Camilo dos Santos

¿Subsidios regresivos en Uruguay con pandemia?

Es llamativa la falta de atención de la dirigencia política a las propuestas de varios organismos multilaterales para limitar estos subsidios

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19 de enero de 2021 a las 05:03

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El daño generado por la pandemia del covid-19 dejará heridas permanentes en el tejido económico y social a nivel global y local. La evidencia es demoledora. La esperanza de que fuera un problema transitorio nunca fue más que una expresión de deseo. La historia muestra que las pandemias, y el desarrollo de las vacunas para controlarlas, son procesos largos y socialmente costosos. De hecho, en este caso las vacunas, que culminaron su aprobación o están cerca de lograrlo, lo hicieron en tiempo récord, pero las dolorosas consecuencias (aún inciertas) tendrán efectos permanentes que llevará años neutralizar.

La pandemia encontró al país con problemas: déficit fiscal, deuda explícita e implícita (seguridad social) elevada y problemas de competitividad varios. Los márgenes para enfrentar un shock negativo son escasos. Urge generar ahorros fiscales. La alternativa de mayores impuestos es limitada por la ya alta presión fiscal. La de mayor endeudamiento también está limitada por la elevada combinación de deuda explicita e implícita.

En un artículo anterior nos enfocamos en el gasto tributario por exoneraciones. Su cuantía se estima en 7% del PIB; 4% corresponde al IVA y 1% al IRAE; son montos “de peso”. Varios organismos multilaterales, incluyendo al BID y el FMI (vía sus destacados especialistas), han propuesto, en documentos públicos, que se reduzca este gasto por entenderlo excesivo y mucha veces favoreciendo a los sectores de mayores ingresos. En el caso del BID, la propuesta tiene ya varios años. También a nivel local hay antecedentes de destacados especialistas haciendo propuestas en el mismo sentido. La idea es ir a un sistema de “IVA personalizado” que reduce el costo de la exoneración o subsidio, y se evitan sus efectos regresivos (como fue explicado en el artículo previo).

La posibilidad de ir a un sistema de IVA personalizado se ha visto viabilizado por los cambios en los sistemas de pagos de los últimos años. Vale la pena comentar que el sistema de pagos es el área donde más se ha invertido en la transformación digital y es un proceso que sigue su curso a velocidad creciente. En Uruguay hay varias firmas tecnológicas muy destacadas internacionalmente en el desarrollo de estos sistemas.

Curiosamente, el sistema de pagos es un tema clave que en Uruguay históricamente recibió muy poca atención. Bien entrado el siglo, nuestro sistema de pagos era de museo. Se mejoró en los últimos años pero, como la tecnología siguió progresando, seguimos atrasados. O sea, tenemos empresas tecnológicas destacadas internacionalmente en el rubro pero un sistema de pagos rezagado. “¿En casa de herrero...?” Sin dudas. Esta es una situación muy costosa por las múltiples dimensiones que tiene el sistema de pagos. Lo más difícil para ajustar el gasto tributario, la tecnología, está; lo que falta es la conciencia y, sobre todo, voluntad política.

En el anterior artículo sobre gasto tributario se planteó que “a la brevedad posible (la pandemia impone restricciones que no se pueden obviar), buena parte del ahorro debiera asignarse a reducir los impuestos, explícitos o implícitos (tarifas públicas) de mala calidad que hoy existen y que asfixian al sector productivo”. Desde entonces, mucha agua corrió bajo los puentes, pero la incertidumbre no solo no bajó sino que aumentó. Hay nuevas interrogantes (mutaciones del virus, etcétera) que llevará tiempo resolver. Si cambia el contexto corresponde ajustar la política: debe maximizarse el ahorro de gasto tributario esperando para trasladarlo a tarifas, etcétera, cuando caiga la incertidumbre. En el ínterin los fondos recaudados debieran utilizarse para respaldar los planes de asistencia social en marcha. Estamos hablando de varios puntos del PIB; no son números menores. Controlada la pandemia, los ahorros debieran destinarse a reducir tarifas y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y la competitividad.

Concluyendo, es llamativa la poca atención que las autoridades políticas le han dado a estas propuestas de varios organismos multilaterales y de sus destacados especialistas (incluyendo algún compatriota). Algunas de ellas tienen ya años. ¿Subsidios regresivos en Uruguay? Cuesta creerlo. Esperemos que la falta de atención se deba a sobrestimar las dificultades técnicas que en algún momento existieron, pero que hoy ya no existen, y no a “pequeñeces humanas” que abundan en el mundo político. Ojalá el tema genere la atención que merece y se debata en forma profunda y rápida. Lo importante y lo urgente coinciden en este caso; es una rareza que hay que aprovechar.

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