Aldo Garay

Espectáculos y Cultura > Entrevista

Aldo Garay: "Cualquier actividad artística en Uruguay es áspera; todos sabemos por qué"

El experiente documentalista uruguayo acaba de estrenar Carmín, su última película
Tiempo de lectura: -'
27 de octubre de 2023 a las 05:03

Aldo Garay parece una máquina. Al menos en los últimos años. De un tiempo a esta parte, su ritmo de producción se aceleró y estrenó cuatro documentales: Un tal Eduardo, El filmador, Guitarra blanca y, ahora, Carmín. En el marco del modelo del cine uruguayo, donde todo cuesta mucho y los procesos son muy largos, el músculo realizador del cineasta de 54 años resulta llamativo; en el marco de su mirada, por el contrario, ese ímpetu que tiene por, como aclara él, ser "testigo de su tiempo" a través de su obra se explica y tiene mucho sentido. Él filma por eso: porque encuentra pliegues de la realidad que no dejan de conquistarlo, porque entiende que hay temas que hay que retratar, y porque hoy su prolífica obra funciona como una especie de testimonio que habla de un Uruguay y que le pide más. 

Hoy, a fines de 2023, Garay ve como en salas de cine su firma rubrica Carmín, una historia que trabajó en simultáneo a sus últimas dos producciones anteriores, y que pone en escena a Sofía Saunier, una realizadora y activista trans que, de repente, se encuentra con que el mundo queda comprometido por una obra vial que rompe con su realidad y que la obliga a cambiar.

En Carmín, Garay vuelve a retomar temas que le interesan, entre ellos el pulso de la mirada individual, la realidad de una clase en los márgenes, la identidad, la vejez y, por supuesto, la realidad del colectivo trans uruguayo, algo que ha estado en el centro de algunas de sus producciones anteriores, como Yo, la más tremendo,  El casamiento y El hombre nuevo.

Sobre Carmín —que está en salas de Cinemateca—, su cine y la experiencia a través de los años, es que va la siguiente entrevista.

¿Cómo identificás que una persona o situación en particular es material para un documental? ¿Qué tiene que tener? 

Quizás cuando conozco una historia o una situación y me queda prendida durante un tiempo. Pero es muy intuitivo. Hay que tirar de la cuerda y explorar. No es un proceso mecánico ni muy claro, y los documentales que he hecho siempre han tenido procesos de descubrimiento diferentes. En algunos casos han sido muy inmediatos y en otros hubo más dudas, vacilaciones. Pero digamos que he tenido procesos distintos para llegar a la conclusión de que en determinada situación existe un posible documental. A veces hay situaciones muy impactantes o ricas al inicio, que luego cuando decantan no son tal y se empiezan como a derrumbar. Eso es muy frecuente.

¿Hay una frustración inherente a esos momentos donde esa primera mirada, entre comillas, falla?

Siempre queda una sensación, sí. La realidad puede tener varias lecturas, y una mala lectura de lo que puede ser una buena idea puede generarte eso. Yo creo igual que en el documental existe algo que, más allá de la idea inicial, se encuentra al transitar la idea, al ver todas las posibilidades y todas las capas que se van metiendo mientras avanza. Incluso cuando estás convencido de que la película está, y la estás rodando o montando, tampoco la tenés tan clara. Se trata de amasar, amasar, amasar y amasar hasta que se encuentre una forma y una historia. Es muy difícil adelantarlo, y es la diferencia con la ficción; es decir, en el documental el resultado muchas veces es una película que no te imaginabas o que no estaba escrita o expresada en el proyecto que presentaste a los fondos, por ejemplo. En esos casos, en realidad el 80% de lo que presentás es casi una fabulación y el 20% son certezas, cosas medianamente ciertas. La palabra frustración, por otro lado, la tengo siempre presente. Tenés que convivir con ella, porque en el documental sos como una especie de pescador que estás ahí esperando a que pique, y a veces pica y se te va. Y perdés más de las que ganas. Eso te forja una forma de trabajo, una personalidad.

¿Cómo fue el primer contacto con Sofía Saunier? ¿Cómo la conociste?

Como espectador de Transur (Ndr: un programa que Saunier produce, dirige y protagoniza desde hace años en Youtube). No me acuerdo qué capitulo era, pero me enganchó. Encontré un contacto ahí mismo y le escribí que me gustaría conocerla. Ella ya me conocía, había visto El hombre nuevo, y Yo, la más tremendo, y ahí se generó un diálogo. Su condición de documentalista ya de por sí me parecía algo potente, y además venía de trabajar algo así en El filmador, en Guitarra blanca, que también son documentales sobre filmadores. Estaba enganchado a ese interés de ver como los demás construyen su mirada. Y en el caso de Sofía se sumaba además el plano trans, que era algo que yo a su vez ya había trabajado. Se fundieron esos dos intereses en ella. Y luego de conocerla aparece su universo: su casa y Carmen, su compañera de convivencia. Y ahí dije: acá hay un documental.  Porque siempre como que termino rondando los mismos asuntos, que son la identidad, la vivienda, las casas, la vejez, la clase. Me pregunto si llego porque lo busco de manera inconsciente o por qué.

¿No tenés una respuesta?

No. Recién a los 54 años y después de haber hecho casi diez documentales estoy encontrando respuestas a algunas búsquedas. Tampoco es estoy regodeándome todo el tiempo en mi universo, en lo que voy a construir, eso me importa bastante poco. Ahora, sí me pregunto por qué se repiten tantas cosas.

Aldo Garay

Y reconocés un universo propio.

En todo lo que hice estoy, y son temas que me interesan.

En ese sentido, hace poco en una entrevista en TV Ciudad mencionabas que para el documentalista es muy importante que la persona retratada se sienta reflejado en ese retrato, pero también entiendo que para el documentalista es importante que su propia mirada finalmente se trasluzca. Casi que es un compromiso propio.

Es un compromiso, estoy de acuerdo con eso, pero también he asumido que hay cosas que se me van de control. Y que hay zonas, en todos los documentales que hice, que no sé por qué quedaron, o por qué están ahí, o por qué son así. También eso es cierto. Y eso tiene que ver con lo que es el cine en general: hay zonas de misterio, son inexplicables y se conectan con sensibilidades muy distintas.

Pensaba en Carmen, Sofía y tu relación con ellas. ¿Cómo es tu vínculo con las personas que forman parte del universo documental de Aldo Garay, una vez que empiezan a pasar los años? ¿Seguís vinculado a ellas?

No totalmente. Pero, por ejemplo, con los que mantuve un vínculo impresionante hasta que murieron fue con Julia y Ignacio, los protagonistas de El casamiento. Hasta iban a mi casa en Navidad, a los cumpleaños.

Lo preguntaba, sobre todo, porque imagino que cada rodaje es una instancia intensa, de muchas horas compartiendo espacio y conversaciones.

Son horas intensas sí, pero no tan largas. 

Y entiendo que se genera una intimidad para poder llegar a ciertos lugares.

Claro, y la confianza, pero a veces la confianza se demuestra. Hay una idea de que la confianza se gana con el tiempo, que en parte es cierto, pero también se gana con hechos, con actitudes, con demostrar que pueden confiar en vos. Hay una cosa que dice siempre Sofía, que es “yo que hago Transur y retrato a otras personas, y que me meto en la vida de otras personas, ¿por qué no iba a dejar que me hicieran un documental a mí?”. Yo la entendí perfectamente, porque muchas veces me pregunté si yo mismo me dejaría retratar en un documental, y no lo tengo tan claro.

Tu obra es muy prolífica y tu ritmo de producción, vertiginoso. El año pasado, por ejemplo, tuviste dos estrenos: El filmador y Guitarra blanca. Eso suele ser una rareza en el cine nacional. ¿Cómo es tu método de trabajo? ¿Se te superponen los proyectos?

Siempre estoy con uno arriba del otro. En estos últimos años trabajé a la misma vez El filmador, Guitarra blanca y Carmín. Y antes estaba terminando uno y pisando el siguiente. Es como que siempre hay una cierta infidelidad al proyecto principal. Y eso me funciona muy bien. Me hace muy bien entrar y salir de los proyectos.

Hace poco utilizabas la palabra "áspero" para describir cómo es hacer documentales. ¿Por qué?

Bueno, suelo moverme en zonas que a veces son muy ásperas, duras, y luego en base a eso también se me pregunta “¿para qué hacés esto?”. He llegado a la conclusión de que quiero ser un testigo de mi tiempo, no más que eso, y cada vez me preocupa menos el reconocimiento o la valoración de la obra puntual, y más eso: ser un testigo de lo que fue mi tiempo en determinados asuntos que creo que, generalmente, el documental no toca. Eso me parece que es un aporte, y si uso la palabra “áspero” es porque es áspero entrar a una casa que no conocés, es áspero estrenar, difundir, hacer documental en sí. Creo que cualquier actividad artística en Uruguay es áspera. Todos sabemos por qué: Uruguay es un país chico, pero también vivimos en un mundo donde todo es ahora y mañana no existe, hay una voracidad ya no por consumirlo todo, porque ojalá se consumiera todo, sino por pasarlo por arriba. Eso hace que tengas que tener una coraza fuerte, tener claro si vale la pena seguir haciendo esto por más que pase lo anterior. Y te vas acostumbrando, y cuando te preguntás para qué estás haciendo esto, tenés que pensar que el cine en general es eso: la memoria, un fragmento de tiempo, de vida, de situaciones, de un momento.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...