"Varios médiums me ofrecieron participar en actividades pero dije que no"

Con la primera novela de Voces anónimas bajo el brazo, ante su debut como director en cine y con la intención de llevar el proyecto a la radio, el comunicador habló sobre su vínculo con lo sobrenatural y el presente de la franquicia

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29 de agosto de 2020 a las 05:04

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A los 9 años, Guillermo Lockhart ya conocía los 19 departamentos uruguayos. Parte de su familia es del interior, lo que sumado al trabajo de veterinario de su padre hacía que todo el tiempo viajara a ferias rurales, campos y establecimientos. Allí, los locales le contaban leyendas que le fueron despertando un gusto por lo sobrenatural, por esas historias que mezclan ficción y realidad y se van transmitiendo de generación en generación.

Cuando tenía 14 años, viajó a Estados Unidos, a la casa de su tío. Su familiar acababa de mudarse, y entre las pertenencias de los viejos dueños encontró una tabla ouija. Cuando su tío, psiquiatra, le dijo que pensaba tirarla, Lockhart le pidió si se la podía quedar. Se la trajo a Montevideo y tuvo una experiencia que lo dejó “bastante asustado” cuando intentó usarla. Pero no redujo su interés por ese universo. La dimensión desconocida, en televisión, y el segmento de los viernes de noche del programa radial Caras y más caras en Océano FM, conducido por Gustavo Rey, en el que se contaban leyendas, alimentaron el fanatismo.

“Tenía un grupo de amigos y nos gustaban este tipo de relatos. Buscábamos películas. Íbamos a una librería teosófica a comprar libros de médiums, cosas que no son normales en un chico de 14 años (risas), pero era la curiosidad, cosas de viajes astrales. Después íbamos a la feria de Tristán Narvaja, le sacábamos libros a nuestros padres y los cambiábamos por libros de esos temas. Era como un hobby. Pero no lo veía como algo a lo que me iba a terminar dedicando”, cuenta Lockhart.

Y sin embargo, desde hace 14 años es el responsable de Voces anónimas, a esta altura una verdadera franquicia multimedia que abarca libros, obras de teatro y por supuesto, la serie televisiva. Ahora, mientras se rueda la séptima temporada del programa, se publicó la primera novela, que se suma a otros quince libros, tres de los cuales han recibido el reconocimiento Libro de oro de la Cámara Uruguaya del Libro, que reconoce a los textos más vendidos de cada año.

El libro fue escrito por Lockhart y el argentino Mauro Croche. Por teléfono desde su país, Croche explica que Lockhart lo conoció a través de una de sus historias de terror, Enterrada viva, que se convirtió en un fenómeno viral. “Me propuso adaptarla para la sexta temporada de Voces Anónimas, y en ese proceso empezamos a congeniar por nuestros intereses en común y por objetivos compartidos. Empezó como una relación profesional y ahora es una amistad, aunque en persona nos vimos tres veces”, cuenta.

Antes de la novela, que lleva por título El símbolo de la muerte, trabajaron juntos en dos guiones cinematográficos. “La novela viene de una idea de Guillermo. Empezó como una adaptación de un cómic que había salido en un libro anterior y terminó siendo otra cosa. Hicimos muchas reuniones virtuales y nos mandamos mutuamente cosas escritas, para que el otro las leyera”, relata el argentino sobre el proceso del libro, sobre el que ya están trabajando en la segunda parte.

En medio del proceso de escritura, llegó otra propuesta cinematográfica, en la que además del guión, Lockhart también debutó como director. Sobre esos proyectos, su vínculo con lo sobrenatural, y el presente de Voces anónimas, el conductor habló con El Observador.

¿Qué te impulsó a escribir la primera novela de Voces Anónimas?

Voces Anónimas ya es más que un programa de televisión. Un proyecto que arrancó como un piloto, que estuvo parado en Canal 10 un año, de golpe pasó al canal 12, sin muchas expectativas, porque el primer objetivo era el de contar algunas historias de Montevideo. El buen resultado de rating nos lleva a seguir con más temporadas, el público demandaba la salida de un libro y todo fue fluyendo. Y de la mano de las presentaciones de la serie, que cada temporada va contando una historia, y que las dirige Oliver Garland, se empezó a hablar primero de una película y después de una novela. Y a mí una de las cosas que más me gustan es poder darle a la gente lo que me pide, aunque a veces sea difícil hacerlo en un corto plazo. Hubo momentos de frustración, pero Mauro Croche fue el haz de luz en la oscuridad. Trabajamos dos años en la novela. 

¿Cómo fue el trabajo con Croche?

Al final fue todo bastante fluido, una vez que encontramos el camino nos concentramos en terminar la novela. Hay un momento clave en el que estábamos escribiendo, por lo que creo que no le encontraba la vuelta, y es que ponía a mi personaje como protagonista. Y Mauro, después de buscarle la forma, me sugirió que la historia la contaran un par de adolescentes, manteniendo ideas y al personaje. Y ahí vimos el final del camino. 

En medio de ese proceso aparece la propuesta de El juego de las 100 velas, la película que se va a estrenar en octubre.

Una vez que empezamos a trabajar juntos aparecieron algunas oportunidades que aprovechamos. La productora Black Mandala, que es parte argentina y parte neozelandesa nos llamó para un proyecto, una antología de cortos de terror para la que precisaban desarrollar un hilo conductor. Nicolás Onetti, que es el director de la productora me lo ofreció y sugerí incorporar a Mauro, porque ya estábamos trabajando juntos y me parecía que estaba bueno sumarlo. La primera antología fue A night of horror, que tenía como eje a un conductor de radio al que la gente lo llamaba para contarle experiencias, medio parecido a Voces Anónimas, que disparan los cortos. Ese proyecto funcionó, y después vino El juego de las 100 velas, en la que participamos mucho más, porque es uno de los capítulos que forma parte de un libro de Voces Anónimas. Es un juego japonés, un ritual en el que se intenta abrir un portal, se van soplando las velas y se van contando cuentos de terror, y al llegar a la vela cien se abriría el portal y si hay algo en ese espacio se va a manifestar. Fui a Argentina a dirigir ese hilo conductor, que fue una linda experiencia. Fue un desafío importante para mí, porque además el guión se hizo en español, pero se tradujo porque se filmó en inglés. 

Libros, teatro, películas, televisión. ¿Hay algún formato que aún no hayas explorado con Voces anónimas que tengas pendiente?

Algo que me fascina y que me metió en todo esto fue la radio. Los viernes de noche, de chico, escuchaba Caras y más caras, con Gustavo Rey. Y la verdad es que volaba, me iba a ese universo mágico de las leyendas y las historias inexplicables. Era el único día en el que hablaban de eso, y me imaginaba hacer un programa de radio sobre eso. Cuando empecé Voces Anónimas esa idea afloró, es algo que sigue estando ahí, no necesariamente como Voces Anónimas pero sí que se trate el tema. Esta situación de la pandemia nos frenó alguna idea que teníamos, pero no estamos tan lejos de concretarla. 

Algo que siempre ha mantenido el proyecto es la autogestión: los libros son ediciones propias, por ejemplo. ¿Es algo que has trabajado para mantener?

Si, primero porque a la hora de la creatividad al no depender de nadie tenés total libertad, obviamente que tratando de mantener una línea y de tener en cuenta el gusto del público. En los libros también, la libertad de elegir la fecha de publicación, de llegar a determinados lugares o poder decir, "quiero que sea un longseller, que si funciona, esté cinco o diez años en las librerías", y a veces con las editoriales estás atado de pies y manos a sus decisiones. Los libros vienen del público, porque empezaron para contemplar un pedido que nos hacían, pero después nos dimos cuenta de que había un montón de historias para publicar, y que dependía de nosotros, de la autogestión, y que eso mismo te permite darte esos gustos. No tener problema en sacar dos libros en un mismo año. Nos dejamos llevar pero la autogestión te permite moverte a gusto, aunque siempre en base a los resultados. Por ahora es el mejor camino. Uruguay es un mercado chico y los acercamientos que tuve con editoriales no me dejaban seguro de que iban a querer tanto este proyecto como yo pretendo. He tenido otras posibilidades y siempre elegí este camino. Estás más cerca de todo. Lo otro es más frío, depende de otros. 

¿Cuáles son hoy por hoy, las fuentes de historias para Voces Anónimas?

Una de las principales fuentes de historias es el público. Las "voces anónimas" son los vecinos. Hoy por hoy también los encontrás en las redes sociales. Hay otros casos que viene avalados por la historia o que hay documentación, como el tesoro de las Masilotti, o la historia de Dionisio Díaz. Fuimos a la biblioteca del Palacio Legislativo o a la Biblioteca Nacional, o a buscar información adicional para avalar datos, y eso también nos gusta. La leyenda está a medio camino entre la verdad y la ficción, pero cuando hay datos que se pueden comprobar o que permiten contar las cosas con más seguridad, los vamos a buscar. Otras veces hay que confiar en las palabras. Después hay veces que los testimonios te llevan al material, como nos pasó con el caso de la degollada de la rambla Wilson, que está en un libro de -que en paz descanse- Gustavo Escanlar. Es un caso policial muy interesante, hay casos que los escuchás como leyendas y después ves que sucedieron de verdad. Otros casos son más personales, y hablás con los que te la cuentan, con sus vecinos, con sus familiares, que a veces son de esas que se van contando de generación en generación. 

Desde la sexta temporada han incorporado ficción al programa. ¿Cómo decidieron utilizar ese recurso?

Algo que nos han destacado siempre del programa fue la calidad de la imagen, el uso de efectos, y quisimos dar un paso más. Las presentaciones siempre las trabajamos como si fueran películas, las recreaciones fueron mejorando con el tiempo. Y con esto la idea fue mostrar también que en Uruguay se puede hacer ficción, que hay técnicos de primer nivel. Hicimos 26 cortometrajes en la última temporada, con un montón de invitados, tanto detrás de cámara como delante, donde estuvieron entre otros Robert Moré, Andy Vila, Varina De Césare o Patricia Wolf. También estuvo Berto Fontana, actor de la Comedia Nacional, que tuvo su último papel antes de fallecer en la serie. Fue una apuesta, algunas cosas fueron muy buenas, otras no colmaron tanto las expectativas, pero en general gustó mucho. 

Este año el programa pasó a VTV. ¿Por qué se dio ese cambio de canal?

En el 12 habíamos emitido la sexta temporada, estábamos filmando la séptima, nos agarra la pandemia y sentía como algo personal que tenía que poner a disposición los capítulos de Voces Anónimas para entretener al público. Los ofrecí a canal 12, ofrecí hacer una serie con lo mejor, que hace tiempo lo quería hacer. Yo hablé con los dos canales con los que trabajo. Con esto de la repetición sentí que al 12 le gustó la idea pero no la concretaron, yo estaba en casa, no podía filmar, tenía ganas de compartir esos capítulos, y vino por ese lado. Yo había tenido charlas con VTV y Tenfield, tenía ganas de hacer cosas con ellos, y siempre estaba eso de que como yo estaba en Canal 12 no podía. Pero se dio esta situación, ellos me hicieron la propuesta, y no lo dudé. En este momento difícil quería estar cerca del público. Con el 12 estoy muy agradecido, fue el canal que eligió hacer la serie y no me olvido de eso. Pero sé también que el canal tiene sus complejidades, que hay mucha programación, nos ha pasado de tener que esperar dos años para salir al aire, y eso sumó para tomar esta decisión. Ahora vamos a estar al aire hasta fin de año, y la séptima temporada está en proceso. No descarto nada pero estoy muy contento con VTV, hemos tenido muchas salidas y en buenos horarios. 

A lo largo de estos años que Voces anónimas estuvo al aire, ¿te habían hecho propuestas para irte a otro canal?

La gente acá en Uruguay sabe si estás bien en un medio y no te van a golpear la puerta. Capaz que en otros países con mercados más competitivos sí. Con VTV tuvimos charlas, no tanto por Voces... sino por hacer algo con ellos. Una de las cosas que más me gusta es sentir que te quieren tener en un equipo, que te pongas la camiseta y estés con ellos, y con VTV lo sentí. Por eso cuando me hicieron la propuesta acepté. Y con canal 12 últimamente sentía que si bien el programa siempre fue querido notaba que era difícil encontrar un lugar en la grilla y por ahí no estaba entre las prioridades. Y para nosotros que le dedicamos mucho tiempo y trabajo sentía que teníamos que estar en un lugar con más posibilidades, no es que estuviéramos en un segundo plano pero si era más complicado, y con lo de la pandemia lo viví. Sentí que era un tren que estaba pasando y me subí, espero llegar a destino. 

¿Voces Anónimas te cambió la perspectiva que tenías de lo sobrenatural?

Si, primero porque entrevisté a miles de personas y muchos casos coinciden en lo que te cuentan, cosas muy parecidas incluso a kilómetros de distancia. También entrevisté a gente que para mí es muy confiable, como José Luis Chilavert, que en el Castillo Pittamiglio me contó una historia de fantasmas ante una cámara, y para mi es un tipo frontal y muy seguro en lo que dice. Creo mucho en la palabra de la gente que ha salido al aire. Capaz que no te convence 100%, pero si te hace respetar y creer. He tenido oportunidades de sacarme las dudas, varios médiums me ofrecieron participar en actividades, pero he dicho que no. Quiero seguir a mitad de camino, ser un comunicador. Creo mucho y respeto mucho pero me gusta la ambigüedad, de saber que capaz del otro lado de la puerta hay algo pero no quiero asomarme a mirar, ahí en ese misterio me parece que hay algo de lo fascinante de la vida, creer que puede haber algo pero disfrutar de este mundo, y por no estar pendiente de aquel mundo perdernos de vivir la vida misma. 

¿Alguna vez sentiste miedo mientras filmaban alguna historia?

Hubo una vez que me quedé a oscuras en una casa abandonada del Prado. No sé si fue sugestión o qué, porque en realidad estaba asustado porque estaba en un segundo piso, en una casa alta, en la que en varios lugares faltaba el piso y quise buscar al cuidador de la casa, que estaba cerca cuando se cortó la luz. No se veía nada. Más que de un fantasma tenía miedo de dar un paso en falso. Entonces lo tanteo, le toco el hombro y le digo "Luis, quedate acá, no te muevas". Vuelve la luz, y Luis no estaba. Había bajado a arreglar la luz. Y en ese momento sentí un escalofrío, es difícil contar lo que pasa cuando sentís ese miedo. Es como un cachetazo, quedás duro y no entendés bien lo que está pasando. Me pasaron un montón de cosas por la cabeza en ese momento. Otras veces te asustas porque se asustan los que están contigo, es contagioso. Pero es parte del juego, si vas a un cementerio de noche o a un lugar donde pasan cosas, y estas solo, tu misma mente te va a llevar a ese límite. 

¿Y más allá del miedo, cuál fue la experiencia más extraña que tuviste?

En un cementerio de Melo fuimos a entrevistar a Néstor Araújo, un periodista del diario El País, que había escrito sobre una niña que consideran milagrosa, le dicen "La santa de Melo". Tiene una capilla, y una tumba solitaria, porque cuando hubo que mover todo para hacer más espacio en el cementerio y la fueron a desenterrar, los empleados de la necrópolis abrieron el cajón y se encontraron que estaba en perfectas condiciones, aunque habían pasado 50 años del entierro. Y lo dejaron ahí, el argumento fue que "a nosotros nos contrataron para trabajar con personas y esto no sabemos que es", que lo dijo el jefe de esos empleados. Y la dejaron ahí. Eso generó un rumor, le empezaron a ir a pedir milagros y supuestamente se empezaron a cumplir. Estamos haciendo la entrevista y en un momento el periodista me dice "mirá para arriba", y en las nubes se había formado una cruz perfecta, encima del santuario. Había veinte personas con nosotros y le pregunté a una señora que trabajaba en el Ministerio de Educación y Cultura si había aviones circulando por ahí y me dijo que no. Había otras nubes que se movían con el viento, pero esa quedó ahí clavada. Le sacaron fotos, hay algun video. Es una cruz de nubes que se hizo cuando estábamos ahí. Uno de los de nuestro equipo pensó que era una señal, porque la capilla no tenía cruz, y era cierto. Le hizo una y se la llevó. Fue raro. Pero no sentí miedo, sino una tranquilidad. Es creer o reventar. No le encuentro explicación. 

¿Le ves un final a Voces anónimas?

Yo lo haría toda la vida. Pero es como todo. Incluso estamos en un punto en el que levantamos tanto la vara que cada vez se hace más difícil hacer el programa. En algún momento no vamos a poder mejorar más y nos tendremos que preguntar si vale la pena seguirlo haciendo. Lo que pasa con Voces Anónimas es que empezó a cruzar fronteras, con YouTube y otras plataformas, entonces hay lugares donde es relativamente nuevo y eso te permite apostar a otros contenidos o a más historias de esos lugares. Después hay clásicos de la televisión que se terminan convirtiendo en emblemáticos. Me gustaría seguir haciéndolo mientras se pueda, hasta que por un tema de calidad ya no se pueda seguir, o que al público le deje de interesar. Por ahora, mientras a los canales y al público le interese, y esa ecuación siga, lo haremos. Lo que si es que este universo de leyendas no se va a terminar nunca, sea con nosotros o con otras personas, que las van a seguir contando. 

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