Cuando muere un ser querido, puede ser difícil saber cómo ayudar a los pequeños a enfrentar la pérdida, especialmente porque el adulto también estará atravesando su propio duelo.
Cuando muere un ser querido, puede ser difícil saber cómo ayudar a los pequeños a enfrentar la pérdida, especialmente porque el adulto también estará atravesando su propio duelo. Lo que los niños pueden entender depende en gran medida de su edad, sus experiencias vitales y su personalidad.
Hasta los 5 o 6 años de edad, la imagen que tienen del mundo es muy literal. Por lo tanto, habrá que explicarles qué es la muerte utilizando un lenguaje muy concreto. Evite utilizar eufemismos, como decirles que los seres queridos "se han ido lejos" o "están durmiendo" o incluso que su familia ha "perdido" a esa persona. Debido a que los pequeños piensan de manera tan literal, estas frases pueden, sin querer, inducirles a sentir miedo de irse a dormir o cuando alguien se vaya lejos.
Entre los 6 y 10 años, empiezan a comprender que la muerte es algo definitivo, incluso aunque no entiendan que esto le ocurrirá a todos los seres vivos algún día. Un niño de 9 años puede pensar, por ejemplo, que si se porta bien o si pide un deseo, su abuela no se morirá. A menudo, a esta edad los niños imaginan la muerte personificándola y piensan en ella como "el hombre de la bolsa" o un fantasma o un esqueleto. Pueden entender mejor la muerte si se les da explicaciones precisas, simples, claras y honestas sobre lo que ha ocurrido.
Cuando entran en la adolescencia, empiezan a entender que todos lo seres humanos finalmente mueren, independientemente de su categoría, su comportamiento, sus deseos o lo que sea que intenten hacer. Tienden a preguntar sobre el sentido de la muerte a alguien que esté cercano a ellos. Un adolescente que pregunta por qué alguien tiene que morir probablemente no está buscando respuestas literales, sino empezando a explorar la idea del sentido de la vida. Los adolescentes también tienden a experimentar cierta culpa, especialmente si muere alguno de sus amigos. Sea lo que sea lo que sienta su hijo(a), lo mejor que puede hacer es alentarlo a que exprese y comparta su dolor.
A muchos padres les preocupa que sus hijos sean testigos de su dolor y su tristeza, que los vean llorar una muerte. No tema por ello, si le permite a su hijo(a) ver su dolor, le estará enseñando que llorar es una reacción natural ante el dolor emocional y la pérdida. Y puede hacer que los niños se sientan más cómodos cuando expresen sus propios sentimientos. Pero también es importante transmitirles que por muy triste que usted se sienta, seguirá siendo capaz de cuidar a su familia y de hacer que su hijo(a) se sienta seguro.
Profundizamos en el tema conversando con la psiquiatra de niños y adolescentes, doctora Natalia Trenchi.
¿Cómo plantearle a un niño la muerte de un ser querido? ¿Cómo hablar del tema?
Lo ideal es que el concepto de la muerte se introdujera en el seno familiar mucho antes de que le suceda a un ser querido. Los occidentales solemos esquivar el hablar sobre este tema e incluso llegamos a ocultarla, por ejemplo cuando se muere una mascota a veces disfrazamos la verdad para no tener que explicar lo que realmente ocurrió. Pero, la muerte es lo único seguro que tenemos en la vida, a todos nos llega y, por lo tanto, cuánto más elaborado tengamos el concepto mejor estaremos para lidiar cuando nos enfrentemos a una situación de este tipo. Una forma de introducir el tema a los niños puede ser hablar de "etapas", explicarles que la vida es una sucesión de etapas y que cada una tiene factores positivos y otros negativos. Explicarles utilizando conceptos que ellos entienden, como por ejemplo hablar del invierno, el otoño o la primavera. Estos son preconceptos que, bien elaborados, sirven para afrontar una conversación sobre el fallecimiento de un ser querido llegado el momento.
¿Qué sucede cuando la muerte es algo anticipado o inesperado? Es decir, cuando altera el orden natural de la vida.
Es verdad, la vida sorprende a veces con situaciones que desbaratan el cuento que muchos adultos le hacen a los niños a la hora de hablar de la muerte, al decirles que "la gente se muere muy, muy viejita". La muerte de un ser querido puede ser anticipada, o bien un hecho brusco, para el que no estábamos preparados. En el primer caso, el mayor error es no dejar que los niños participen del proceso, una tentación que como adultos tenemos muchas veces, pensando en querer protegerlos, que no sufran, cuando en realidad lo que termina sucediendo es todo lo contrario. Es cierto, no hay que exponerlos a detalles innecesarios, pero sí, por ejemplo, en caso de una enfermedad explicarles que la persona querida está enferma, que los doctores hacen todo lo que pueden para ayudarlas, pero que no se sabe qué puede suceder, ir explicándole que puede haber un desenlace fatal. Hacer al niño partícipe del proceso familiar, para que contenga y también lo contengan emocionalmente. Permitirles hacer dibujos o regalos para la persona, hacerlos sentir que son útiles y capaces de llevar la alegría aun en momentos dificiles.
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