad con la caña de azúcar a pleno desde el 20 de mayo a fines de noviembre, pero se necesita encontrar otras actividades para que esos trabajadores, fuera de la época de zafra, tengan fuentes laborales. Eso también ayudaría a ALUR a simplificar sus procesos. 

¿Qué otras actividades se han planteado?
Se ha manejado la idea de plantar yerba mate y cannabis con fines medicinales. Esas alternativas están a nivel de testeos apenas, en la fase de ideas. También se podrían evaluar otros proyectos para hacer más productiva a Bella Unión. 

El 28 de marzo El Observador publicó una entrevista a Alejandro Stipanicic, presidente de ANCAP, quien señaló que ALUR tiene muchos productores chicos y para nada eficientes, que llevan el promedio de la empresa para el lado de la ineficiencia. ¿Qué opina al respecto?
Primero que nada, el presidente de ANCAP es mi jefe, la autoridad política que nos da los lineamientos en cuanto a los énfasis que debemos hacer en la compañía. Todos somos conscientes de que se deben mejorar los procesos en Bella Unión, y el presidente no dice ni más ni menos que la realidad. Nuestro gran desafío es acompañar a los productores para ver qué rendimiento de caña están obteniendo por hectárea y establecer formas de trabajo más eficientes,  incluso dándoles más incentivos a quienes se alinean a procedimientos que dan mejores resultados, y desestimulando a quienes, por las condiciones naturales de sus tierras o ubicación geográfica, no están en condiciones de lograrlo. También pensamos que hay procesos que pueden ser más automatizables.

“Bella Unión podría desarrollar otras actividades productivas y no solo centrarse en la caña de azúcar, eso ayudaría a ALUR”

¿Simplificar y automatizar procesos significará menos mano de obra?
Es cierto que si no tenemos proyectos alternativos, significaría crear desocupación en Bella Unión, por eso iremos buscando soluciones de la mano con distintas autoridades y los propios productores. Bella Unión requiere una atención particular. No por mantener la ocupación en Bella Unión, vamos a seguir produciendo combustible caro, ni tampoco llegar a la eficiencia como empresa sin importar la ocupación de la gente. Este es un tema sensible. No hay que olvidar que toda la ciudad se moviliza en torno a la caña, su principal ingreso. Nuestros funcionarios involucrados en el proceso son más de 500 y hay 1.500 cortadores de caña contratados por los productores. En realidad, todos los servicios en Bella Unión entran en efervescencia, hablamos de unas 4.000 personas.

Además del nivel de eficiencia, ¿qué otras razones hacen que los combustibles de Bella Unión sean tan caros?
Que sean caros es una realidad de más de 50 años en el país. Si nos comparamos con la producción de caña de azúcar y etanol en Brasil, tenemos desventajas sustanciales. Lo que sucede es que la zafra de mayo y junio en Uruguay, se da en el período de mayor lluvia, lo que hace difícil cortar la caña con máquinas. Y cuando el cultivo tiene su máxima expresión y precisa mucha cantidad de agua, es justo verano. No poder usar máquinas en invierno y tener que regar en verano, son dos costos muy relevantes. No es casual que la producción de Bella Unión sea más cara que la brasilera, a gran escala.

¿Cómo viene la zafra de este año?
Mejor que la del año pasado, el clima ha favorecido. En 2019 la zafra fue de 360.000 toneladas de caña y este año proyectamos 410.000 toneladas aproximadamente. Siempre en una superficie de unas 6.800 hectáreas, de mayo a noviembre.

Para dar respuesta a la explosión de la demanda del alcohol, hicieron cambios en la empresa, ¿los mantendrán luego de la pandemia?
ALUR tiene entre 30% y 40% del mercado del alcohol. Veníamos produciendo 20 mil litros por mes y saltamos a 300 mil en abril. Llegamos a unos 500 mil litros, sumando marzo y abril. Fue una locura adaptar una empresa para que en 15 días se pusiera a la altura de esa demanda. Onacril, nuestra fasonera, no dio abasto y nos dividimos el trabajo. Ellos se concentraron en el alcohol en gel y nosotros en el alcohol líquido, reflotando una planta de envasado que está en ALUR. También asignamos gerentes industriales de la planta de Paysandú para esa tarea y contratamos más personal.
Queremos prepararnos más para el invierno. A futuro, probablemente invertiremos en una nueva envasadora de alcohol en gel que funcionará en la propia empresa, al igual que el alcohol líquido. 

¿Qué significa en facturación los 300.000 litros de alcohol en un mes?
Eso representa US$ 1 millón al mes. Lo vendemos con un margen mínimo.

¿También ha aumentado el consumo del azúcar en estos días?
Sí, la venta de azúcar ha aumentado 20% respecto a lo habitual. ALUR produce unas 18 mil toneladas anuales de azúcar Bella Unión, de una venta total de casi 40 mil toneladas en el país. El incremento se da porque la gente va menos a los restaurantes por la pandemia y consume más en sus casas. 

La mayor facturación en el negocio del azúcar y del bioetanol para el alcohol, ¿ha mitigado en algo el impacto de la baja venta de biocombustibles?
No, para nada. Los biocombustibles representan 80% de la facturación de la empresa, esto es unos US$ 170 millones al año, de un total de  US$ 200 millones.

¿Qué opina sobre el proyecto de desmonopolización de combustibles que en algún momento se impulsó bastante por parte de algunos sectores políticos?
Ese tema impactaría, en primera instancia, al rol de ANCAP en el mercado de los combustibles y, a continuación, a ALUR como empresa hija de Ancap. Pero creo que ese proyecto amerita reflexiones políticas y no técnicas, que son las que yo podría hacer. 

¿Qué opina desde lo técnico, entonces?
Una desmonopolización de combustibles tendrá un impacto técnico en la medida en que las decisiones  impliquen producir más –o menos- biocombustibles en Uruguay, o que el precio de esos biocombustibles en el país afecte el valor de los combustibles que vende Ancap. Obviamente es un tema que tendría consecuencias en lo que es ALUR, pero es mejor que primero se tomen las decisiones políticas y luego los técnicos nos adecuemos. 

¿Cómo visualiza a la compañía en el futuro?
Veo a ALUR amalgamando cada vez más la eficiencia de producción y la función social. En lo inmediato, en la medida en que el control de la pandemia se mantenga, que por suerte está bastante tranquila, todo se acomodará. La responsabilidad que enfrentamos es que junio y julio no signifiquen deterioro de la salud. De lo contrario, volverán a bajar los consumos de combustibles y tendremos que hacer ajustes en función de lo que vaya sucediendo.


Perfil

Gastón Scayola tiene 55 años de edad, es contador público, con trayectoria fundamentalmente de la industria frigorífica. En sus inicios, se desempeñó como auditor en PriceWaterhouseCoopers, donde trabajó por 10 años. Luego, en el Grupo Santander por cinco años, ocupó la posición de gerente general de Santander AFAP. Posteriormente, fue gerente general y presidente del Frigorífico San Jacinto, compañía en la que trabajó durante 19 años. Ingresó a ALUR en setiembre de 2019. “Mi cargo en ALUR no es político, es técnico”, una aclaración que no está de más, considerando las historias complicadas que anteceden a esta industria. 
CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.