Santiago Cayota

Santiago Cayota

Santiago Cayota es columnista integrante del Instituto Juan Pablo Terra

Opinión > Dólar

Atraso cambiario: ¿crecimiento versus redistribución?

Un tipo de cambio competitivo puede jugar un rol decisivo en la transformación productiva y la promoción del crecimiento del país. Pero su implementación no está exenta de grandes complejidades técnicas y desafiantes tensiones políticas.
Tiempo de lectura: -'
10 de abril de 2024 a las 16:29

Santiago Cayota (*)

Integrante del Instituto Juan Pablo Terra

El tema del “atraso cambiario” está una vez más en la discusión pública y es objeto de intensa polémica. Por eso, nos parece interesante iniciar el análisis a partir de la conclusión de un trabajo realizado por técnicos del Banco Central de Chile, que en 2007 decían: “…considerando que el avance de la economía como disciplina es aún insuficiente para entender plenamente el comportamiento del tipo de cambio y que coexisten distintos ángulos para analizar el tema, es necesario mantener simultáneamente diversos prismas de observación“ (https://www.cemla.org/PDF/ic/2008-ic/IC-11.pdf).

Esta afirmación de los propios técnicos del Banco Central de Chile, se refuerza al constatar la polémica pública que se ha dado sobre el tema a lo largo de los últimos 45 años en nuestro país. Han transcurrido gobiernos y políticas económicas de diferente signo, pero regular y sistemáticamente surgen reclamos de los sectores exportadores sobre la incidencia negativa del valor del dólar en el desempeño económico de su negocio. Eso significa que aparentemente como país todavía no hemos aprendido la lección y que es imperativo tratar de avanzar en la comprensión de este fenómeno.

En el marco de este debate es posible sostener que para el caso de Uruguay hay muchos argumentos a favor de mantener un tipo de cambio alto. Una extensa bibliografía lo respalda.

En 2005 un equipo del BID realizó un análisis de la economía uruguaya y generó una serie de recomendaciones de política económica. (https://publications.iadb.org/en/publications/english/viewer/Towards-a-Strategy-for-Economic-Growth-in-Uruguay.pdf.)

El equipo, integrado entre otros, por Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard y uno de los economistas del desarrollo más reconocidos en la actualidad, sostiene que el tipo de cambio real puede impactar el crecimiento de largo plazo a través de un conjunto de canales no convencionales que constituyen externalidades desde el punto de vista de los agentes individuales. Por lo tanto, un nivel y una volatilidad del Tipo de Cambio Real (TCR) determinados por el mercado pueden ser socialmente ineficientes y las políticas deberían poder mejorarlos.

Agregan que un compromiso creíble con un tipo de cambio real competitivo y estable reduciría el riesgo de actividades de innovación e inversiones en bienes transables y aumentaría la apertura y diversificación efectiva de la economía. Esto a su vez reduciría la volatilidad del TCR. Por lo tanto, argumentan a favor de la idea de hacer de la competitividad y estabilidad del TCR un compromiso importante de la estrategia de desarrollo de Uruguay.

El informe continúa expresando que más allá de su conveniencia, la pregunta es si se puede lograr un TCR más competitivo y estable a través de políticas. Y si es así, ¿cómo? Concluyen que sí se puede y a continuación explican qué políticas utilizar para este propósito.

Por otro lado, un trabajo de la CEPAL de 2012 ( https://repositorio.cepal.org/items/6cbac06d-6934-49a9-9f47-8d40b2c4b00b) profundiza en los efectos directos del tipo de cambio sobre la innovación y concluye que existen dos razones por las que un tipo de cambio real más alto puede favorecer a los sectores productores de bienes con un contenido relativamente más alto en conocimiento. La primera es que favorece los bienes y servicios transables, muchos de los cuales tienen un contenido tecnológico más elevado que los bienes y servicios no transables.

La segunda razón es que en los sectores en que la competitividad depende de capacidades tecnológicas y en aquellos donde existe una brecha de productividad que no favorece a las empresas de la región, el tipo de cambio real es decisivo. Un tipo de cambio real competitivo y estable permitiría la aparición de nuevos sectores en actividades en que existen asimetrías tecnológicas (si estas no son demasiado elevadas).

O sea, no se trata de postular que frente a un tipo de cambio bajo determinado por el “equilibrio del mercado” es necesario que los actores locales aumenten su productividad para enfrentar los efectos de la apreciación del peso, sino lo contrario: es fundamental mantener el tipo de cambio competitivo para favorecer la innovación y el aumento de la productividad.

Finalmente, un reciente aporte de dos jóvenes economistas uruguayos que están trabajando en prestigiosas universidades estadounidenses analiza el tema (https://www.perezdiego.org/wp-content/uploads/2023/09/OPW_Paper.pdf). Concluyen que en los países donde las externalidades son más fuertes en las primeras etapas de desarrollo, las economías que convergen hacia la frontera tecnológica pueden beneficiarse de intervenciones cambiarias destinadas a mantener la moneda subvaluada en las primeras etapas de la transición, aumentar la oferta laboral y dirigir recursos al sector transable. O sea que en esas situaciones el tipo de cambio puede aplicarse como una política industrial efectiva.

En un reportaje posterior (https://www.elpais.com.uy/economia-y-mercado/como-prevenir-las-crisis-y-como-combatirlas-dos-investigadores-uruguayos-desarrollaron-conocimiento-sobre-esa-materia)  ambos economistas profundizan en el análisis de Uruguay y sostienen que este tipo de políticas (orientadas a mantener la moneda local subvaluada) puede ayudar a un país que está en un proceso de convergencia, como por ejemplo el Uruguay actual, en un proceso de despegue económico.

Explican que, con el tipo de cambio más competitivo, el país va a lograr que el sector que está ligado al comercio internacional tenga un mejor desempeño. Eso va a implicar que tanto la inversión como el empleo se van a redireccionar a ese sector y si estos sectores son estratégicos, son capaces de acarrear crecimiento por un periodo prolongado.

De acuerdo a su opinión, esto se puede lograr mediante, por ejemplo, políticas de intervención cambiaria y acumulación de reservas internacionales, que a su vez tienen otros beneficios, como estar más blindados con un stock de reservas más alto. Esa es una manera de obtener este tipo de cambio más alto, pero hay que entender que eso puede darse por un periodo de tiempo, pero no para siempre.

Por otro lado, como lo han señalado Bianchi e Isabella, (https://citinde.ei.udelar.edu.uy/uploads/bibliografia/829823e5f23f963377ffc6f36fdccb9b2c4edc17.pdf) las políticas específicas sumadas al efecto de un tipo de cambio bajo en el período 2005 a 2019 en Uruguay tuvieron un positivo efecto redistributivo, pero generaron como contrapartida el desvío de inversión y recursos hacia sectores no competitivos de la economía, lo que terminó paralizando el propio proceso de crecimiento.

Decir que es necesario un tipo de cambio competitivo, es una afirmación conceptual que no implica un pronunciamiento sobre su valor exacto, el que deberá ser resultado de un análisis técnico-político en cada circunstancia.

No se debe olvidar que más allá de los efectos positivos de un tipo de cambio alto en el mediano y largo plazo, todos los análisis coinciden en que por su intermedio se generan riesgos de aumento de la inflación, deterioro del salario real, aumento del peso de la deuda en dólares y desaliento a las políticas de desdolarización. Y que, en consecuencia, de no manejarse adecuadamente, se pueden generar situaciones social, económica y políticamente indeseadas.

En teoría, los efectos negativos de un tipo de cambio alto deberían ser neutralizados en el mediano plazo por el mayor crecimiento de la economía y la diversificación de la matriz productiva.  Pero obviamente se pueden generar tensiones significativas en el corto plazo que deben ser consideradas para asegurar la conveniencia social y la viabilidad política de este enfoque.

Adicionalmente, parece claro que, en el caso uruguayo, una estrategia solamente basada en un tipo de cambio alto no es suficiente para promover los cambios estructurales que precisa el país para asegurar la sustentabilidad del crecimiento en el largo plazo. Es preciso implementar simultáneamente, entre otros, un proceso de desarrollo de los recursos humanos acorde a los nuevos desafíos; mejorar las regulaciones y reducir los costos que pueden estar limitando innecesariamente los procesos de inversión. Asimismo son indispensables políticas más “quirúrgicas” para estimular a través de instrumentos como financiamiento, exoneraciones fiscales o subsidios, las actividades de innovación que se visualicen como estratégicas.

Queda claro entonces, que si bien sus ventajas son significativas, las complejidades técnicas y sobre todo las sociales y políticas para la puesta en práctica de un tipo de cambio competitivo, son desafiantes.

(*) Se agradecen los aportes de los integrantes del Grupo Agro del Instituto Juan Pablo Terra. Obviamente todos los errores y omisiones son de la exclusiva responsabilidad del autor.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...