Adolfo Garcé

Adolfo Garcé

Doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar

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Basura sonora

Columna de opinión sobre la contaminación sonora en Montevideo
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01 de julio de 2015 a las 10:24

Doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar.

Faltan pocos días para que asuma el ingeniero Daniel Martínez como nuevo intendente del departamento de Montevideo. Es bien sabido que no son pocos los desafíos que enfrenta. Una de las prioridades de su gestión, como ha trascendido, es mejorar la gestión de la basura. Desde luego, la basura es una fuente tremenda de contaminación. Pero hay otro tipo de basura urbana, seguramente menos visible pero igualmente invasiva que, pese a que ha colonizado la ciudad, no tiene la prioridad que sin duda merece: la contaminación sonora.

La Defensoría del Vecino, hace unos años, tuvo la excelente idea de encargar un estudio sobre el ruido en Montevideo. El trabajo estuvo a cargo de la ingeniera Elizabeth González, jefa del departamento de Ingeniería ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Udelar, doctora en Ingeniería ambiental (tesis sobre contaminación sonora). El complejo informe, que está disponible on line, presenta información tan útil como alarmante.1 Me gustaría compartir algunas de las conclusiones que surgen de este documento.

El informe comienza con una extensa sistematización de los perjuicios generados por el ruido en la salud humana. El ruido, obviamente, tiene un impacto directo negativo sobre el sistema auditivo. Pero, además, dadas las “diferentes interconexiones de la vía auditiva”, tiene efectos igualmente nocivos sobre “el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo y el sistema endócrino” (pág. 42).

El ruido genera alteraciones cardiovasculares, respiratorias, inmunológicas y hormonales. Incrementa el estrés y la agresividad, genera trastornos del sueño, y hasta puede provocar depresión. El ruido urbano molesta, causa malestar, daña la salud y afecta negativamente la convivencia.

El documento también repasa numerosas experiencias internacionales. EEUU tiene normas para controlar el ruido desde comienzos de la década de 1970. La introducción de la Ley de control de ruido (Noise Control Act) sancionada en 1972, y todavía vigente, dice: “(b) El Congreso declara que es la política de Estados Unidos promover un ambiente libre de ruido para todos los estadounidenses, para no poner en peligro su salud o bienestar”. La Unión Europea también tiene una política severa en materia de control del ruido urbano, al menos desde la publicación del Libro verde de lucha contra el ruido (1996). Para reducir las emisiones sonoras actualiza permanentemente las directivas relativas al ruido vehicular. El Mercosur no quiso ser menos. En 1996 aprobó el Reglamento técnico de límites máximos de emisión de gases contaminantes y ruidos para vehículos automotores.

En Uruguay, además de la Ley General de Protección del Medio Ambiente (aprobada en 2000), se sancionó la Ley Nº 17.852 de Protección contra la Contaminación Acústica (2004), cuyo objeto es “la prevención, vigilancia y corrección de las situaciones de contaminación acústica, con el fin de asegurar la debida protección a la población, otros seres vivos, y el ambiente contra la exposición al ruido”. En el departamento de Montevideo existe un conjunto de normas relacionadas con el control del ruido. Sin embargo, entre las normas y la vida cotidiana, existe una brecha muy grande. Según el 8° Informe anual de la Defensoría del Vecino de Montevideo, en el año 2014, la contaminación acústica ocupó el segundo lugar en el ranking de asuntos entrados y de reclamos recibidos.2

Son muy frecuentes los reclamos acerca de ruidos molestos generados por centros de esparcimientos en lugares cerrados (bares, pubs, bailes, etc.). Pero las actividades al aire libre (desde los ensayos para el carnaval cuando se acerca el verano a la pantalla del IMPO, en la propia explanada municipal, cada vez que juega la selección uruguaya) pueden generar, si no se controlan adecuadamente, una “invasión sonora” extraordinaria. Pero, según el informe Contaminación Sonora y Derechos Humanos, el problema más grave tiene otro origen: “El tránsito es la principal fuente de ruido en las grandes ciudades y Montevideo no es la excepción” (pág. 264). La proliferación de motos, desde luego, agravó el problema. Pero basta tener un sonómetro a mano (se descargan fácilmente aplicaciones gratuitas a dispositivos móviles como tabletas y teléfonos celulares) para verificar hasta qué punto el transporte colectivo contribuye sin piedad al ruido urbano. En todo caso, parece evidente que no faltan normas. Algunas de las existentes son incluso más severas que las de la Unión Europea. Abundan los reglamentos. Pero faltan controles y sanciones.

Aunque, por razones que desconozco, no está disponible on line, se sabe que la IMM elaboró un Mapa Acústico de Montevideo en 2010. Los expertos en la materia recomiendan actualizar esta información cada cuatro o cinco años (pág. 424). No sé si el nuevo intendente tiene previsto avanzar en esta dirección. Es, sí, una de las prioridades de la Defensoría del Vecino, como consecuencia de los reclamos que recibe. Todo indica que la ciudadanía montevideana está tomando conciencia de su derecho, tan sagrado como otros, a disfrutar del silencio.

1 González, Alice Elizabeth. Contaminación Sonora y Derechos Humanos, elaborado para la Defensoría del Vecino de Montevideo. Disponible en: http://www.defensordelvecino.gub.uy/IMAGENES/Foro%20Defensor%C3%ADas%20Locales/DDHHA.pdf

2 Disponible en: http://www.defensordelvecino.com.uy/wp-content/uploads/2015/05/Informe2014_DefVecino.pdf

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