Diego Battiste

“Trabajamos en medidas micro para desdolarizar” la economía uruguaya

El presidente del BCU confía en reducir la inflación y dice que ese será el único objetivo de la política monetaria; harán público un indicador mensual del PIB en las próximas semanas

Tiempo de lectura: -'

27 de junio de 2020 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Diego Labat, y hombre de confianza del equipo económico de Luis Lacalle lo repite cada vez que puede: el único objetivo de la política monetaria de su gestión será el de trabajar y ser creíbles para tener un nivel de inflación acorde a los estándares internacionales con un centro del rango inferior al 5%. Es optimista acerca de que la inercia inflacionaria descienda en los próximos meses y dice que el 11% de mayo “fue un pico”. Explica en qué consiste esa nueva infraestructura en la que ya están trabajando los técnicos del BCU para bajar la inflación. Uno de esos grupos, por ejemplo, está abocado a diseñar “medidas micro” que contribuyan a una estrategia de mediano plazo para la desdolarización de la economía uruguaya. Por otro lado, aspira a que el sistema financiero incorpore más tecnología para modernizarlo y hacerlo más accesible, y anunció la publicación de un indicador mensual sobre el desempeño del PIB.

¿Lo sorprendió el dato de la economía del primer trimestre y el ingreso a una recesión antes de la pandemia? Hubo sectores que mostraron un pobre desempeño.

El dato era esperable y sobre todo cuando uno le aplica la crisis sanitaria. Éramos conscientes de la situación en que recibíamos al país (como gobierno). Una situación delicada desde varios puntos de vista. Esto era una parte (por la actividad económica) y luego se le agregó la emergencia sanitaria. A mí los números no me sorprendieron para nada. 

¿Y cómo sigue la película en este segundo trimestre que estamos transitando? Es evidente que la contracción de la actividad será mayor aún. En su último comunicado de esta semana, el Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central indicó que ve signos de una reactivación gradual.

Lo que estamos viendo es una caída muy fuerte, como dijimos. Mantenemos ese diagnóstico pero con un poquito de optimismo porque las incertidumbres se han ido develando. Una caída muy brusca con el país comenzando a salir desde hace algunas semanas. Esas han sido un poco las líneas de trabajo: sostener actividad con una política monetaria que provea liquidez. O quizá, con un matiz, poner condiciones monetarias que no generen ninguna restricción. Que la economía funcione de la mejor manera posible y que las condiciones monetarias y financieras no sean una barrera para ese funcionamiento. Por eso, la liquidez, toda la que se necesite. ¿Por qué esas condiciones de liquidez? Primero para ayudar a todos los que puedan tener restricciones financieras durante la pandemia. Además, eso es lo que va a ayudar a comenzar la recuperación con la menor cantidad de heridos posible y que las empresas y los agentes económicos ingresen al repunte de la mejor manera. A eso han apuntado las medidas. Ayudar en nuestro caso desde la regulación para que el crédito fluya y los bancos den créditos. Ahí no solo operan los bancos, muchas veces el crédito es de proveedores. Lo que queremos es que fluya naturalmente. Ese ha sido hoy el centro de la política monetaria.

En las últimas semanas se ha reclamado por analistas el rezago que tiene la información del BCU para divulgar los datos del PIB. El banco cuenta con un indicador mensual pero es de su uso interno. ¿Hay posibilidad de cambiar eso?

En breve vamos a anunciarles a ustedes y los agentes las nuevas Cuentas Nacionales. La parte técnica y estadística les va a explicar un poco cómo viene ese proceso y cuál es ese cronograma. Esto va a incluir los indicadores mensuales. El indicador de actividad no será un indicador Líder (NR: El indicador adelantado del nivel de actividad que procesa Ceres para predecir los cambios en el ciclo económico). Vi que hubo alguna discusión por ahí comparando con otras cosas. Es decir, las ventas de combustibles se tienen en el día, por ejemplo. Este es un indicador (del BCU) que hoy tiene un rezago de casi dos meses. No es un indicador anticipado, hay que tenerlo claro. La idea es publicar ese IMAE (indicador mensual de actividad económica) con el objetivo de que se vea en Cuentas Nacionales con el trimestre de cómo fue la actividad pero en particular cómo fue cada mes, que es lo que hoy no se puede ver. Seguramente el próximo mes hagamos una comunicación con periodistas especializados y analistas para explicar en qué consisten estos cambios de las nuevas Cuentas Nacionales, que ha sido un tema de debate relevante en los últimos años. 

¿Qué evaluación hace de las facilidades que se dieron con la flexibilización de encajes, por ejemplo, para apuntalar el crédito? Por otro lado, el SIGA Emergencia cuenta con un volumen de fondos significativo (US$ 2.500 millones) pero no tuvo una gran demanda.

Tuvimos un primer mes que fue marzo –hay que acordarse que la norma de los encajes arranca en febrero– con una buena evolución del crédito y abril más bien con caída. Después de mayo empezó a levantar y a niveles que consideramos razonables. No se está usando toda la capacidad de liberación de encajes pero sí se está usando. La idea era esa, que no hubiera restricciones. Tampoco queríamos que se diera todo. Ahí hay un poco de diagnóstico de sintonía fina. La principal razón para que el crédito no evolucionara tan fuerte fue que no había demanda. En abril la actividad (económica) estaba parada; las empresas no demandaban créditos. Nosotros lo monitoreamos y hacíamos rondas con todos los bancos muy seguido, y el principal diagnóstico era que no había demanda por créditos. Ahora que la actividad comenzó a rodar el crédito comenzó a retomarse. Hoy estamos viendo crecimiento del crédito en pesos y en dólares. Las medidas que se implementaron dieron el resultado que esperábamos. 

La inflación cerró el año a mayo en 11,05%, lejos del rango meta de 3% a 7%. El Copom destacó en su último comunicado como arista positiva la caída de los bienes no transables (aquellos que se producen a nivel local únicamente para abastecer al mercado doméstico y que no presentan competencia del exterior). ¿Cuándo demandará reducir la suba de los precios? 

Como horizonte de política nos planteamos 24 meses. El compromiso es llegar a 24 meses con la inflación dentro del rango (3% a 7%) y obviamente las expectativas empezarlas a poner dentro del rango antes (la mediana de la encuesta de expectativas de junio a 24 meses cerró en 8%). Hay una coyuntura que va a permitir esa convergencia de la inflación. La idea es que la política monetaria se suba a esa coyuntura. Respecto a los no transables, hoy están casi 200 puntos básicos (2%) de la histórica de los últimos años. Eso eso es un indicador que permite pensar esa posibilidad. De todas maneras, lo que queremos es contar con una política monetaria con otro talante, una vez que se salga de esta situación sanitaria.

A veces en Uruguay se discute demasiado el precio de la carne o el zapallito. Hay que apuntar a ver las tendencias y un poquito más el núcleo duro; sobre eso trabajamos.

La inflación del 11% fue un pico, que se explica en algo por factores coyunturales, como el dólar, frutas y verduras y las tarifas. A pesar de esas cuestiones coyunturales, igual estaría por arriba. Creo que en los próximos meses vamos a comenzar a ver una caída de la inflación. Y cuando se comiencen a ver los efectos de la política monetaria tendrán efecto sobre la credibilidad. Hay algunos factores que no dependen necesariamente de la política monetaria –que sí influyen en la credibilidad–, que es tener otras políticas consistentes, como la política de ingresos o la política fiscal. En los próximos meses comenzará a verse que habrá políticas consistentes. Desde el Banco Central con una política monetaria que apunte a esa inflación. De a poco se va a ver esa convergencia y esa credibilidad. 

¿Está definido cuándo se puede volver a la tasa de interés como instrumento de referencia para la política monetaria en lugar de los agregados monetarios?

No está definido aún. Es una cuestión que está bajo análisis y seguramente tomemos una definición en lo que queda del año.

Diego Battiste

Cuándo asumió dijo que durante su gestión iba a apostar a un nuevo objetivo de inflación más alineado a estándares internacionales ¿Cuán lejos estamos de eso?

Uruguay tiene que fijarse ir hacia un rango que esté más abajo del que hoy tenemos en el centro del rango (5%). Justamente porque queremos construir credibilidad lo que queremos es que esa convergencia se vaya dando en forma consistente con las demás políticas. Ahí es importante mostrar, para que crean de verdad que va a ser una política monetaria consistente, cómo se van desarrollando las demás políticas para converger. Hay que apuntar a inflaciones de muy bajo rango. El país tiene la obligación de ir hacia ahí porque eso es lo que después permite el desarrollo de otros mercados que se precisan para que el país crezca: desde el desarrollo del mercado de crédito, de instrumentos financieros. Hay una serie de cosas que están restringidas porque la inflación no está alineada. Uruguay hace muy bien las cosas en casi todos los aspectos y la inflación no la controla. Somos el único país con investment grade con el nivel de inflación que tiene. Uruguay se merece y está obligado a ir hacia una inflación de otro nivel. En eso estamos y lo vamos a ir anunciando a medida que sean los tiempos adecuados. Hoy nos mantenemos en el rango 3%-7% apuntando a converger en el período de 24 meses.

¿En qué medida puede contribuir la desaceleración que habrá en el ritmo de aumento de salarios durante el próximo año dadas las pautas salariales que se anunciaron?

La política salarial puede contribuir a esa dinámica. Parte de la construcción de credibilidad es justamente que los distintos agentes empiecen a creer. Entonces, cuando fijan salarios o precios crean que vos (por el BCU) de verdad vas a ir una inflación más baja. En ese aspecto hoy la política salarial –empujada por la realidad– va a contribuir a eso más que por la credibilidad. Apuntamos a que los actores nos empiecen a creer de verdad que vamos a bajar la inflación. El centro de la cuestión es tener claro esto: un instrumento, un objetivo. Quizá al mirar hacia atrás lo que puede criticarse es haber querido con un instrumento abarcar tres, cuatro, cinco, seis objetivos. Lo he dicho en todos los colores: el objetivo único y central del BCU es la inflación. No tenemos otro objetivo. En eso se centra la credibilidad. Y todos los esfuerzos de la política monetaria van a apuntar a la caída de la inflación y no a otra cosa. 

¿Qué se hizo para ello en estos meses el nuevo gobierno?

Además de los transitorio de dar liquidez, de ayudar al crédito, lo que quisimos hacer fue construir la plataforma, la infraestructura. Cosas que son útiles pero que no arreglan la inflación: mejorar la comunicación, aumentar la frecuencia del Copom, publicar la minuta del Copom y continuar agregando datos en la medida que nos sentimos cómodos porque son confiables. Incluso estamos pensando en publicar algunas proyecciones que tenga el propio banco de algunos indicadores; la Encuesta de Expectativas que se reformuló y ha sido una buena cosas. Son cosas que contribuyen a la credibilidad. Estamos en un proceso de diálogo con los analistas contando lo que hacemos, que entiendan cuál es el camino trazado. Buscamos construir esa infraestructura con la prioridad hoy en que la economía fluya y no estancarnos en esto. Cuando la economía se normalice, esas cosas van a tener efectos y son parte de las herramientas que vamos a utilizar. Y después eso seguramente termine en la reformulación de algunos instrumentos. 

También hay un desafío histórico para Uruguay por ser una economía bimonetaria. Eso de alguna manera restringe el accionar de la política monetaria. Hay una variable como el dólar que el Banco Central no puede manejar más allá de intervenciones puntuales en el mercado cambiario. 

De hecho, hoy (por este viernes) hubo un especie de lanzamiento oficial de un grupo de trabajo interno, por ahora, que está trabajando en la desdolarización, en medidas micro que contribuyan a ese objetivo. Pasan por acompañar algunos desarrollos en los mercados para que fluyan y tengan más profundidad, de cambiar algunas reglas de juego. Todas esas cosas se van a comenzar a trabajar internamente pero también con los principales referentes de la industria como para acompañar. Este ya es un proceso más de mediano y largo plazo. No hay medidas mágicas ahí pero sí hay que trabajar sin prisa pero sin pausa para ese lado. Son las cosas que –todas sumadas– van a ayudar a que crean que de verdad se va a hacer política monetaria. A esa desdolarización, en algún momento en los próximos meses, va a haber que poner en la agenda el tema de la institucionalidad del banco, dándole más independencia y más rendición de cuentas.

En esas cosas hay que trabajar, pese a que no son de corto plazo, porque ayudan a construir credibilidad para que los agentes crean que tenés el control de la situación y va a usar todo lo que tiene a mano para el objetivo único de la inflación. En el tema de la desdolarización es una suma de cuestiones micro que tienen que ayudar al mercado. Es una construcción de infraestructura para que la política monetaria funcione mejor. 

¿Vamos a tener este año un proyecto de reforma de la Carta Orgánica del BCU?

No le quiero poner plazos porque son tiempos políticos, vamos a trabajar en eso.

El mercado de valores es otro actor rezago en su desarrollo. Incluso no pudo aprovechar el boom económico histórico que tuvo la economía uruguaya en las últimas dos décadas. ¿Qué planes tiene el BCU?

Respondo con una introducción más amplia. Tenemos otro eje de trabajo que es el sistema financiero donde le quiero poner tres valores: sólido, moderno y accesible. Uruguay tiene un sistema muy sólido reconocido por todas las partes. Esa una construcción post 2002 por los distintos gobiernos que construyeron un sistema financiero muy sólido, muy solvente. Lo que tiene que mejorar es modernizarse y ser mucho más accesible. ¿Qué cosas estamos haciendo en el BCU? Acabamos de lanzar siete mesas de trabajo con distintos temas para imponer una agenda que es interna pero es clave escuchar a la industria. La industria va a estar presente, no como lobby sino como participante. Una de las mesas es el tema de las fintech, que me importa mucha, el propio sistema de pagos, y en particular hay una mesa con el mercado de valores.

Ahí creo que regulador y la industria tienen que recorrer un camino para pensar en un mercado de valores muy distinto al que hoy tenemos. Hoy cumple cierto roles pero le falta mucho por avanzar. La idea es que ese grupo de trabajo tenga como ámbito institucional la Comisión de Promoción del Mercados de Valores que hoy ya existe. Pretendo que primero se trabaje en el grupo de trabajo y después saltar ahí. Qué los cambios sean más que reclamos puntuales. No es que si cambiábamos un poquito tal perillita sino en pensar en un mercado de valores como cualquier otro donde concurran todos los que precisan fondos y los inversores. Que sea un ámbito donde se favorezca la intermediación financiera. Tengo muchas expectativas.

Hay una papel que tienen que jugar el regulador pero también el sector privado tiene que tener ganas de ir hacia un mercado de valores distinto y dar un salto de calidad. Las oportunidades están.

Estoy pensando en un mercado que no tenga como centro a los valores públicos, sino de los privados e incluso que piense en la región. Para eso hay que dar un montón de pasos. El diagnóstico de lo que hay que hacer está bastante claro.

Diego Battiste

¿Y con las fintech por dónde van esos ajustes?

Todavía en la interna del Banco Central. La idea es generar un terreno de juego nivelado, que haya reglas claras por la cual cualquier innovador se pueda instalar en Uruguay y tenga las condiciones para hacerlo de forma rápida. Para que un sistema financiero sea moderno y accesible requiere mucha tecnología. Y esa tecnología la tienen que incorporar los que hoy ya están como los bancos tradicionales; el mercado de valores va a tener que incorporar tecnología; los que hoy ya juegan en el sistema de pagos van a tener que sumar más tecnología. Además, tieneque existir espacio para, si aparece alguien con una idea interesante, pueda entrar y ser un participante más. Ahora estamos en el diseño de las reglas de juego. Hay varios países que pueden ser referencias, que ya se equivocaron en cosas y que Uruguay puede aprovechar porque viene relativamente atrasado para saltearse ciertos pasos. 

Hay que generar el ambiente para que las empresas de tecnología quieran venir al sistema financiero para trabajar para los uruguayos pero, además, pensar en el exterior. Cuando hablo de tecnología, me refiero a que aparezca un banco digital –en los países de la región hay y en Uruguay no–, puede ser una empresa que dé créditos al consumo con plataformas tecnológicas. 
También hay mucho espacio para la propia infraestructura del sistema financiero.  Puede aparecer una empresa que haga mejores los análisis de riesgo, los scoring crediticios, la metodología que los bancos o las empresas usan para dar crédito, que automaticen controles de lavado de dinero. 

En algunas temas se avanzó. 

En algunas de esas cosas ya se está trabajando en cosas concretas. También hay que lograr que si un estudiante recién recibido de una universidad tiene una idea buena tenga su espacio. 
Ahí vamos a trabajar con la industria, con la ANII, con actores que ayuden a promover la innovación. En algunos ámbitos, hasta para poder ponerse a tiro. En el sistema de pagos, Uruguay hoy está por varios indicadores en los peores lugares de Latinoamérica. Hay muchas cosas por cambiar para tener un sistema financiero innovador. 

Sin descuidar la estabilidad y la solvencia –que es un activo central del sistema con muy buenos bancos y sólidos–, lo que requiere el sistema es modernizarse y ser accesible. Para poner un ejemplo, que yo pueda hacer una transferencia de celular a celular instantánea. Son pocos los países que quedan que no tienen eso. Esto es algo que ya hace unos cuantos años está en varias partes del mundo. En ese tipo de cosas Uruguay está muy atrás y tiene que dar ese paso. 

Los cambios a la inclusión financiera y qué piensa sobre los controles al lavado de activos 

Diego Battiste

¿Está previsto algún otro ajuste en la inclusión financiera en lo que compete al Banco Central más allá de lo que se cambiará con la ley de urgente consideración?

No. Lo que priorizamos con los cambios fue el principio de la libertad. Que los usuarios tengan libertad de elección y cada ecosistema se pueda mover por donde sea. El Banco Central creo que cambios de reglas no tiene. Después el que quiera pagar con el billete, la tarjeta o el celular, tiene que elegirlo y lo va hacer por la calidad de servicio, por costos, por lo que fuera. A veces lo que pasa en los sistemas financieros es que hay mucho subsidio cruzado. Entonces, que cada servicio se cobre lo que corresponda y el usuario elija qué le gusta más. 

La oposición cuestionó algunos cambios sobre un cierto retroceso en los controles para la prevención del lavado de activos al autorizar los pagos de determinadas operaciones en efectivo. 

Con el tema del control del lavado de dinero, todo lo que queremos hacer es avanzar con lo que hoy ya está vigente con organismos internacionales. Hay que realizar una evaluación adecuada porque tienen un montón de observaciones y justamente trabajar para levantar las mismas. Por ejemplo, casi no hay procesamiento por lavado de dinero. Uruguay montó una legislación y prevención de lavado pero después lo que llega a efectivizarse en procesamiento es muy poquito. Ha hecho cosas como el registro de beneficiarios finales (de las sociedades anónimas), pero que la propia Gafilat (Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica) dice no se usa. Hoy sabemos quién es el último dueño de la plata de muchas empresas pero no tiene utilidad.

Cuando tenés un sistema de prevención de lavado de dinero lo que tenés es un sistema donde vas a molestar a todos los uruguayos no solo a los que cometan delito. Justamente como vos querés prevenir tener que hacer eso. Lo que hay que buscar es incorporar tecnología, de mejores prácticas, que hagan que el sistema de prevención no le sea una enorme peso a la sociedad, de papeleo. Estamos trabajando en la incorporación de tecnología para que los bancos y otros sujetos obligados incorporen otra tecnología que hoy está al alcance de la mano como el manejo de bases de datos e inteligencia, en eso que lleve a un sistema mucho más efectivo de lo que es hoy. Queremos un sistema de prevención muchísimo más efectivo. Clarito, ni un paso atrás. 
 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.