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Amenazas de Bolsonaro contra la prensa tradicional brasileña

Periodistas reivindican el papel de investigar al poder público
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04 de noviembre de 2018 a las 05:00

Desde la campaña electoral brasileña se habla de las coincidencias entre el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, y el mandatario estadounidense, Donald Trump, en particular sobre la furiosa prédica contra la prensa tradicional que ambos consideran un verdadero enemigo.  Así como Trump arremete contra el diario New York Times y la cadena de televisión CNN, Bolsonaro ataca a Folha de San Pablo cada vez que revela información probada con el potencial de dañar su reputación. 

En ese marco, esta semana, asociaciones de periodistas repudiaron el tono agresivo del presidente electo contra medios de comunicación en general, así como ataques virtuales y físicos de simpatizantes del dirigente de ultraderecha contra reporteros.

El 31 de octubre, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) expresó en un comunicado –firmado por su presidenta, María Elvira Domínguez– su preocupación de que “el presidente electo no trace una distinción entre Gobierno y Estado, al manifestar que usaría la administración pública para castigar a los medios que le resulten incómodos”. 
Por su parte, la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) manifestó antes su “aprensión” ante las amenazas de Bolsonaro de castigar con cortes de publicidad institucional a la prensa “que se comporte de forma indigna”.  

Bolsonaro emprendió una batalla frontal contra el diario Folha de San Paulo desde la difusión de una investigación periodística que demostraba el uso ilícito de Whatsapp para difusión de propaganda electoral y noticias falsas por parte de allegados al entonces candidato presidencial. 

Desafíos
Javier Darío Restrepo, de la Comisión de Ética de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) dijo a El Observador que “el periodismo de hoy se enfrenta a dos grandes desafíos: qué hacer ante la desinformación que generan las fake news en las redes sociales, y tratar de no confundir el activismo de la actividad periodística como tal, lo que se está dando mucho últimamente”.

 

Pero los enojos de Bolsonaro con Folha, a la que califica de “prensa basura”. vienen desde antes, por lo menos desde comienzo de este año cuando el diario publicó un artículo que denunciaba desvíos de dinero con la contratación de una empleada fantasma en el equipo del entonces diputado. 
Aunque el mandatario electo ha dicho en los últimos días que está a favor de la de la libertad de prensa, a renglón seguido reiteró sus amenazas: “Ese diario se acabó (...). En lo que de mí dependa, la prensa que se comporte de forma indigna no tendrá recursos del gobierno federal”. 

Marcelo Rech, presidente de la Asociación Nacional de Diarios, salió al cruce a las amenazas de Bolsonaro. “Eventuales diferencias con el noticiero de medios de comunicación no pueden confundirse con inaceptables represalias contra diarios por medio de uso de dinero de publicidad oficial”, dijo el martes pasado. 

El diario cuestionado por Bolsonaro está decidido a continuar con su labor, la misma actitud de los medios estadounidenses amenazados por Trump. 

“Acostúmbrese”, le respondió el 31 de octubre un editorial de Folha   a Bolsonaro. “Este diario vigilará los próximos movimientos en situación cómoda, porque no depende de propaganda federal”, agregó. La prensa “no dejará de escudriñar el ejercicio del poder porque sus detentores de turno decidan adoptar la táctica de la intimidación”.

En Twitter, surgió una ola de apoyo al diario y a varios de sus reporteros atacados por seguidores de Bolsonaro en las redes sociales. 

Pero seguidores de Bolsonaro descargaron sus iras en las redes sociales contra periodistas que expresaron o publicaron informaciones contrarias al ultraderechista.

La Asociación de Corresponsales Extranjeros de Sao Paulo denunció un “sinnúmero de relatos de colegas acosados física y moralmente en Brasil durante sus coberturas”. El comunicado pide a Bolsonaro que respete el compromiso constitucional con la libertad de prensa y exija lo mismo de sus seguidores y electores.

Organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch y Reporteros Sin Fronteras alertaron la semana pasada sobre el aumento de ataques físicos y amenazas.   

Abraji, una organización dedicada a la formación de periodistas, detectó 141 casos de amenazas y violencia contra periodistas durante la campaña electoral, que serán comunicados a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a Naciones Unidas (ONU).

“Fiscalizar el poder público -y en particular las acciones del presidente de la República- siempre ha sido y seguirá siendo una función inherente al periodismo, ejercida en nombre del interés público. velar por esa función es misión primordial de Abraji, así como debe ser objeto de celo de todo gobierno democrático”, dijo en un comunicado el 30 de octubre.

Es que, como dijo en estos días Emmanuel Colombie, responsable de Reporteros Sin Fronteras (RSF) de América Latina, “para preservar la democracia brasileña, (...) debe valorar la importancia de una prensa libre, crítica e independiente, en lugar de vilipendiarla”. 

 

Francotiradores para combatir a la delincuencia

 

Francotiradores podrían comenzar a ser utilizados por la policía para matar a sospechosos que porten fusiles en las favelas de Río de Janeiro, según una propuesta del gobernador electo de ese Estado, que fue apoyada por el futuro ministro de Defensa de Brasil. 

“Es una reacción necesaria a la exhibición ostentosa de armas de guerra en las manos, muchas veces, de jóvenes” en Río de Janeiro, afirmó esta semana el general retirado Augusto Heleno, designado responsable de defensa por el ultraderechista Jair Bolsonaro.

Expertos creen que propuestas como esa están en línea con las ideas de mano dura del futuro presidente Jair Bolsonaro  y  con la utilización de los militares en la seguridad interna en Río de Janeiro que aprobó el gobierno saliente  de  Michel Temer.  

Aunque la medida de Temer tuvo el objetivo de disminuir la delincuencia en las favelas, diversas organizaciones de derechos humanos han señalado que el efecto ha sido el contrario, y que las muertes por parte de  agentes de seguridad han aumentado 80% desde la intervención militar en febrero pasado. 

Natalia Viana, co-directora de Agencia Pública, una entidad de periodismo de investigación sin fines de lucro en Brasil, afirmó que los militares en tareas de seguridad interna, en lugar de reforzar a la Policía, es un problema porque genera más violencia. 

“Los militares se sienten respaldados para matar más”, afirmó.  

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