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Almagro quiere volver a la política uruguaya y ya se imagina en dónde

El libro Luis Almagro no pide perdón relata la estrategia del secretario general de la OEA para acorralar a Evo Morales y su intento de ayudar a Dilma Rousseff durante el impeachment
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16 de noviembre de 2020 a las 05:00

Luis Almagro, excanciller de la República y actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), es un personaje enigmático y camaleónico. No solo ha cosechado amores y odios; también amores que después fueron odios y odios que después fueron amores. Ha sido tildado de traidor, de panqueque, de cómplice del terrorismo y del imperio, de aliado a dictaduras, de golpista.

La suya es una historia de "múltiples conversiones políticas": militó durante años en el Partido Nacional y se considera blanco, ingresó en 1999 al MPP liderado por José Mujica (de quien fue canciller durante su presidencia); en 2015 llegó al puesto más alto de la Organización de Estados Americanos impulsado entre otros por el tupamaro, quien, a los pocos mese,s le soltó la mano por diferencias en el tratamiento del conflicto en Venezuela. Fue expulsado del Frente Amplio en 2018 y apoyado por el gobierno de Luis Lacalle Pou –muy crítico de su rol como canciller– para continuar como titular de la OEA.

Pero ahora el destino guarda un posible nuevo cambio de rumbo, ya que Almagro (57 años) piensa retornar a Uruguay y hacer política desde el Partido Colorado. Así lo narran los periodistas Gonzalo Ferreira y Martín Natalevich en el libro Luis Almagro no pide perdón (editorial Planeta), que explora la vida y la carrera del actual secretario general de la OEA, y que llegará a librerías esta semana.

En el libro, que se nutrió de más de 100 entrevistas y veinte horas de conversación con Almagro, los autores señalan que el nombre del excanciller ha sido objeto de conversaciones entre dirigentes colorados que lo ven como posible carta de renovación y que así se lo han transmitido al propio Almagro.

Consultado para el libro sobre si se ve en el Partido Colorado, Almagró respondió: "Es una buena pregunta. Es muy buena. Siendo blanco, es algo que cuesta, le va a costar a la gente entender. Pero lo dije también cuando dije que me siento absolutamente batllista. Probablemente lo que más sea en este mundo es batllista".

"En el lugar que me sentiría más cómodo es en el batllismo. En un batllismo mucho más tradicional. Un batllismo más de 'Viva Batlle' que las variables posteriores", agregó. También contó que habló con el académico colorado Nicolás Albertoni, quien le comentó que "habían tenido una reunión" y que alguien llegó a decir: "el que tiene que estar en el sistema político uruguayo, y el que tiene volver es Luis Almagro".

Los guiños al partido fundado por Fructuoso Rivera no han faltado en el último tiempo. El 16 de junio de 2020, invitado a una videoconferencia de la agrupación colorada Por el Porvenir, cerró su intervención al grito de "¡Viva Brum! ¡Viva Domingo Arena! ¡Viva Batlle!".

"Toda mi dimensión de actuación pública tiene mucho que ver con el Uruguay batllista: escuela pública, liceo público, universidad pública, funcionario público. Aunque originariamente blanco, soy hijo de eso. Por lo tanto, voy a cerrar con un mensaje que es una especie de agradecimiento para todo eso", dijo antes de reivindicar a esas tres figuras históricas del partido.

Aunque Almagro dice que aún tiene un porcentaje de MPP adentro y que "nunca" dejó de ser blanco, hoy tiene cerrada la puerta del Frente Amplio y el Partido Nacional le "queda muy lejos".

En el entorno del excanciller, cuyo mandato en la OEA durará hasta 2025, también sobrevuela la posibilidad de que en su retorno a Uruguay busque ser candidato, aunque Almagro matiza esa posibilidad. "Para mí significaría hacer todo un proceso mental interno que no ha empezado ni voy a empezar yo ni de casualidad. Tendría que hacer un proceso interno. Lo tuve que hacer acá en la reelección en la OEA. Precisé muchos ataques en mi contra para hacerme reaccionar. Si me dejan tranquilo, voy tranquilo a hacer otra cosa. No voy a complicar la vida a nadie (…) Mi nombre no es solución nunca. Si hay algo que calienta a medio pueblo es mi nombre", afirmó.

Si hay una certeza, es que Almagro va a retornar. "Yo quiero volver a Uruguay, voy a volver a Uruguay. A tomar mate, aunque sea. Pero voy a volver", contó a los autores.

De la ayuda a Dilma a la estrategia contra Evo

Más allá de lo que depare su futuro, el libro Luis Almagro no pide perdón también repasa momentos cruciales de su carrera como diplomático y político, y cuenta entretelones de su polémico desempeño como secretario general de la OEA.

Entre ellos, se relata su rol en las elecciones de Bolivia de 2019, en las que acusó de fraude al presidente Evo Morales, que ante los disturbios y la movilización debió renunciar y exiliarse en México y luego en Argentina. Un año después de esos acontecimientos, la victoria en las urnas del candidato Luis Arce (del partido MAS fundado por Morales) reavivó las visiones de que la OEA había contribuido a un golpe de Estado. Pero Almagro sigue sosteniendo que Morales cometió un fraude y que no se puede hacer un "paralelismo" entre los dos comicios.

Además, el secretario de la OEA explica cómo concibió desde un principio la estrategia para desplazar a Morales luego de que un referéndum en 2017 le impidiera la reelección. Almagro, que primero pidió a Morales que respetara el pronunciamiento de las urnas y cuestionara el fallo judicial que posteriormente lo habilitó a presentarse, sorprendió a varios cuando, en mayo de 2019, se declaró en contra de impedirle al líder indígena competir en la elección.

Según cuentan los autores, y admite Almagro, la estrategia consistía en ganarse la confianza de Morales y acudir como observadores del proceso, aunque eso trajera como "costo" una posible victoria legítima del entonces presidente.

Así se lo planteó a Morales en un viaje de ambos a Nueva York en setiembre de 2018: "Tenés que invitarnos para observar. No podés matar a nadie en una manifestación. No podés meter un solo preso político ni inhabilitarme ningún candidato. Y no podés robarte ni un voto. Esas son las tres condiciones mías", le dijo Almagro.

"Ahí abríamos dos posibilidades y cerrábamos una. Abríamos una posibilidad de que Evo ganara legítimamente. Era el costo que tenía eso. Para mí eso era imposible (…) Después abríamos la posibilidad de que la oposición boliviana ganara legítimamente. Y cerrábamos la posibilidad de que Evo se robara la elección. Yo esperaba que no llegáramos a la tercera opción", comentó en una de las entrevistas realizadas para el libro.

El secretario general de la OEA agregó que incluso se preocupó "un poco" cuando empezó a "dividirse la oposición" pero que "al final cerró".

También se reconstruye la ocasión en la que Almagro ofreció una ayuda a Dilma Rousseff, ante el impeachment impulsado por la oposición brasileña. Gonzalo Koncke, jefe de gabinete de la OEA, dijo haber sido "testigo de una conversación con Dilma y sus asesores en la cual Almagro le ofreció llevar el tema al Consejo Permanente de la OEA como un acto de dudosa legitimidad que afectaba las instituciones democráticas de Brasil. Dilma dudó y sus asesores se negaron a tal posibilidad".

El exasesor Gabriel Bidegain dijo que Almagro "fue para adelante" con la idea de convocar la Carta Democrática pero que "Dilma, de cabeza dura, no quiso".

Almagro, por su parte, ratifica que "fue decisión de un par de asesores y de ella" el no usar la Carta Democrática. "Dilma hizo una visita a Uruguay y le preguntaron por Almagro y la Carta Democrática y dijo como que brillaron por su ausencia. Todo el mundo sabe que estuve dos veces ahí jugándome el cuero", agregó.

Ese tipo de intervenciones de Almagro son vistas en el ambiente diplomático como parte de un liderazgo "presidencialista", que se ha alejado de la tónica más parlamentarista de la OEA. El uruguayo, sin embargo, no lo cree así. "Soy el más común de los secretarios generales que existieron en la historia de la OEA", comentó en el libro.

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