Diego Battiste

Cárcel y escuela: huerta y cría de animales en una unidad para mujeres en Colón

El Observador visitó la Unidad N° 5, en Colón, para dialogar con un grupo de internas que sacan provecho de producir alimentos y criar animales de granja

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15 de marzo de 2021 a las 05:00

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Es un viernes de mañana y varias mujeres privadas de libertad están trabajando en la huerta y en el gallinero de la Unidad N°5 de Montevideo  –una cárcel para mujeres ubicada en el barrio Colón–; algunas cortan el pasto, otras lo juntan para las camas de las gallinas y otras riegan los canteros.

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Con los cultivos se abastece a la cocina de la unidad

En esta cárcel de mujeres que visitó El Observador el trabajo en la tierra y el cuidado de los animales es tarea diaria y esas labores se enmarcan en las actividades habituales del Polo Industrial Femenino, que hoy reúne a 50 internas que producen hortalizas y se ocupan del manejo de gallinas, pollos, gansos, patos, conejos y corderos.

Con los huevos se abastece a la cocina de esa unidad, también con la producción de la huerta, que se divide en 40 canteros en los que hay maíz, cebollas, perejil, pepino, remolachas, melones, sandías y lechugas.

Variedad de trabajos 

Esta es una de las distintas unidades carcelarias en las que se desarrollan actividades agropecuarias. En otras, en otros departamentos del país, hay lechería, cría de ovinos y vacunos y también otros cultivos.

Cada poco tiempo y tras una evaluación de la dirección de la cárcel, las mujeres rotan las tareas. Por ejemplo, pasan de los cultivos, del gallinero, de las jaulas de los conejos o de la incubadora de pollitos al taller de carpintería, de herrería o de construcción.

“Cuando llega la mujer que es primaria, como se le llama, se le da la oportunidad en la parte laboral. En medida que se precisa gente para  un sector determinado, como por ejemplo la obra, se evalúa con la parte laboral y de administración”, explicó Andrés Berocay, encargado del Polo Industrial Femenino.

Lucía Schneider, encargada del área verde, añadió que se las entrevista para saber sus conocimientos y gustos: “Tratamos de vincularlas a algo que les gusta y no a hacer algo que no quieran”, detalló.

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Hay cría de conejos

Una tarea saludable 

Patricia es una de las internas y está encargada de la incubadora de pollitos. Esa mañana en la sala de cuidados había algo de ruido, porque nacieron dos. En total había 20 nuevos pollitos, que después de un mes de nacidos son llevados al gallinero.

Hay gente que se entusiasma con estos emprendimientos y suma lo suyo. Por ejemplo, hace poco tiempo una policía donó huevos de codorníz y de ellos ya nacieron varios pichones.

En el área de incubadora luces amarillas alumbran a los recién nacidos, que pían cuando Patricia deja de tocarlos.

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Esa mañana nacieron dos pollitos

Cerca, en una pared hay una pizarra blanca donde se lleva el control de los huevos que se producen. Con ese calendario se sigue la fecha en que los huevos deben ser rotados y pulverizados con agua tibia, explicó el director de la Unidad, Wilington Sierra. Todos están muy compenetrados en cada gestión, de modo que todo salga del modo adecuado.

Patricia también trabaja en la huerta y contó que le parece una actividad saludable.

“El trabajo es hermoso, bastante bueno. Aprendí acá, tenemos que regar, carpir, sembramos con las compañeras y estamos todo el día trabajando. Es muy bueno porque después comemos lo que cosechamos, pero además se pasa el día rápido. Es una tarea buena, bastante saludable al tener que estar encerrada en un piso”, indicó.

Los días de lluvia, expresó, son los de más trabajo en la huerta, ya que se aprovecha la tierra mojada para remover yuyos y malezas.

Cada vez más convocatoria 

La huerta reunía hace un año a ocho mujeres. Ahora, con nuevas tareas, más animales, nuevos cultivos y en mente el proyecto de una chanchería, son 20 las internas que desarrollan trabajos en el área verde. Y en total son 50 las que trabajan en todas las áreas del polo industrial.

“El requisito para entrar en la huerta es estar. Muchas personas empiezan sin saber y van aprendiendo de las que ya estaban y así se van pasando los conocimientos”, indicó Schneider.

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Patricia trabaja en la huerta y en la incubadora de pollitos

Trabajo remunerado 

Las tareas comienzan a la hora 8 y van hasta las 12, para almorzar. A partir de las 13 y hasta las 16 se desarrolla el resto de la jornada laboral.

Desde la dirección de la cárcel explicaron que por las tareas las internas reciben medio peculio, $ 4.000 o $ 5.000 al mes. Es un monto que cada unidad carcelaria tiene asignado para personas privadas de libertad que trabajan. “Es cerca de $ 8.900 que se le pagaría a una interna, nosotros lo dividimos y tratamos de que les llegue a todas las que hacen buenas tareas, porque ese trabajo es muy provechoso para la unidad”, expresó el director.

“Es algo productivo” 

Todas llevan mamelucos, como uniformes de trabajo y se las nota entusiasmadas.

En el mismo predio de las gallinas hay conejos en jaulas, pollos que nacieron hace poco, dos gansos y patos.

A la entrada de la huerta, cerca del invernáculo, Gonchi y Sara –dos corderos– descansan y comen pasto. Una de las internas, Lorena, ríe recordando que de chico al macho lo enseñó a topar. Además, se espera con ansias la cría de la cordera, que está preñada.

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Gonchi y Sara, los corderos

Cerca del gallinero también anda “La Chimu”, una perra que se cría en el predio.

En el gallinero trabajan cuatro internas y todas dicen que disfrutan el contacto con los animales.

“Nunca  había trabajado con gallinas, pero empecé y me gustó. Lo tomamos como un área para meditar o algo así. Está bueno, la verdad es que estamos agradecidas por este espacio. Me gusta porque también aprendemos algo para la calle, es algo productivo”, comentó Betina, una de ellas.

Lorena agregó: “Nos sentimos cómodas porque estamos al aire libre. Y es muy lindo porque los animales nos ven y ya se paran, nos conocen porque los criamos desde chiquitos. Es muy divertido cuidarlos, salen corriendo y jugando”, y dijo que proyecta tener un gallinero en su casa cuando salga en libertad.

Además, las actividades de granja y huerta son compartidas con sus familias, varios de sus hijos ya replican la huerta en sus casas y crían conejos o gallinas que les han donado desde la unidad.

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Son 50 las internas que trabajan en el Polo industrial Femenino

Si bien las tareas se realizan con éxito, las internas enfatizaron en que hacen falta algunas cosas, y solicitaron la colaboración de la población con ración para los animales, productos de limpieza y un veterinario que pueda asistir cuando los animales enferman.

Cada día el movimiento es muy intenso, salvo durante el fin de semana, reservado para el descanso, aunque a varias tanto les gusta que igual van a esos espacios, “porque ir es una distracción”. 

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Hay gallinas, patos, gansos y codorníz

Proyecto Chacras

El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) tiene 17 chacras en todo el país.

Entre ellas, la Unidad Nº 2 que tiene predios en San José y Canelones, y que es el polo agropecuario del sistema y abastece con productos a unidades de todo el país, informaron a El Observador desde el INR.

El Proyecto Chacras se enmarca en el Plan Dignidad Carcelaria 2020-2025; se apunta a que todas las unidades trabajen la tierra para hacer autosustentable al INR y dejar de comprar algunos productos como papa, boniato, zapallo y zanahoria.

En la Unidad Nº 2 hay además un tambo que produce 1.100 litros de leche cada día.
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