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Agua y circo

Falta de previsión y falta de coordinación más sequía y baja inversión: la tormenta perfecta para desatar un circo de agua salada
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14 de mayo de 2023 a las 05:00

Mientras que los montevideanos y canarios tomamos agua sensiblemente más salada que la que salía de nuestras canillas hasta hace pocos días atrás, mientras que autoridades aún discuten cómo apoyar a quienes tomar agua más salada les puede afectar la salud (hipertensos, embarazadas, niños pequeños, entre otros), el agua salada se convirtió, además, en un circo político de casi todos contra casi todos. Y un circo vergonzoso, en el que las piruetas del contorsionista, el rugido del león y los chancletazos del payaso, desvían la atención del verdadero centro de una discusión que debe darse: la calidad del agua potable que tomamos los ciudadanos y las inversiones que no se han hecho en al menos la última década para asegurar abastecimiento y calidad.

Una serie de hechos relacionados con la sequía, con la imprevisión que viene de lejos, con la ausencia casi total de coordinación entre organismos públicos y con un tema mucho más profundo, la consistente baja inversión en infraestructura, generó la tormenta perfecta que luego derivó en el circo. Que dejen de comprar tanta Coca y vayan a comprar agua, que Salud Pública está en contra de OSE, que al final la culpa la tiene Inumet, que el barco y el flete y que no me hagan hablar.  Y que Casupá y que Arazati.

En este caso, como en tantos, “los relatos” no pueden ni deben matar a la realidad, así que repasemos los hechos:

-Uruguay vive un período extenso de sequía que ya se identificó desde el año pasado, con consecuencias graves para los sectores involucrados y para la población en general.

-La imprevisión hizo que muchos pensaran (o pensáramos) que en abril había pasado lo peor de la sequía. Las advertencias de las autoridades de OSE de ahorrar agua y evitar usarla en actividades no esenciales, se hicieron en febrero y marzo. El 11 de febrero comenzó la prohibición oficial “del uso de agua potable para fines no prioritarios”, que cuando se comunicó no tenía fecha de cese y abarcaba a Montevideo, Canelones, Costa de Oro, Lavalleja, Florida, San José, Colonia y Soriano. Luego de algunas lluvias, el tema quedó perdido en la agenda de prioridades.

-A mediados de abril OSE cayó en la cuenta de que lo que había llovido no daba para abastecer a Montevideo y Canelones con agua tomada de la represa de Paso Severino, el embalse ubicado en el Santa Lucía chico del que se suelen sacar los 650 mil metros cúbicos de agua por día que se consumen en esta región. 

-El 26 de abril el presidente del ente, Raúl Montero, ya había comunicado la decisión de empezar a tomar agua también de “más abajo”, lo que lleva al aumento de sal porque allí se mezcla agua del Río de la Plata. Entonces ya se sabía que de Paso Severino no se podía obtener toda el agua necesaria; unos 234 mil metros cúbicos se están tomando de la represa de Aguas Corrientes, donde hay agua con mayor salinidad. La decisión se tomó ante el peligro de que no se llegara a cubrir todo mayo sin cortes o medidas restrictivas severas. 

-Por lo tanto, a fines de abril OSE ya sabía que iban a aumentar los límites de cloruro y de sodio permitidos. De 200 mg/L para los sodios y de 280 mg/L para los cloruros, se pasó a valores de 400 mg/L de sodio y 700m mg/L de cloruros. Pero esto no parece haber sido transmitido inmediatamente al Ministerio de Salud Pública (MSP) o al de Desarrollo Social, para generar con ellos una sinergia necesaria que permitiera hacer un plan con algo de tiempo, para aminorar los efectos de esta suba de sal y cloruro en poblaciones que pueden verse afectadas en su salud, desde hipertensos hasta niños de menos de dos años. 

-El MSP salió a advertir, casi 10 días después, que si bien el agua seguía siendo potable, las personas con hipertensión deberían controlarse más con el médico e intentar tomar agua embotellada. Hubo ruido político sobre este comunicado, porque la ministra de Salud es de Cabildo Abierto, pero la realidad es que el MSP hizo lo que debía hacer.

-En esos 10 días, que se volvieron pronto 15, el agua salada fue el tema de conversación pero no hubo ninguna campaña de bien público que advirtiera a los grupos de riesgo y concientizara al resto sobre el necesario ahorro. Tampoco se anunciaron en ese período medidas para apoyar a quienes deben evitar tomar agua más salada.

-Recién el 11 de mayo, con la batahola ya a todo trapo, el Mides comunicó que el gobierno garantizará "el costo equivalente a 2 litros de agua por día durante un mes en diferentes poblaciones". Eso incluye a los "menores de 2 años que reciben asignaciones del Plan de Equidad" y las mujeres embarazadas que reciben asignaciones familiares, los miembros del plan de enfermedades crónicas del ministerio y las personas que tienen insuficiencia renal crónica y las personas con cirrosis que estén bajo tratamiento del Fondo Nacional de Recursos.

–Un día antes, la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, dijo que comenzaría a entregar a beneficiarios del Plan ABC (Apoyo Básico a la Ciudadanía) hasta dos bidones de seis litros por semana sin costo, con una receta por parte de médicos que atienden en esas policlínicas municipales.

Si el 20 y tanto de abril, cuando OSE decidió tomar agua más salada en un intento por preservar el suministro sin recortes, los organismos del Estado e incluso la intendencia hubieran estado enterados y hubieran comenzado a coordinar, es probable que ahora estuviéramos tomando la misma agua salada pero sin tanto circo, porque las personas que pueden ser afectadas en su salud ya tendrían una solución (o varias) definidas. 

Lo que puede quedar escondido o poco claro entre tanta acusación cruzada, es que el origen de todos estos problemas es la sequía sí, pero sobre todo la falta de inversión en obras necesarias para evitar depender tanto de Paso Severino o que se pierda el 50% del agua por las antiguas cañerías de OSE. En esta gráfica queda claro que las inversiones en agua potable no han sido suficientes en la última década larga (ver las barras azules).

Podemos discutir hasta el cansancio si es mejor la solución propuesta por el Frente Amplio en su último gobierno (Casupá) que nunca se transformó en obras iniciadas, o la del actual gobierno que supone la construcción de una planta potabilizadora en Arazatí, para lo cual hay una licitación abierta. Tal vez podamos ponernos de acuerdo en que el agua viene siendo sistemáticamente postergada y eso ha derivado en una peor calidad. 

Ojalá que el mate y el café salado sean solo un incómodo período y que, al menos, convenzan a los tomadores de decisiones de que es hora de hacer obras y solucionar problemas que afectan uno de los derechos básicos de los ciudadanos de un país en el que cerca de 99% de los hogares urbanos y el 95% de los rurales tienen conexión a una red de agua potable. 

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