¿Por qué la gestión de la pandemia está fortaleciendo la legitimidad del gobierno?

El artículo se titula From Disaster Event to Political Crisis: A ‘‘5C+A’’ Framework for Analysis, y fue publicado en 2010 por Richard Olson y Vincent Gawronski en la revista International Studies Perspectives. En este texto, los autores buscan responder de qué depende la evolución de la fortaleza de un gobierno cuando ocurre un desastre natural (terremoto, tsunami, inundación, etcétera). Para los autores, un desastre natural es un “shock de Maslow”, es decir, un evento que afecta profundamente la satisfacción de las necesidades básicas de la población. En esos momentos la valoración del gobierno se vuelve especialmente volátil. El público presta una atención muy especial a través de los medios de comunicación a los efectos de la crisis y a las respuestas de las autoridades. Por eso, un desastre natural puede derivar rápidamente en una crisis profunda o, por el contrario, generar un aumento sensible de la legitimidad del gobierno.

Según Olson y Gawronski, las dimensiones de la gestión política del desastre que inciden en la evolución de la autoridad del gobierno son seis: capacidad, competencia, compasión, corrección, credibilidad y anticipación. Los dos primeros factores son relativamente rígidos, de carácter estructural: capacidad refiere a los recursos materiales y humanos disponibles para atender la emergencia, y competencia al grado de eficiencia con que son usados. Los otros cuatro son variables, dependen del comportamiento concreto de los agentes. Compasión tiene que ver con el grado de sensibilidad mostrado por las autoridades ante el sufrimiento de la población. Corrección alude a la percepción del público respecto a la honestidad y sentido de justicia en las decisiones. Credibilidad refiere a la transparencia en el manejo de la información sobre el desastre. Finalmente, anticipación, denota la capacidad del gobierno para reducir el riesgo asociado al desastre.

Para poder ser concluyente respecto al caso uruguayo precisaríamos datos de opinión pública. No los tenemos. De todos modos, a modo de hipótesis de trabajo, paso a compartir mi impresión al respecto. Creo que el gobierno se ha venido fortaleciendo durante la gestión de la pandemia porque se manejó bien en las seis dimensiones mencionadas. El gobierno se fortaleció porque utilizó la amplia red de protección social existente (capacidad) con eficiencia (competencia). Utilizó instituciones y programas construidos durante más de cien años, como los seguros de desempleo ofrecidos por el BPS, o como la extensa red del sistema de salud. Pero se apoyó también en instituciones nuevas. La creación del Mides en 2005, por ejemplo, dotó al estado uruguayo de una estructura especializada en la detección de situaciones críticas y en la provisión de auxilio para paliarlas.

El gobierno se fortaleció porque mostró sensibilidad ante el sufrimiento de la población (compasión). La compasión asomó tempranamente, cuando el gobierno cambió las prioridades de su agenda, colocando en un primer lugar el cuidado de la salud pública y la atención a la emergencia social. El gobierno se fortaleció porque ha procurado hacer un manejo transparente y justo de los recursos (corrección). Por ejemplo, la ministra Azucena Arbeleche insistió en la importancia de hacer un uso cristalino de los recursos para la emergencia cuando presentó el Fondo Coronavirus. El gobierno se fortaleció porque se esforzó, desde el 13 de marzo, en presentar la mejor información disponible sobre la evolución de la pandemia (credibilidad). Finalmente, el gobierno se fortaleció porque tomó, a tiempo, medidas de prevención, por ejemplo, suspendiendo las clases en cuanto aparecieron los primeros cuatro casos de covid 19, o cerrando las fronteras poco después (anticipación).

Tres matices antes de terminar. El primero es que ningún gobierno es un actor unificado, un todo homogéneo. Hay muchos gobernantes (algunos más compasivos que otros) tomando a la vez muchas decisiones (algunas menos ajustadas que otras al patrón general). El segundo matiz es que es absolutamente legítimo que haya percepciones opuestas respecto al desempeño del gobierno. Hay quienes piensan que las autoridades podrían haber usado más y mejor los recursos estatales disponibles. El tercero tiene que ver con que, como dijo esta misma semana Rafael Radi, “todo puede cambiar en tres minutos”. La “nueva normalidad” puede favorecer la aparición de nuevos focos de contagio. También puede desmejorar la actitud de las autoridades. Por ahora, y si el análisis anterior es correcto, la gestión del desastre le está permitiendo al nuevo gobierno incrementar su capital político. 

Adolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República

adolfogarce@gmail.com