MAURO PIMENTEL / AFP

A pesar de Bolsonaro, Brasil sale de pesadilla del Covid mediante ofensiva de vacunación

La mayoría de los brasileños acogen las inoculaciones pese al escepticismo del líder Jair Bolsonaro

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09 de diciembre de 2021 a las 17:13

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Michael Pooler

Después de sufrir una de las peores catástrofes del mundo por la pandemia de Covid-19, Brasil se está recuperando con un fuerte descenso de las muertes y una campaña de vacunación masiva, a la vez que refuerza su capacidad de fabricar vacunas contra el coronavirus.

Durante una devastadora segunda ola de infecciones a principios de este año, la nación más poblada de América Latina fue el epicentro del brote mundial, alcanzando un máximo de más de 4,200 muertes registradas en un sólo período de 24 horas en abril.

Pero las muertes diarias por esta enfermedad han descendido desde entonces a menos de 200 en una media acumulada de siete días, y la tasa por cada 100,000 residentes es actualmente inferior a la de EEUU, la Unión Europea (UE) y el Reino Unido.

"Brasil está saliendo de su pesadilla y la principal razón de ello es nuestro alto nivel de cobertura de vacunación", dijo José Gomes Temporão, investigador y exministro de salud.

Los críticos del gobierno dicen que el progreso se ha producido a pesar del presidente Jair Bolsonaro, quien alguna vez minimizó la enfermedad respiratoria calificándola de "una pequeña gripe" y ha sido acusado de manejar mal la crisis. El líder de extrema derecha se opuso a los confinamientos en favor de mantener la economía abierta, despreció las mascarillas y ha manifestado su escepticismo hacia las vacunas contra Covid-19.

En cambio, señalan un sistema de salud pública y una base científica sólidos, así como iniciativas de la sociedad civil y las empresas para apoyar el programa de vacunación con donaciones de equipos.

Tras un comienzo lento y una escasez inicial de suministros, el 64 por ciento de los 213 millones de habitantes de Brasil está ya totalmente vacunado, lo que representa una cifra muy superior a la media mundial del 44 por ciento y el segundo puesto entre los diez países más poblados. El número de dosis administradas es el cuarto mayor de todos los países, según la base de datos Our World In Data (Nuestro mundo en datos). Más de tres cuartas partes de los brasileños han recibido al menos una dosis.

Las mejoras han permitido vislumbrar el posible fin de una calamidad que ha cobrado directamente 615,000 vidas hasta ahora, el segundo mayor número de víctimas de la enfermedad después de EEUU, o el décimo en términos per cápita.

"Brasil ha sido uno de los países con peores resultados durante la pandemia, un ejemplo de lo que no se debe hacer en la lucha contra la pandemia de Covid", dijo Lawrence Gostin, profesor de legislación médica mundial de la Universidad de Georgetown. "La vacuna parece ser la caballería y ha venido a salvar la situación".

En la ciudad amazónica de Manaos, donde varios pacientes se asfixiaron por falta de suministro de oxígeno a principios de este año, la enfermera Thatyana Borges Machado ha notado un cambio considerable. "Actualmente ya no estamos sufriendo el caos", dijo. "Las consultas han vuelto a la normalidad".

La aceptación generalizada de las vacunas ha desempeñado un papel importante. Una encuesta realizada por el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló que sólo tres de cada 100 brasileños no tenían intención de vacunarse, la tasa más baja de América Latina y el Caribe, donde el promedio era del 8 por ciento.

Contrasta con Bolsonaro, quien ha jurado no vacunarse y el año pasado bromeó que la vacuna de BioNTech/Pfizer podría convertir a los vacunados en caimanes. Un vídeo en el que el ex capitán del ejército afirmaba que las vacunas contra Covid-19 estaban relacionadas con la aparición del sida en algunas personas fue retirado recientemente de Facebook y YouTube.

"Por la forma en que Bolsonaro condujo todo este proceso, es una suerte que Brasil tenga un historial de políticas de inmunización y de creencia en la ciencia y en las vacunas", dijo Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro.

La arraigada confianza proviene de una infraestructura sanitaria pública que produce y administra decenas de millones de inyecciones al año contra enfermedades como la gripe, la fiebre amarilla y la meningitis, en un territorio del tamaño de un continente.

Mientras Bolsonaro promovía remedios no probados como la hidroxicloroquina y Brasilia retrasaba la realización de pedidos a Pfizer por la preocupación de los términos contractuales, las instituciones biomédicas estatales estaban tomando medidas para garantizar la disponibilidad de reservas de vacunas contra Covid-19.

Una asociación entre el Instituto Butantan de São Paulo y la compañía farmacéutica china Sinovac suministró lotes que fueron los primeros en administrarse en enero. Aunque los ensayos locales mostraron una eficacia global relativamente baja, de poco más del 50 por ciento, los defensores afirman que la vacuna CoronaVac fue un puente vital en un momento de necesidad.

Desde entonces ha sido superada en Brasil por las vacunas de Pfizer y Oxford/AstraZeneca. Esta última está siendo producida por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) en Río de Janeiro. En virtud de un acuerdo del año pasado, el ministerio de salud asumió el riesgo financiero de las primeras compras a AstraZeneca antes de que se completaran los ensayos finales.

En total, el gobierno dice que se han ordenado 600 millones de dosis de varias vacunas. Sin embargo, Carla Domingues, excoordinadora del programa nacional de inmunización del país, criticó sus acciones como "no adecuadas".

"El gobierno retrasó la compra de vacunas y no coordinó el proceso", dijo. "Si las dosis hubieran llegado antes, habríamos tenido muchas menos muertes".

A favor de Brasil está el fortalecimiento de la capacidad de producción nacional que disminuirá la necesidad de importar insumos y dosis terminadas de vacunas. Fiocruz ha recibido una transferencia de tecnología de AstraZeneca que le permite producir desde cero la esencia de la inmunización, conocida como ingrediente farmacéutico activo, o API (por sus siglas en inglés).

Mientras se debate sobre la desigualdad de las vacunas entre las naciones ricas y las pobres, Brasil podría ayudar a cubrir la escasez internacional. Un fabricante local empezará a producir vacunas de BioNTech/Pfizer el próximo año para América Latina.

Aunque el Instituto Butantan no tiene actualmente más contratos nacionales para CoronaVac, tiene la intención de empezar a fabricar el API en sí mismo el año que viene con la vista puesta en los acuerdos de exportación. Sus científicos también están desarrollando una vacuna nacional destinada a la venta en el país y en el extranjero.

En cuanto a la nueva variante ómicron, la inmunidad de Brasil se pondrá a prueba en las reuniones sociales durante las vacaciones de Navidad. Los indicadores de transmisión se estabilizaron la semana pasada tras las recientes caídas, según investigadores de Fiocruz. Varias ciudades, entre ellas Río y São Paulo, han cancelado las celebraciones oficiales de vísperas de año nuevo como medida de precaución.

La combinación de la inmunidad natural y la adquirida mediante la vacuna resultante de una gran cantidad de casos es una "ventaja comparativa" para Brasil, dijo Gostin, pero añadió que era "demasiado pronto para cantar victoria".

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