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Biden sigue sin poder festejar su ventaja después de cuatro días de intensidad en EEUU

Tras tres días de dramático recuento y con un país totalmente polarizado, el candidato demócrata aún no se asegura alcanzar la cifra de 270 votos en el Colegio Electoral; Trump pretende pelear su victoria en tribunales
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07 de noviembre de 2020 a las 05:03

A pesar de 72 horas de angustioso conteo, con el país en vilo, con la Casa Blanca en juego, con un nuevo récord de casos de coronavirus (120 mil en un día), el presidente Donald Trump sembrando dudas infundadas sobre la limpieza de las elecciones, con la mayor democracia del mundo al borde de una crisis institucional, Estados Unidos sigue sin poder anunciar los resultados definitivos de sus elecciones presidenciales. Un lento conteo de los votos por correo en cuatro estados (en el que se busca evitar irregularidades, como que una persona vote dos veces, por ejemplo) ha derivado goteo de votos a paso de tortuga. Y aunque Joe Biden pasó al frente el viernes en cuatro de los seis estados que aún no tienen resultados finales, y la tendencia lo favorece claramente, los medios de EEUU son muy cautos en hacer una proyección definitiva. Mientras tanto, el equipo del presidente ataca con una batería de recursos legales buscando impedir que se den como válidos miles de esos votos que llegaron por correo, y que ya fueron aceptados previo a la elección por diferentes cortes. 

La proyección de victoria en Pensilvania (Biden lidera por más de 13 mil votos) es lo que aproxima al exvicepresidente a conseguir la mágica cifra de 270 votos. Esa previsión era probable, quizás desde la misma madrugada del miércoles, cuando empezó a quedar claro que la ventaja que sacaba Trump (llegó a ser de más de 20 puntos con el 50% escrutado) respondía a que primero se habían escrutado los votos presenciales, que favorecían claramente a los republicanos, y luego los votos por correo, con abrumadora mayoría demócrata. De esa manera, seguramente en el conteo final Biden amplíe su ventaja.

En Pensilvania, Biden se llevaba, hasta la noche de este viernes, el 75% de esos votos por correo, en tanto Trump solo alcanzaba los 23. De esa manera, y sumada la diferencia de 28 mil votos que aventajaba, la tendencia era claramente favorable al candidato demócrata. Y algo parecido empezó a verse en la tarde en Nevada, a medida que ese estado empezó a informar sobre el escrutinio de sus votos pendientes, donde la diferencia que llevaba Biden se amplió. Sin embargo, aún restan por contar 130.000 sufragios.

Aunque con más paridad, esa también fue la tónica en Georgia (16 votos) donde Biden pasó al frente el viernes y lidera por más de 4.000 votos. En Arizona (11), en cambio, Trump logró achicar las diferencias a 29 mil votos, pero no es suficiente para dar vuelta el resultado según la mayoría de los cálculos. Así, el mandatario solo puede confiar en Carolina del Norte (15 votos electorales) para aumentar su cuenta a 232, lejos de los 270 necesarios, mientras que Biden puede llegar a 305 si mantiene el liderazgo en los otros estados.

Así y todo las cadenas fueron especialmente cautas en anunciar al ganador en esos estados. Es que las diferencias son de unos pocos miles de votos, y además no está claro cuántos más van a llegar, porque la ley electoral en la mayoría de los estados permite seguir recibiendo votos por correo (en algunos casos hasta 10 días después) siempre y cuando tengan fecha de envío del 3 de noviembre o anterior.

Hay otro argumento para que las cadenas hayan sido tan cautas cuando los resultados parecían claros: el presidente ha utilizado a los medios en su infundada acusación de fraude. De hecho, en un comunicado publicado el viernes, la Casa Blanca se refirió a las proyecciones de Fox News y de Associated Press, que otorgaron Nevada a Biden, donde lidera por 22 mil, como un argumento más para reclamar amaño.

Sin embargo, NBC —una de las señales que cortó el discurso de Trump el jueves bajo el argumento de que mentía en sus acusaciones de “fraude electoral”— irrumpió con la pasividad de sus competidoras y se refirió a Biden como presidente electo luego de otorgarle anticipadamente el triunfo en Pensilvania.

Está claro que esto no terminará aquí: Trump volvió a denunciar fraude en una conferencia de prensa en la noche del jueves, y lanzó una catarata de demandas en varios estados simultáneamente. Su principal objetivo era detener los recuentos, algo que no consiguió, y debió conformarse con una pequeña victoria en Pensilvania, donde consiguió que en algunos distritos sus delegados pudieran presenciar el recuento en los recintos donde se realizaban. Pero este viernes insistió por Twitter: “¡Los procedimientos legales apenas comienzan!".

Más allá de que Trump no ha presentado pruebas que permitan poner en duda la validez de la elección (sí tiene derecho a pedir un recuento en varios estados que tendrán final cerrado), su ofensiva ha puesto al país en una posición inédita: porque si bien existen muchos antecedentes de recuentos (la victoria de George W. Bush ante Al Gore en 2000 se definió por 500 votos de Florida, incluido un recuento), en la historia moderna del país no hay antecedentes de un presidente poniendo en duda la validez de la elección. De hecho, la tensión acerca de los resultados llevó a varias marchas de protesta a lo largo de todo el país, de ambos partidos.

La demora en el recuento se debe a que la pandemia de covid-19 llevó el voto por correo a cifras récord, que en algunos estados alcanzó el 70% de los votos emitidos. La paridad en la elección, y el hecho de que varios estados establezcan que los votos por correo deben escrutarse después de los que se emiten personalmente, llevaron no solo a que los resultados demoren sino a que seguramente terminen mostrando, en algunos de ellos, resultados muy diferentes a los de la noche del martes. Esa es la excusa que usa Trump para justificar su acusación de fraude.

Pero si el mandatario pierde también tendrá de dónde sacar rédito: superó el récord de votos (lleva más de 69,91 millones) que el expresidente Barack Obama alcanzó en 2008 (69,4 millones) y creció casi 7 millones comparado a la cantidad que lo apoyó en 2016 (62,99 millones).

Los demócratas, por su parte, ayer lamentaban que su probable victoria sería mucho más ajustada de lo que pensaban, lo que tiene su mayor consecuencia en que probablemente no logren recuperar el Senado y eso será un golpe a la eventual gobernabilidad de Biden. Aunque de momento tienen otra preocupación: desconocen cuándo terminará la reñida disputa.

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