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Baja tolerancia a la frustración: un problema que frena a los millennials uruguayos y hace que dejen de buscar trabajo

Desánimo, "mini depresión" y la sensación de que todas las puertas se cierran es lo que sienten los más jóvenes ante negativas a nivel laboral

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17 de febrero de 2021 a las 05:00

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Un joven de unos 23 años aplica para un trabajo e inicia el proceso de selección. Al llegar a las últimas instancias, le comunican que no quedó seleccionado, pero que hay otros puestos en los que tiene chances. Pero el joven rechaza explorar las otras posibilidades de forma énfatica. El argumento para el "no" es que él quiere determinado lugar de trabajo y no otro.

Este comportamiento del ejemplo ficticio, según especialistas del mercado laboral uruguayo, se está viendo bastante a menudo en la realidad. Responde al miedo al fracaso que existe en muchos integrantes de las generaciones más jóvenes de la población económicamente activa –sobre todo en millennials- y al desánimo que les causa escuchar una respuesta negativa. Esto provoca que la búsqueda laboral se vea suspendida por un tiempo, algo que se explica porque “entran como en una especie de mini depresión”, según el exdecano del IEEM y especialista en comportamiento humano en organizaciones, Juan José García.

García sostiene que ante un fracaso concreto en el ámbito laboral, muchos millennials reaccionan como si se les cerraran todas las puertas. Si bien cada caso es diferente, entiende que no es más que “una sensación” que debe ser superada para poder aplicar rápidamente en otro proceso de selección. Según un estudio pre-pandemia, más del 40% de los jóvenes solo aplican a una instancia de entrevista laboral y luego dejan de insistir por lo menos durante seis meses. Esto sucede en la franja etaria de 20 a 25 años. 

Por otra parte, una vez que se encuentran trabajando, hay una deserción del 20%.

Según el catedrático, el problema es más de fondo: está instaurado en el pensamiento colectivo de los millennials que en el mundo que formaron los adultos, ellos no tienen cabida. No solo sucede en el inicio de la vida laboral, sino que cuando ingresan a un puesto, suele haber una especie de desánimo si el ambiente no es como esperaban.

El experto conoce casos en donde el joven trabajador ingresa a una empresa, y renuncia a la semana porque no colma sus expectativas. “Hay organizaciones que trabajan con un modo muy a la antigua, entonces los más jóvenes no duran ni una semana por causa del desánimo que les provoca”, desarrolló García.

Con más de 10 años siendo docente y tratando con jóvenes que buscan oportunidades laborales, García entiende que esto es propio de un cambio generacional. De igual modo, como reza el dicho: “los años enseñan”, por eso no descarta que con el correr del tiempo los que hoy son más jóvenes logren tener más adaptabilidad al fracaso.

Si bien puede sonar a capricho, los millennials en general esperan que los demás se adapten a sus condiciones. Esto colisiona con un mercado laboral uruguayo que aún está en proceso de cambio y que no ha podido transformar la cultura de trabajo en todas las empresas.

“Un modo de cambiar esto, es generar más causas que trabajo. Es decir, un millennial no está dispuesto a hacer un trabajo rutinario por demasiado tiempo. Si le pasa, lo toman como un fracaso”, argumentó García.

El peligro de no crecer

El primer trabajo es el impulso para la independencia económica. Esto no solo significa un acto de libertad, sino que es el último eslabón para emanciparse completamente de los padres. Sobre este entendido, el sicólogo Alejandro de Barbieri recomienda nunca desistir de la búsqueda laboral, aunque es consciente de que en los millennials esto termina siendo moneda corriente.

Si bien en algunos casos un factor clave para enfrentar el fracaso es la forma en que criaron a ese joven, De Barbieri explicó que la sociedad suele poner demasiadas expectativas sobre ellos. “Un fracaso, en otras palabras, es entrenamiento para la vida. Ni más, ni menos”, dijo.

Ingresar al mundo del trabajo, no es solo ganar dinero o irse a vivir solo, es también madurez emocional. Los que desisten porque recibieron un par de “no” en el camino, siguen atados a sus familias, lo que de alguna forma fomenta ese miedo a fracasar. “Cualquiera que vive con sus padres se transforma en millennial, porque estás del lado en que alguien más te resuelve los problemas. Desistir de la búsqueda, termina siendo parte de la raíz del problema”, afirmó al respecto el sicólogo.

Más allá de las soluciones que se puedan encontrar para cambiar esta realidad, un cambio en la actitud y la forma de pensar sería el principio de la transformación. Esto se verá solo con el correr de los años y a través de la evolución tanto del mercado laboral como de la sociedad en general. De igual modo, los expertos entienden que finalmente habrá una vuelta de tuerca para que los trabajadores y los empleadores puedan generar una cultura donde todos se adapten, a la vez que desde el Estado también deberían surgir posibles soluciones a este tema.

En tanto, la socia de Capital Humano de BDO, Cinthia Eliazer, recomendó que más allá de la incertidumbre que causa ingresar a un primer trabajo siempre hay que ir con una actitud positiva. Esto implica prepararse para las entrevistas y encarar el proceso siempre con la idea de ingresar. En paralelo, también se pueden manejar otras opciones, para tratar de tener un plan b si la respuesta no es la que se esperaba.

Precisamente, uno de los miedos mayores cuando finalmente ingresan a un puesto, son las pocas certezas que tienen, porque muchas falta información al respecto. En este caso, la actitud proactiva del joven será de vital importancia. 

Una posible solución
Hay países en que se ha encontrado como solución el generar bolsas de trabajo específicas para cada edad. De esta manera, cuando alguien aplica se entiende que las chances son amplias. “Sería una cosa muy buena y que solucionaría muchos inconvenientes”, añadió García.
Si bien el miedo al fracaso es algo que el tiempo puede curar, en algunos casos la situación se complejiza aún más. En los quintiles más bajos de la sociedad, hay millennials que aplican en reiteradas oportunidades a puestos laborales y la respuesta es siempre no.
Más allá de causar desánimo y el fin de la búsqueda, puede provocar daños más severos. “Es algo que se ve. Muchos jóvenes intentan meterse en el mercado laboral y terminan siendo expulsados para siempre”, explicó García.
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