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Brecha batllista: Sanguinetti y Talvi remueven la interna colorada

El por dos veces presidente y el economista recién llegado a la política quedaron enfrentados
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16 de septiembre de 2018 a las 05:03

La historia es bien conocida para los uruguayos de cierta edad y algo interesados en la política. Se trata de un partido que durante décadas forjó no solamente la economía y el esquema social de los uruguayos, sino también la idiosincrasia, el modo de ser de los habitantes de este país.

La historia es épica y, a la vez, nostálgica y hasta un poco triste. Aquel Partido Colorado que repartió libertades y derechos fue menguando su influencia, primero lentamente y luego en forma precipitada, hasta que en las elecciones de 2004 tocó el casi fondo con apenas un 10% del apoyo popular. Desde entonces, las obligaciones del gobierno y de la oposición se la repartieron el Frente Amplio y el Partido Nacional y, tras el anuncio de Pedro Bordaberry de que se irá para la casa, la colectividad que fundó Rivera y que José Batlle y Ordóñez echó a andar, está huérfana de liderazgo y da manotazos, si no de ahogado, por lo menos de sumergido.

Tanto que su resurrección está casi en las manos exclusivas ya no de la buena de Dios, -los batillistas nunca fueron muy creyentes-, sino de un economista recién llegado a la política y de un por dos veces presidente que a los 82 años volvió de su reposo para ver si puede inyectarle un poco de vida al moribundo.

Pero nada ha sido fácil para los colorados en los últimos años. Lo que parecía que iba a transformarse en una yunta poderosa –la renovación de Ernesto Talvi (Ciudadanos), la experiencia de Julio María Sanguinetti (Batllistas)- puede convertirse en un juego de poderes que no asegura un final venturoso.

Esto es así porque Talvi y Sanguinetti se encontraron en una coyuntura en la que lo nuevo quiere nacer y lo tradicional sigue reclamando su vigencia.

El retorno de Sanguinetti es apoyado por el 45% de los uruguayos, según un estudio de la empresa Opción. Un respaldo nada despreciable en estos tiempos en que el que la mayoría de los políticos pierden credibilidad y nunca la recuperan. Pero, como ya fue dicho, Sanguinetti tiene 82 años y, por ahora, piensa que a esa edad le da la fuerza para empujar a otro, pero no para tirarse él mismo de cabeza a la piscina.

De Talvi todavía no se sabe mucho y ese, tal vez, sea su mayor debilidad pero también su fortaleza. 

Es verdad que a esa colectividad le vienen faltando caras nuevas, pero también es cierto que la mayoría de lo que se denomina “el aparato” -la estructura dirigencial- no está del lado del economista.

Se dirá que en el Partido Colorado nadie tiene demasiados votos. Pero, entonces, cualquier moneda sirve y, para empezar, Sanguinetti cuenta con Marne Osorio, el intendente de Rivera, único de los departamentos en donde los colorados se han mantenido en el poder.

Pero, a su vez, a Sanguinetti le falta un candidato fuerte. Es así que el sector Batllista maneja como posible postulante al diputado Tabaré Viera que tiene el respaldo de los dirigentes  del grupo aunque le falta exposición ante la opinión pública. En tanto que el exvicepresidente Luis Hierro López, otro de los nombres evaluados, genera simpatía entre los colorados de a pie por ser el vicepresidente que le fue leal a Jorge Batlle en los años difíciles de la crisis de 2002.

Peligros.

Las diferencias en el Partido Colorado aseguran una disputa más pareja y, por tanto, más interesante para el electorado.

Pero el riesgo que suponen las debilidades repartidas no es menor: si el sector de Sanguinetti gana la interna con un candidato débil, solo palanqueado por el prestigio del expresidente, el golpe no solo lo recibirá Talvi. El Partido Colorado se quedaría así sin un postulante de fuste o, por lo menos, con uno que puede sorprender en las nacionales de octubre.

Pero a esa situación, dicen en Batllistas, los empujó el propio Talvi cuando rechazó el apoyo de Sanguinetti para no quedar atado a la vieja guardia ni a deudas del pasado. Es así que en la dirigencia colorada más tradicional no cayeron nada bien las declaraciones realizadas por Talvi en varias oportunidades rechazando abiertamente un acuerdo con el expresidente. “Creo que es más fuerte esa chapa (la trayectoria del expresidente) si el doctor Sanguinetti presenta su propio candidato y sector. Quienes sientan que quieran votar al partido en algo que ya está probado, que se sabe lo que vale y vale mucho, lo haga. Después está la renovación, lo nuevo, el futuro. Y el futuro y lo nuevo siempre tiene más riesgo”, declaró Talvi a El País.

En el entorno de Sanguinetti sienten que el economista se preocupa más en marcar su independencia que en levantar la bandera del Partido Colorado y que, en ese camino, se da el lujo de rechazar el respaldo de una figura de la talla del dos veces expresidente. Así, dicen, no solo se expone a perder la interna colorada sino que muestra una intransigencia que no le augura futuro en una actividad en donde, en muchas ocasiones, se precisa mucha flexibilidad y mucho zurcido. En esa disyuntiva, Sanguinetti dijo a El Observador que su grupo deberá buscar un precandidato presidencial propio “porque hasta el momento no había nadie con vocación de tal”. “Habíamos pensado en Talvi pero eligio un esquema, una actitud independiente…”, se lamentó

“Se verá qué pasa, pero por ahora nuestro sector, en tres meses, le ha devuelto el optimismo al partido. También Ciudadanos le agregó estimulo al partido”, dijo.

En definitiva, para algunos batllistas la mejor fórmula para el Partido Colorado parece ser el camino del armisticio interno: Talvi acepta el respaldo de Sanguinetti, admite que el vino nuevo también repose en viejos odres, y el expresidente le asegura una interna sin inconvenientes. Dicen que el acuerdo no puede demorar demasiado si se pretende que la renovación y la experiencia sumen en lugar de correr el riesgo de darse de frente y quedar casi todos tirados en la vía.

Por el otro lado, Talvi tiene confianza en tomarse su propio tren y llegar a destino con una receta propia. Sabe que el camino de la independencia lo puede hacer tropezar en su primer intento por trascender en el mundo político. “Por supuesto que sabemos el riesgo que corremos, y lo asumimos. Pero yo quería encabezar un proyecto en el que me sintiera a gusto y que no dependiera de cúpulas ni de aparatos”, dijo Talvi a El Observador. Y pidió no “minimizar” las posibilidades de los otros precandidatos colorados José Amorín Batlle (Uruguay Batllista) y Fernando Amado (Batllistas Orejanos). Es más, afirmó que Amorín es el que tiene “la mejor estructura política”.

Sea quien sea el candidato presidencial colorado, deberá cruzar el desierto y abocarse a la ardua tarea de devolverle al viejo partido la dimensión que una vez tuvo o, por lo menos, ponerlo en pie para participar con cierta chance en una competencia que hace tiempo le es ajena.

 

En el nombre de Batlle

Hasta finales del siglo XX, el Partido Colorado tuvo casi siempre dos corrientes internas bastante diferenciadas que se disputaban la primacía en esa colectividad. Unos eran los batllistas clásicos y otros, los más conservadores, los denominados “riveristas” que durante años se expresaron a través de la lista 14. 

En la década de los ‘70, ‘80 y ‘90 esa expresión la encarnaron Jorge Pacheco Areco primero, y Pablo Millor después, entre otros.

Ahora, ya incluso desde los nombres de los sectores registrados en la Corte Electoral, el batllismo parece haber ganado la partida en el coloradismo. Ernesto Talvi dice que lanzó su grupo Ciudadanos en ese partido “por el apellido Batlle”. “Papá era batllista y lo era como yo soy de Peñarol. No podía votar otra cosa. Toda la vida lo voté a Jorge (Batlle) Creo en lo que el partido representa: tradiciones liberales, republicanas, constructor del Estado de bienestar moderno a principios del siglo pasado. Y pensamos construir un nuevo Estado de bienestar para el siglo XXI”,declaró Talvi a El País

En tanto, el grupo del expresidente Julio Sanguinetti se llama, indisimuladamente, “Batllistas”, el que encabeza el senador José Amorín Batlle lleva por nombre “Uruguay Batllista” y el del diputado Fernando Amado “Batllistas Orejanos”.

 

Un gesto "jorgista"

.Para el politólogo Adolfo Garcé, el camino que eligió Ernesto Talvi dentro del Partido Colorado “es el más difícil” de recorrer y consideró que esa decisión supone una especie de “gesto jorgista” en referencia al expresidente Jorge Batlle que dio pelea en varias internas coloradas y fue quien primero tentó al economista para que jugara en la arena política.  “Para ganar en la primaria de un partido es fundamental contar con una estructura militante capaz de movilizar electores. Desafiar y vencer a una figura del peso de Sanguinetti, no es tarea sencilla. Es, además, un gesto muy ‘jorgista’, por lo radical, tajante y arriesgado”, dijo Garcé a El Observador. El politólogo no pudo dejar de comparar, salvando las distancias, la actitud de Talvi con la adoptada por Batlle en 1965 “cuando desafío y le ganó a la estructura de la lista 15 en las elecciones internas de esta fracción”. “ “Batlle ya era, por cierto, una figura relevante, por tradición familiar y por trayectoria personal. ¿Podrá ganar Talvi?, ¿Puede ganar un outsider la primaria de un partido? Puede. Pero debe encarnar claramente algunas de las tradiciones partidarias más significativas”, opinó Garcé.

 Dijo  no saber si la decisión “tan jorgista” de Talvi es la mejor para sus intereses pero consideró que “sin duda” vuelve más competitiva y atractiva la interna colorada.  Garcé recordó que además de Talvi y del candidato Sanguinettista participarán de la contienda el senador José Amorín y el diputado Fernando Amado.

“Durante una década fue muy difícil para los herederos directos de los grandes líderes de los ochenta y noventa, Sanguinetti y Batlle, desafiar la hegemonía de Vamos Uruguay. Las primarias coloradas, más allá de las cualidades de los adversarios de Bordaberry, habían perdido interés. Todo indica que tendremos un escenario muy distinto, una primaria disputada, animada por líderes de perfiles muy diferentes”, culminó.

 

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