Inés Guimaraens

¿Un crédito más barato para las familias y empresas uruguayas?

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15 de octubre de 2020 a las 16:51

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En alguna etapa de tu vida la necesidad de recurrir al crédito aparece, desde algo habitual como vestimenta a otras opciones un poco más onerosas como un vehículo, una vivienda, por citar algunos ejemplos. También si tenés una empresa el financiamiento es una pata fundamental para apalancar tu negocio y buscar un proceso natural de crecimiento o incluso para arrancar desde cero para un emprendedor. 

En Uruguay, el costo del crédito no es de los más baratos, te diría que bastante caro incluso si nos comparamos con economías de la región con un nivel de desarrollo similar y no con las grandes potencias. Hay varios motivos que explican esto como intentaré explicarte en un pantallazo unas líneas más abajo. Ahora, con un escenario de tasas de interés en mínimos a nivel global (con perspectiva que se mantengan por un buen tiempo) y una apuesta fuerte y ambiciosa del gobierno para bajar la inflación: ¿podremos tener tasas de interés por debajo del dígito en pesos? 

El punto de partida y su funcionamiento actual

Tras la crisis del 2002, el sistema financiero uruguayo aprendió la lección, se fue adaptando a las nuevas reglas de la regulación y ganó una solidez que nadie cuestiona. Sin embargo, su funcionamiento todavía está lejos de ser el ideal. Una parte importante de las familias (de menores recursos) y empresas (en particular las más pequeñas) están fuera del sistema crediticio de los bancos, lo que en definitiva deriva en un costo mayor para los que menos tienen. Otro punto flaco son las tasas de interés que se pagan para acceder a ese financiamiento. Como te muestro en estos gráficos, las tasas de interés tanto en pesos como en dólares no han mostrado grandes fluctuaciones en los últimos años. 

Las familias pagaron en promedio una tasa de interés anual en pesos (nominales) de 37,8% a los bancos para financiarse, según los datos del Banco Central al cierre de agosto. En el caso de las empresas, las tasas en pesos se ubicaron en promedio en 13,5% anual. Pero como como reza el dicho, en el promedio se ahogan los petisos. Mientras que las grandes empresas pagaron en agosto una tasa del 10,6% en promedio anual en pesos, en las medianas trepa al 15,3%, en las pequeñas al 23,8% y en las microempresas al 28,9%. Que exista un diferencial de tasas es algo habitual en la industria bancaria porque las garantías y riesgos que tienen cada unidad de negocio son bien distintas. De todas formas, que un emprendedor tenga que financiarse con una tasa de casi el 30% no parece ser lo óptimo. 

Como en Uruguay tenemos una economía bimonetaria, el dólar es otro jugador de peso y al las empresas en general deben recurrir para financiarse a plazos más largos porque la opción en pesos no está mayormente disponible en el sistema financiero. En dólares, las tasas de interés son bastante más bajas (la Fed tiene hoy una tasa de 0% a 0,25%). En agosto, el promedio que pagaron las empresas fue del 3,9% anual, mientras que en las familias se ubicó en 6,7% anual. 

¿Por qué los bancos no prestan más en pesos y menos en dólares? 

Una parte de la respuesta está en la estructura de los depósitos de los ahorristas uruguayos. A grandes números el 90% de los depositantes tienen sus ahorros a la vista (se los pueden llevar en cualquier momento) y en dólares. También es cierto que las tasas que pueden pagar los bancos por plazos fijos están lejos de ser atractivas, en buena parte por tasas internacionales cercanas a 0% en las grandes economías como EEUU. Uruguay es una plaza dolarizada y hoy los bancos tienen una abundante liquidez en esa moneda: “Tenemos el doble de depósitos en dólares que los préstamos que tenemos vigentes”, me graficó un gerente de un banco privado. El agente consideró que las tasas en dólares del mercado hoy “no son caras”.

El tema es que hay pocos clientes para ese mercado. Prestarle a una pyme en dólares -cuando factura en pesos- trae consigo un riesgo por el descalce de moneda que no es lo recomendable. Lo mismo ocurre con el crédito al consumo en dólares para las familias, que es prácticamente inexistente. 

Donde los bancos no tienen tanta liquidez es en pesos, porque los ahorristas uruguayos (quizás por recuerdos de devaluaciones históricas como la tablita de 1982 o la crisis del 2002) siguen inclinándose a ahorrar en el billete verde. Y más difícil es ver depósitos en pesos a mediano o largo plazo para que los bancos puedan calzar más préstamos en esa moneda. 
Un ejecutivo bancario me explicó que bajar las tasas del crédito al consumo para las familias en pesos “es complejo” por un “montón de costos operativos” asociados, y también por los mayores riesgos asociados que tiene ese nicho. De hecho, por eso es que una parte importante del crédito al consumo para las familias de menores ingresos lo toman las administradoras de crédito que están por fuera de la regulación del sistema bancario porque tienen otra “cintura y margen” para arriesgar más en ese segmento. 

Y con los pesos indexados a la inflación ¿cómo andamos? ¿Puede bajar el costo de financiar una hipoteca con un banco de plaza? Hace un par de semanas un diario chileno destacaba que las tasas en UF (un símil de la UI en Uruguay de pesos chilenos ajustados por inflación) con las que se financian las hipotecas, había caído a 2,4% anual, un mínimo histórico. En Uruguay hoy la mayoría de los bancos de plaza ofrecen hipotecas a 10 años con una tasa de 5,25% en UI anual y de 5,75% para plazos de 20 o 25 años. 
Un gerente de un banco me dijo que para compararse con Chile u otros países con tasas en esos niveles no hay que darle mucha vuelta: la inflación. El IPC chileno en los 12 meses a Chile fue del 3,1% mientras que en Uruguay fue del 9,9%. 

Los bancos suelen fondearse con inversores institucionales (como las AFAP o el BSE) para prestar en UI pagando tasas del 3% al 3,5%. Por tanto, los bancos se quedan con un spread (ganancia) de 200 puntos básicos (2%), en un nicho que consideran tienen ciertos riesgos porque rematar una casa en seis meses (como ocurre en EEUU) no es tan sencillo de implementar en Uruguay. 

Una ventana que se abre con la lupa sobre el BCU

“Hay espacio para que tengamos un escenario de tasas (de interés) más bajas”, me dijo en esta entrevista el presidente del Banco República, Salvador Ferrer, y añadió que ello será una “muy buena noticia” para los deudores y una “pésima noticia” para el sistema bancario por decirlo de alguna forma, porque se van comprimiendo cada vez más los márgenes y hay altos costos operativos que pueden eventualmente ser un problema.

Ferrer sostiene que en cierta medida el sistema se ha acostumbrado a manejarse a mediano y largo plazo únicamente en UI, pero es optimista en que el mercado en pesos nominales pueda desarrollarse en los próximos años y ganar en profundidad, aunque para eso se requiere algo fundamental: que la inflación baje a parámetros internacionales (por debajo del 5%). 
Los ejecutivos de los bancos privados con los que hablé comparten que hay una oportunidad para avanzar y reducir las tasas en pesos, pero son cautelosos en cuándo se podrá ver reflejado en los consumidores finales (familias y empresas). 

Como te mencioné en la entrega anterior de Rincón y Misiones las tasas de interés en pesos se han reducido fuerte en los últimos meses en las distintas licitaciones de Letras de Regulación Monetaria (LRM) que realiza el BCU o en las Notas del Tesoro en moneda nacional que ha sacado el MEF. Sin embargo, para que esas tasas en pesos bajas (o negativas en algunos) casos lleguen, el crédito falta. Una de las razones que argumentan los bancos es que la curva de rendimientos en pesos de cierta forma está renga. Hoy el mercado sabe cuando paga una LRM a 1 año de plazo (7,6% anual) pero no hay otras tasas indicativas a plazos de 3 o 5 años, por ejemplo. El BCU dejó de emitir LRM a 2 años desde marzo. Para avanzar en las curva de pesos nominales hay que saltar hasta los Bonos del MEF con vencimiento en 2022 y 2028.

“Hoy de alguna manera estamos esperando que ese compromiso del BCU (para bajar la inflación) se vea en la cancha. Por ahora, las expectativas (para una baja de los precios) le dan una carta de crédito pero con eso no alcanza”, me explicó uno de los ejecutivos bancarios que me recordó que la inflación hoy está orillando el 10%

El equipo económico anunció un nuevo rango meta de 3% a 6% desde setiembre del próximo año (hoy es de 3% a 7%). "La política monetaria va actuar en consistencia con ese objetivo", aseguró el titular de la autoridad monetaria Diego Labat cuando se realizó ese anuncio en agosto. 

El Comité de Política Monetaria (Copom) tiene hoy una Tasa de Política Monetaria (TPM) para colocaciones a un día de plazo en el 4,5% anual como una señal hacia la recuperación de la economía por los efectos de la pandemia. “A medida que las condiciones adversas derivadas de la emergencia sanitaria se vayan atenuando, el Copom prevé el pasaje paulatino a una instancia contractiva (tasas más altas), tal y como fue anunciando en las últimas reuniones", dice el comunicado.  Por tanto, queda claro que esa tasa (baja) es algo temporal. 
El gobierno tiene una meta ambiciosa de llevar la inflación a 3,7% para fines de 2024. Para ayudar a cumplir con ese objetivo, el BCU apuesta a una estrategia más agresiva de desdolarización de la economía uruguaya que (para que sea creíble) deberá verse reflejada con un descenso de la inflación durante los próximos cuatro años. Lo segundo debería ayudar a lo primero. Acá jugará un rol clave la independencia que tenga la autoridad monetaria para cumplir con lo que ya anunció será su única prioridad. También será clave que la política fiscal (que maneja el MEF) aporte su grano de arena como se comprometieron las autoridades en sus proyecciones en el proyecto de Presupuesto. Al final del día, la llave para que el crédito para las empresas y familias se abarate pasará por el control de la inflación y así ahorrar en pesos genere más confianza.

Por tanto, a corto plazo será difícil ver un descenso brusco en las tasas de interés que cobran los bancos por prestarte pesos, aunque se abre una ventana para un cambio. “No podemos correr sin caminar primero”, fue la metáfora que me tiró un bancario para explicarme que para ver tasas más bajas en pesos primero el país deberá tener una inflación por debajo del 5% y cuyo sostenimiento sea creíble. 

Soy Ándrés Oyhenard , editor de Economía y Empresas de El Observador. Hasta aquí esta nueva entrega de Rincón y Misiones, la newsletter exclusiva para suscriptores Member de El Observador para entender mejor la realidad económica y los temas que tocan nuestro bolsillo, y contar con mejor información para tomar decisiones.

 

 

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