Australia, China y el juicio de las Islas Salomón

La rivalidad geopolítica se extiende al Pacífico Sur mientras Canberra y Washington luchan contra la creciente influencia de Beijing

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07 de diciembre de 2022 a las 05:02

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Si quisiéramos nombrar un país en el mundo sin ninguna importancia estratégica, las Islas Salomón serían un buen ejemplo. Las Salomón, un archipiélago de casi 1,000 islas en el sur del Pacífico, con una población total de unas 700,000 personas, parecen estar a una distancia segura de la política de las grandes potencias. El jefe de Estado del país es el monarca británico, pero la última visita de un soberano fue hace 40 años. China está a más de 6,000 km; Australia, a unos 2,000 km.

A pesar de su lejanía, las Islas Salomón se han convertido en un improbable punto álgido en la creciente rivalidad estratégica entre China y Occidente. La firma de un pacto de seguridad entre las Salomón y China en abril desató la alarma en Washington y Canberra.

Kurt Campbell, un alto funcionario de la Casa Blanca, se subió a un avión en un intento infructuoso de reparar los daños. Penny Wong, ministra de Relaciones Exteriores de Australia, alegó que el Gobierno de Canberra de entonces, encabezado por Scott Morrison, había cometido por su negligencia el "peor error de la política exterior australiana en el Pacífico desde la Segunda Guerra Mundial".

La preocupación australiana y estadounidense por las Salomón se debe a su inquietud por las ambiciones chinas en el Pacífico. Tras décadas de rápida expansión militar, la armada china cuenta con más buques que la flota estadounidense. Bajo la presidencia de Xi Jinping, China ya ha construido bases militares en el Mar de China Meridional. El pacto de Beijing con las Salomón tiene que ver principalmente con la seguridad doméstica. Pero los estadounidenses y los australianos temen que China pretenda establecer una base naval en el Pacífico Sur, siendo las Salomón el lugar más probable.

Al preguntárseles por qué es importante la creciente presencia china en el Pacífico Sur, los funcionarios australianos señalan la historia y la geografía. Las Islas Salomón fueron escenario de una de las batallas más encarnizadas de la Segunda Guerra Mundial — la batalla de Guadalcanal — en la que murieron más de 7,000 estadounidenses al recuperar las islas de manos de Japón. John F. Kennedy, joven en aquello momentos, se encontraba en una lancha patrullera de la marina estadounidense que se hundió frente a las Salomón, y nadó hasta una de las islas más remotas.

La razón por la que los estadounidenses lucharon contra Japón en las Salomón es la misma por la que las islas se consideran estratégicamente importantes hoy en día: se encuentran en las rutas marítimas entre Australia, Asia oriental y el oeste de EEUU. Las lecciones estratégicas de la Segunda Guerra Mundial, cuando los aviones japoneses bombardearon el puerto septentrional de Darwin, están grabadas a fuego en el enfoque australiano hacia el mundo.

Si China siguiera alguna vez el modelo del Japón imperial y desafiara directamente el poder militar estadounidense en el Pacífico, el punto de ignición más probable sería Taiwán. Funcionarios estadounidenses y australianos consideran muy posible que la China de Xi intente invadir o bloquear Taiwán en los próximos cinco años. El presidente Joe Biden ha dicho en varias ocasiones que EEUU saldría en defensa de Taiwán. Recientemente, en Canberra, como invitado del grupo de expertos de Lowy Institute, me encontré con la suposición generalizada de que, en caso de guerra entre EEUU y China, Australia se vería arrastrada al conflicto. Una base china en el Pacífico Sur complicaría considerablemente los cálculos estratégicos de Australia.

La reciente reunión entre Xi y Anthony Albanese, primer ministro australiano, fue la primera entre dirigentes chinos y australianos en seis años. Atenuó un poco las tensiones, al igual que la reunión entre Xi y Biden. Pero los australianos y los estadounidenses siguen asumiendo que China está decidida a dominar el Indo-Pacífico. Están igualmente decididos a evitar que eso ocurra.

La señal más clara de esta determinación conjunta de hacerles frente a las ambiciones chinas se produjo con la firma el año pasado de AUKUS, un pacto de seguridad entre Australia, el Reino Unido y EEUU. Su pieza central es la adquisición por parte de Australia de submarinos de propulsión nuclear, cuyo alcance y sofisticación ampliarían enormemente la capacidad de Australia para participar en guerras lejos de sus costas.

AUKUS ha sido denunciado como belicista tanto por China como por Rusia. Pero los australianos alegan que el pacto pretende mantener la paz, manteniendo el equilibrio de poder.

Plantear este argumento ante los vecinos de Australia en el Indo-Pacífico es complicado. El presidente de Indonesia, Joko Widodo, me dijo recientemente que su país no tenía intención de convertirse en "un peón" en una nueva guerra fría. En Canberra, Wong reconoce esa opinión, pero afirma que cree que Australia y sus vecinos "tienen un interés compartido en una región que no sea hegemónica".

China tiene ciertas ventajas en una batalla por la influencia regional. Es el mayor socio comercial de la mayoría de los países del Indo-Pacífico. Y, en países pobres como las Salomón, la riqueza china puede contribuir a lograr lo que se denomina delicadamente "captura de la élite".

Los australianos y los estadounidenses están intentando ahora reforzar su propia influencia en las Salomón. EEUU ha anunciado que pronto abrirá una embajada. Australia le ha entregado vehículos y fusiles a la policía de las Islas Salomón, algunos de cuyos miembros habían sido enviados a China para recibir capacitación.

Pero incluso mientras lidian con la geopolítica moderna, las Salomón sufren el legado de la Segunda Guerra Mundial. Las bombas sin explotar aún se esparcen por las islas y siguen cobrando vidas. Si las naciones de AUKUS están buscando proyectos que puedan conquistar corazones, podrían enfocarse provechosamente en limpiar los daños del último conflicto de grandes potencias que arrasó las Islas Salomón.

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