En la actualidad las naftas que comercializa Ancap tienen una mezcla de 9,8% de bioetanol, que es producido en el país y con materias primas nacionales. Esa proporción está por encima de lo mínimo exigido por la ley de agrocombustibles (8,5%), y de los sobrecostos reconocidos por Ursea en el cálculo del Precio Paridad de Importación (PPI).
Ahora el ente aspira a que se pueda elevar esa mezcla hasta un techo de 12% (hoy es 10% el máximo). El tema es analizado en conjunto con los ministerios de Economía, Industria y Ambiente.
“Estamos analizando levantar la mezcla hasta un 12% para ayudar a la construcción de objetivos ambientales y económicos asociados con metas ambientales, pero además para capturar el valor del aumento de la producción de Bella Unión, sin perder la producción de Paysandú que es la más eficiente”, afirmó el martes el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic, en un taller con periodistas.
Las dos últimas zafras de caña de azúcar en Bella Unión fueron récord, tanto en volumen producido de etanol, como en rendimiento por hectárea de caña. Además, hubo una disminución importante del costo unitario del etanol de caña, expresó el jerarca.
Durante la zafra 2022 se procesaron más de 524 mil toneladas de caña, y la producción por hectárea fue de 75 toneladas de caña.
El bioetanol es un alcohol que se obtiene mediante la fermentación de los azúcares que contienen ciertos productos vegetales, tales como cereales, caña de azúcar, remolacha, boniato o biomasa. Este producto mezclado con las gasolinas produce un biocombustible de alto poder energético, que produce una importante reducción en las emisiones contaminantes de los motores tradicionales.
Alcoholes del Uruguay (ALUR), tiene en sus dos complejos agroindustriales en Paysandú y Bella Unión, una capacidad de producción de 100 millones de litros al año, utilizando sorgo BT y caña de azúcar como materias primas.
Para el caso del gasoil, Ancap tuvo que incorporar obligatoriamente un mínimo de 5% de biodiésel nacional hasta 2021. Esa obligación fue derogada por ley en 2022, como parte de la revisión integral del mercado de combustibles e implicó la eliminación de un sobrecosto del precio del gasoil.
Uno de los argumentos que se dio desde el gobierno para suprimir la mezcla de biodiésel y mantener la mezcla de bioetanol, fue que el derrame productivo de producir ese agrocombustible a partir de caña es mayor en términos de puestos de trabajo respecto al biodiésel, y que la materia prima no es colocable en otro lado (por la caña de azúcar).
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