En su última y genial etapa, momento cumbre en la historia del
cine, las películas de Luis Buñuel son una mezcla de humor absurdo al estilo Alfred Jarry y de surrealismo en la línea de las geniales obras de teatro de Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela, dos adelantados a los cuales no se le ha dado el
crédito que merecen. Películas como
El discreto encanto de la burguesía y
El fantasma de la libertad, por ejemplo, son una radiografía de la conducta humana, vista con detenimiento, a partir de situaciones absurdas que podrían ser consideradas irreales de no venir de la pura realidad.
La inteligencia no se cansa de celebrar y aplaudir el genio innovador de Buñuel, quien ha sido compinche ideal para reírnos del mundo en el que nos tocó vivir. En su tiempo, el director español no tuvo parangón y nadie nunca llegó a pisarle los talones en cuanto a derroche de imaginación y creación de situaciones insólitas, en las cuales la vida se pregunta por su verdadero sentido. Hoy en día, en cambio, Buñuel tendría un feroz competidor en la realidad, la cual no se cansa de presentar a diario situaciones increíbles, de las que llevan a preguntar si la condición humana tiene lógica y criterio; a preguntar cuál es su verdadero sentido. ¿Lo tiene? No es necesario irse a un país ignoto y lejano para encontrar al absurdo en estado puro.
Con un viaje a la capital estadounidense basta para encontrar varias situaciones al estilo Buñuel. Stormy Daniels, estrella del llamado "cine para adultos", también conocido como "porno", quiere hacer pública su historia completa con el presidente cuando todavía no lo era, pero los abogados de Trump le iniciaron una demanda por US$ 20 millones por haber roto el acuerdo de silencio. La mujer abrió la boca, aunque no ha contado todo. Con el avispero revuelto, Vanessa Trump, esposa de Donald Jr., acaba de solicitar el divorcio argumentando que es tratada como "ciudadana de segunda".
Según la frustrada mujer, su esposo no le pasa suficiente dinero, por lo que no puede mantener la vida lujosa a la cual está acostumbrada. Qué difícil es ser millonaria. De la
Casa Blanca salen historias más entretenidas que las de Hollywood, mucho más insólitas e increíbles.