Pancho Perrier

Arranca el año, nos espera más política chica

¿No se dan cuenta los políticos que polémicas como la del fideicomiso de Canelones generan océanos de distancia con el electorado menos interesado en la política?

Tiempo de lectura: -'

16 de abril de 2022 a las 05:04

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

La frase hecha de que el año arranca cuando llega el último del pelotón de la Vuelta Ciclista tiene este año un significado aún más marcado. Tras dos años en los que la pandemia estuvo arriba en la lista de prioridades, y en el que el referéndum de la LUC retrasó más algunas prioridades, el gobierno tiene la obligación de ponerse en marcha con varias de sus promesas electorales. Y la oposición tiene el gran desafío de marcar sus diferencias con altura.

Antes de este hiato de una semana, los grandes temas venían siendo de una chatura que habla bastante mal del sistema político uruguayo. Por un lado, la expulsión o no de un edil blanco de Canelones por votar junto con la intendencia frenteamplista de Yamandú Orsi un fideicomiso de US$ 44 millones para obras en el departamento, una revancha del intendente luego que el Poder Ejecutivo nacional le torciera la mano a sus ediles para oponerse a un primer proyecto por US$ 80 millones. 

En aquel momento, y en este, fue política de la más chica. Fueron esos debates que enfrascan apasionadamente a los políticos, que siguen con especial énfasis periodistas, politólogos, militantes o fanáticos de la política en general, pero que, a la mayoría de la población, espanta y aleja aún más de la política y los políticos. En ninguna de las dos ocasiones en las que el tema estuvo en debate, y también en propuestas similares en otros departamentos del interior, se habló de los proyectos en sí, o de por qué era beneficioso o inconveniente desde los números. Lo que se habló fue de política, de alianzas, de estrategias pensando en la proyección de candidatos presidenciales para 2024. De si era un trampolín para Orsi, o si era una muestra de poder de Álvaro Delgado, el nombre que más suena para ser candidato blanco en 2024. Explícitamente se habló de no votar proyectos porque eran inconvenientes “políticamente”, sin más argumento que ese. Y para peor, el siguiente capítulo fue si el Partido Nacional echaba o no al edil que votó con Orsi.

¿No se dan cuenta los políticos de que esas decisiones provocan océanos de distancia con el electorado menos interesado en la política? ¿Que para ellos es la confirmación de que todos los políticos son iguales y solo se pelean por cargos? Dejo por fuera la polémica de Montevideo, porque allí sí, pese a la polémica, todas las partes desde hace tiempo vienen dando un debate técnico: se podrá estar de acuerdo sobre si el préstamo del BID debe tener más fondos en saneamiento o en limpieza, y no hay duda de que puede servirle de plataforma electoral a Carolina Cosse o a Laura Raffo, pero los bandos están mostrando que se puede debatir en una cancha más grande que la de la política electoral.

En la polémica de Canelones la mayor crítica le cabe a la oposición blanqui-colorada, pero el Frente tampoco está libre de pecados en otras canchas. En particular, en los últimos días se agarró de la bandera de la inflación para pegarle al gobierno. Y tiene sentido, porque recuperar salario real es una de las promesas electorales del presidente Lacalle Pou y, lejos de eso, la gráfica sigue cayéndose. Es una discusión que efectivamente pega en el bolsillo de la gente, que habla el idioma de la calle. Sin embargo, el FA se envalentona y cae en política oportunista cuando ignora exprofeso que el fenómeno inflacionario se está dando en todo el planeta, que ya venía ocurriendo por la salida de la pandemia y por la crisis de suministros, y que la guerra de Rusia y Ucrania terminó de hacer saltar el tablero. Sí, claro que la gente necesita que el sueldo le alcance, es de perogrullo: pero las soluciones son complejas, porque tocar un ítem puede hacer saltar otros. Y el fenómeno actual lo sufren gobiernos de todos los colores. Sin ir más lejos, el del izquierdista Alberto Fernández, que decidió imprimir billetes para cubrir déficit, con la inexorable consecuencia inflacionaria. Proponer un debate facilista, de malos poderosos explotadores que disfrutan con el sufrimiento de los pobres, es otra forma de seguir desprestigiando la política, aunque en ese caso puede conseguir algunos aplausos fáciles.

Como me decía el otro día un compañero de redacción: prometieron discutir los temas de fondo tras el referéndum, y en cambio, uno de los temas de la semana fue la reapertura de la Cárcel del Pueblo, que reavivó la discusión sobre el pasado reciente, discusión que por momentos le provoca más pasión a los políticos que el debate con altura sobre el futuro del país.
Mientras el gobierno ya decidió recortar a la tercera parte la mayor obra de infraestructura que tenía para los próximos años, el debate que espera en las gateras es de fondo como pocos: el de la reforma de la seguridad social. Nada augura que se avecine la discusión que el país merece para arreglar el agujero de un sistema desfondado del que año a año sale muchísimo más de lo que entra. La Comisión de Expertos que analizó el problema no llegó a un consenso ni siquiera en el diagnóstico, y el director del BPS por los trabajadores ya denominó a la oposición al proyecto como “la madre de todas las batallas”. 

Todo indica que con el último ciclista nos espera mucha más política chica.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.