Diego Battiste

Bajo el árbol de Guernica

Un pequeño recuento de pasiones en las Cámaras uruguayas, concebidas para controlar a los poderosos

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14 de febrero de 2020 a las 05:01

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El Parlamento que asume este sábado, con mayorías convenidas de antemano pero no necesariamente automáticas, es más diverso y debería ser más discutidor que sus antecesores.

Dicen que el Parlamento anterior al golpe de Estado de 1973 estaba integrado por muchos legisladores de gran estatura intelectual. En parte puede ser verdad, porque entonces el Estado uruguayo tenía un peso relativo mucho mayor, y para competir por cargos gerenciales había que integrarse a los cuadros políticos. Pero la presunta calidad superior de aquella generación es también un espejismo: la sobrevalorización de un tiempo muy politizado, con posiciones radicalizadas que muchas veces no resistieron la prueba del tiempo.

Algo de aquella casta, en la que se mezclaban filibusteros, charlatanes, sabihondos renacentistas y embrollones impresentables, sobrevivió hasta el 15 de febrero de 1985, cuando asumió un nuevo Parlamento democrático después de casi 12 años de dictadura. “Tenemos lo más grande, nos tenemos a nosotros mismos”, dijo al jurar el 1º de marzo el nuevo presidente, Julio Sanguinetti, ya fogueado en las batallas políticas desde la década de 1960, cuando fue un jovencísimo diputado y ministro. (Él asumió como representante por primera vez en 1963, hace 57 años, en tanto José Mujica acompañaba al blanco Enrique Erro en la aventura de la Unión Popular, y Danilo Astori asesoraba a Wilson Ferreira Aldunate, ministro de Ganadería y Agricultura del gobierno del Partido Nacional).

Gentileza Juan Raúl Ferreira
Wilson Ferreira Aldunate

Las tareas legislativas suelen ser tediosas: un zurcido digno de Penélope, distraído cada tanto por destellos de genio, diversión o estupidez.

El Parlamento es también el custodio de las libertades arrancadas a los poderosos: la razón por la que los señores deben jurar bajo el roble de Guernica su respeto por los fueros.

El radicalismo, la falta de cortesía o la pasión política muchas veces degeneraron en peleas: un subgrupo folklórico de la violencia política más general. He aquí un recuento parcial:

Francisco Ghigliani y Alberto Demicheli, dos de los principales colaboradores del colorado Gabriel Terra tras el golpe de Estado de 1933, y sucesivos ministros del Interior, se detestaban. En 1935 Demicheli ventiló en el diario Uruguay, que dirigía, que Ghigliani, personaje polifacético y director del diario El Pueblo, convivía con una joven extranjera mucho menor que él, a quien presentaba como su “hija adoptiva”. Ghigliani fue hasta el Palacio Legislativo y en la antesala del Senado, por la espalda, le pegó tres tiros a su rival. Demicheli, otro personaje asombroso, sobrevivió de milagro, tanto como para ser presidente de la República por unos meses en 1976, en dictadura. Gabriel Terra, salomónico, clausuró los diarios Uruguay y El Pueblo. Ghigliani se suicidó en noviembre de 1936.

Wikipedia
Gabriel Terra

Por esa época, en julio de 1935, un matón asesinó el Congreso argentino al senador Enzo Bordabehere, quien había salido en defensa de su colega Lisandro de la Torre.

Gabriel Terra asumió formalmente la Presidencia de Uruguay por segunda vez el 19 de junio de 1934, después de reformar la Constitución. El diputado socialista Emilio Frugoni trató de arruinarle la ceremonia ante la Asamblea General al grito de: “¡Viva la democracia!”, o “¡Ese juramento no tiene valor…!”. (Algo parecido intentaron hacer Enrique Erro y los comunistas Jaime Pérez y Enrique Rodríguez, entre otros, durante la tensa asunción de Juan María Bordaberry en 1972). Cuando Francisco Ghigliani se dirigía a hacer callar por la fuerza al diputado socialista, intervino la guardia policial… ¡para golpear duramente y echar de sala a Frugoni!, quien estaba armado pero no pudo ni tocar su revólver.

No fue la única biaba que ligó Frugoni, quien, en los meses siguientes, continuó una exaltada campaña en el Parlamento. Cierto día Alberto Demicheli lo golpeó en la cabeza de atrás con un vaso y lo dejó transitoriamente ciego del ojo derecho. “Entre tantos ciegos el tuerto puede ser rey”, se pavoneaba Frugoni, uno de los parlamentarios más brillantes de la historia nacional.

Wikipedia
Emilio Frugoni, fundador del Partido Socialista, protagonista de enfrentamientos en el Parlamento

El 21 de diciembre de 1986, mientras se discutía la Ley de Caducidad, el diputado quincista Edison Rijo tiró un vaso con agua hacia las barras del hemiciclo, que abucheaban a los legisladores. En esa sesión pasó de todo, incluidos golpes e insultos entre parlamentarios, y de manifestantes contra el voluminoso diputado colorado Roberto Asiaín.

El 11 de julio de 1996 el blanco Jorge Machiñena, entonces presidente de la Cámara de Diputados, tiró al piso a su colega nacionalista Jaime Trobo con un puñetazo en el mentón, y luego le dio puntapiés hasta que fue separado por legisladores y periodistas.

El 23 de noviembre de 2005 el entonces senador colorado Isaac Alfie, quien hasta febrero había sido ministro de Economía y Finanzas del presidente Jorge Batlle (y que pronto asumirá como director de la OPP), agarró a trompadas al senador frenteamplista Leonardo Nicolini, quien respondió del mismo modo.

Un par de años después, en su columna de Montevideo Portal, Eleuterio Fernández Huidobro rememoró: “Presidiendo el Senado, nos tocó personalmente actuar también de Juez de Ring en la deplorable (desde el punto de vista boxístico) pelea entre los honorables senadores Isaac Alfie (noventa quilos ochocientos) y Leonardo Nicolini (setenta y cinco quilos trescientos pero con mayor alcance de brazos), en la que también ‘mojó’ el ex ministro y entonces senador Martín Aguirrezabala”.

El actual presidente electo, Luis Lacalle Pou, libró varias escaramuzas a puñetazos en la Cámara de Diputados el 6 de noviembre de 2007: primero con el frenteamplista Juan José Domínguez, después que éste le gritara “imberbe” y “oligarca puto”, y más tarde, fuera y dentro de sala, con otros tres representantes del Frente Amplio.

El 5 de abril de 2011 el diputado Sergio Botana (Partido Nacional) tomó a golpes a Álvaro Vega (Frente Amplio). Tras aplaudir, la diputada nacionalista Sandra Etcheverry desafió a Vega: “Dale guapo, a ver si te animás”.

En diciembre de 2016 el frenteamplista Gabriel Courtoisie le dio una cachetada a su colega Eduardo Rubio, de Asamblea Popular-26 de Marzo.

El Parlamento es un inmejorable lugar para que las carreras de viejos partisanos lleguen a su fin. Ahora lo integrarán algunas de las principales espadas de cada partido, como Julio Sanguinetti, Jorge Gandini o Guido Manini Ríos; y también veteranos del Frente Amplio, llenos de experiencia en la cosa pública: Danilo Astori, José Mujica, Lucía Topolansky, Eduardo Bonomi, Mario Bergara, Liliam Kechichian.

Desde el fondo de los tiempos, las tribus ponen a las personas más curtidas en sus consejos de ancianos, que los romanos llamaban Senado.

Si hasta Winston Churchill, quien no faltó a una sola de las riñas del imperio británico desde fines del siglo XIX, permaneció en la Cámara de los Comunes casi hasta el día de su muerte, como father of the house: el parlamentario más añejo de la casa.

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