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¿Pandemia paritaria? El futuro de triple jornada para las mujeres

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09 de mayo de 2020 a las 05:03

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Respondió 10 mails y cinco whatsapps. Se preparó para ingresar en la décima teleconferencia del día. Corrió a apagar el horno en el que se cocinaba la pascualina para el almuerzo. A un minuto de comenzar la videollamada un grito atravesó el apartamento: “¡Mamáááááááá, no me sale esta cuentaaaaa!”. Pensó que ingresaría dos minutos tarde a la reunión pero que debía ayudar a su hija, porque si la ansiedad es difícil de manejar para un adulto, lo es más para un niño. Con el horno prendido se dirigió a la mesa del living reconvertida en pupitre escolar, cuando oyó otro grito. Era su hijo pequeño, desde su cuarto. Él también tenía problemas y es que no le salía ese puzle que lo había mantenido entretenido durante los últimos 10 minutos.

La escena podría ser la de una película de enredos pero es la realidad que se repite en millones de hogares en cuarentena en todo el planeta. En algunos casos el “¡mamáááá!” se sustituye por “¡papááááá!”, cada vez más a medida que los comportamientos y culturas ancestrales comienzan a modificarse. En Uruguay, sin embargo, el “¡mamáááá!” impera por el simple y contundente hecho de que en este país –como en la mayoría– las mujeres dedicamos el doble de tiempo que los hombres a realizar trabajos no remunerados. Estas tareas que nadie paga pero que hay que hacer, son sobre todo labores domésticas, cuidado de menores, mayores o personas con discapacidades. Por el hecho de ser mujer, culturalmente se asume que esa es tu tarea.

El secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, lo dejó plasmado en un comentario que hizo en la conferencia de prensa de este viernes, y que le valió un reproche de la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, que estaba a su lado:

–Acá hay un reconocimiento especial sobre todo a las madres, que durante todo este tiempo tuvieron que teletrabajar y además acompasar al proceso de los niños en educación a distancia. Así que un reconocimiento especial a los cuidadores a cargo, generalmente las madres...

–Madres y padres.

–Por eso, cuidadores a cargo, pero fundamentalmente a las madres.

Así eran las cosas, mejorando pero por ahí. Así son las cosas y así lo serán incluso cuando retomemos alguna normalidad. El panorama venía mejorando pero es posible que esta pandemia también implique una involución en ese sentido, por el simple hecho de que si un padre o madre debe volver a trabajar presencialmente y sus hijos no pueden aún ir a la escuela, tendrá que encontrar alguna solución en la que –por ahora– no se ha pensado a nivel institucional o se ha pensado muy poco.

Leonardo Carreño
La ministra Azucena Arbeleche le hizo un reproche a Álvaro Delgado en plena conferencia de prensa

¿Quiénes serán las que hagan, más que una doble jornada laboral, una triple jornada laboral? Las mujeres, que además son en un alto porcentaje jefas de hogar. Esto además de sumar trabajo y cansancio, determina graves secuelas psicológicas. Claro que toda la población (hombres, mujeres y niños) las tendrán y habrá que ver cómo lidiar con ellas. Pero está claro también que en la repartición de “dolores” mentales las mujeres, de nuevo, serán muy perjudicadas.

A lo anterior se suma otra dimensión del problema que ya existía desde antes de la pandemia. Esta división del trabajo doméstico tiene un origen cultural y educativo que se construyó durante milenios. En las últimas décadas las mujeres ingresaron al mercado laboral masivamente y aun así sigue siendo “natural” para buena parte de la población que estas tareas seas “femeninas”. Las consecuencias son nefastas y entre ellas se ve afectado el propio trabajo remunerado: cuando no se puede conciliar trabajo pago con tareas domésticas, las mujeres a veces deben abandonar el mercado laboral o deben aceptar tareas en peores condiciones, lo que en cualquier caso complica su desarrollo profesional.

En los países que recién comienzan a experimentar la apertura de la cuarentena (Italia y España, en particular) el tema ya explotó fuerte. Muchos padres, y sobre todo madres italianas por ejemplo, temen que deban tener que elegir entre sus trabajos o sus familias y levantaron la voz para que el gobierno tome decisiones. Este decidió sumar 15 días de licencia parental por año y un bono de 600 euros (por única vez), para que se invierta en contratación de ayuda para el cuidado de los niños que no regresaron a la escuela. Pero las medidas no han acallado a las “madres desesperadas”.

Las tareas domésticas son tantas como antes de la pandemia (o más, por la presencia continua en la casa de los integrantes de la familia), las mujeres siguen encargándose más que los hombres, y a lo anterior se suma la docencia doméstica. En general los hombres, como pasaba antes del covid-19, no perciben esta realidad como una sobrecarga para las mujeres y tampoco lo hacen ahora, de acuerdo a una encuesta realizada por encargo del New York Times.

“Resulta que hay una brecha de percepción en los hogares heterosexuales sobre quién está haciendo qué, y los hombres dicen que están haciendo más mientras sus parejas femeninas no están de acuerdo”, dice el artículo.

En esta nueva normalidad tan anormal estamos en una posición única para analizar esta realidad con otras miradas, con soluciones más creativas y al mismo tiempo más adaptadas a nuevos comportamientos e incluso a nuevos hombres que ya no solo “colaboran” (eufemismo tramposo si los hay) sino que realizan equitativamente las tareas no remuneradas.

Falta mucho para la paridad no remunerada. Y si falta mucho, en el camino sufren muchos. La pandemia ha hecho visibles todas las desigualdades, y particularmente las de género.

Las soluciones no serán mágicas ni sencillas ni rápidas, pero hay que comenzar a pensarlas y ejecutarlas. “Educar a los niños en el hogar y cuidar a familiares enfermos o ancianos durante la pandemia está creando un ‘doble turno doble’. Está empujando a las mujeres al punto de ruptura”, escribió en estos días Sheryl Sandberg en una columna publicada en Fortune.

Una encuesta realizada en abril por la organización que ella fundó, LeanIn.org, reveló que una de cuatro mujeres experimentan ansiedad severa incluso con síntomas físicos como taquicardia. Lo mismo le pasa a uno de cada 10 hombres.

Por si quedaba alguna duda, lo anterior es así no porque los hombres estén genéticamente mejor dotados para manejar la ansiedad, el estrés o la organización doméstica. Las mujeres se sienten mucho más abrumadas porque aún son las que mayoritaria y desproporcionadamente trabajan día y noche para mantener el delicado equilibrio familiar.

Según la misma encuesta, la mujer invierte unas 71 horas por semana en labores domésticas y cuidados, a las que se le deben sumar las horas de su trabajo remunerado. En la pandemia, en cambio, un hombre en la misma situación trabaja 20 horas menos que una mujer, por mes. Esto se multiplica en el caso de madres solteras o jefas de familia.

Leo Carreño
El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres

Sandberg y otras voces influyentes proponen que algunas soluciones deben provenir de los propios empleadores. En Uruguay también se ha planteado –tímidamente– esta discusión y tanto el PIT-CNT como el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, la abordaron con preocupación y por ahora sin soluciones. Sobre un posible seguro de paro para padres con hijos chicos, Mieres dijo a El País que “en general no hay normas que contemplen el tema, que además es de muy difícil fiscalización y puede haber abusos”. Ni hablemos de cómo se financiaría esa medida. Ni como se financiarán las consecuencias psicológicas que inevitablemente vendrán.

El PIT-CNT, en tanto, propuso que se le permita a uno de los padres flexibilizar sus horarios o no trabajar presencialmente, siguiendo con el teletrabajo.

Hay quienes tienen una visión optimista de lo que vendrá por los cambios que supuso este desarreglo planetario. Para Gerardo Meil Landwerlin, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, a mediano plazo “habrá un reparto más igualitario de las responsabilidades familiares (...). También ayudará a la solución de los problemas de conciliación y facilitará la carrera laboral de las madres, como lo demuestran numerosos estudios científicos”.

SEBASTIEN BOZON / AFP
Muchos hombres asumieron tareas del hogar, pero aún son menos de la mtiad

Muchos hombres han asumido más tareas en el hogar durante esta crisis, “pero si pasás del 20% al 30% de las tareas del hogar, todavía es menos de la mitad, aunque parezca mucho”, dice Sandberg. Es decir, falta mucho para la paridad no remunerada. Y si falta mucho, en el camino sufren muchos. “Compartir uniformemente la mayor carga doméstica, dividir el doble doble turno, ayudará a asegurar que las mujeres emerjan de este período con su trabajo y salud intactos”.

La pandemia ha hecho visibles todas las desigualdades, y particularmente las de género. Nunca hubo un buen equilibro entre trabajo y vida, pero ahora está todavía mucho más descontrolado. Mientras que los nuevos hombres y las nuevas mujeres acomodan el cuerpo a la nueva normalidad, empresas, gobiernos e individuos deberemos encontrar soluciones, y rápido, para no seguir sumando víctimas a las del coronavirus.

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