En momentos en que
Meteorología anuncia lluvias abundantes es interesante pensar en algo tan cotidiano como universal, que puede resultar banal pero en realidad se sustenta en la ciencia: el olor distintivo que tiene la lluvia.
En 1964, los
científicos australianos
Isabel Joy Bear y R. G. Thomas fueron los primeros en investigar este fenómeno, informó la revista Smithsonian. Según determinaron los investigadores, el olor que la mayoría de las personas asocian con la lluvia es el del agua mezclándose con la tierra y las plantas. Llamaron a su descubrimiento "petrichor" (petricor en español), una combinación de las palabras griegas "petra" (piedra) e ichor (sangre de los dioses mitológicos).
Pamela Dalton, científica especializada en el sentido olfativo del Monell Chemical Senses Center en Filadelfia, Estados Unidos, explicó a Smithsonian que el olor de lluvia es diferente en cada rincón del planeta, ya que la composición del suelo es también distinta. La acidez del suelo de un bosque de pinos es diferente a lo que se encuentra en una selva tropical, lo que crea una experiencia de olfativa distinta, ejemplificó.
Pero la lluvia también despierta otros olores. En las ciudades, por ejemplo, el asfalto y cemento absorben una cantidad de olores, incluyendo el de la orina. "Esto explica por qué los perros enloquecen con los sentidos después de la lluvia", dijo Dalton al citado medio.
El mecanismo del olor
Tras décadas de investigación sobre el aroma de la lluvia, científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (
MIT), en Estados Unidos,descubrieron cómo se dispersa ese característico olor en el aire.
Los científicos filmaron las gotas de agua en cámara lenta y pudieron percibir cómo, al golpear sobre una superficie porosa, se forman burbujas diminutas en su interior. "Al igual que ocurre una copa de champán, las gotas suben y, al alcanzar la superficie, se rompen y liberan una efervescencia de aerosoles", informó la cadena
BBC sobre el estudio publicado en la revista Nature. Dichas partículas quedan suspendidas en el aire y son esparcidas por el viento. Y así es como llega el "olor a lluvia".
Sin embargo, también según los investigadores del MIT, una lluvia torrencial genera menos aerosoles y, por ende, olor. Por ende, es probable que las precipitaciones de estos días lleguen sin ese pequeño placer olfativo.