Lucía Cordero tiene 25 años, se crío en la zona rural de Tala, en Canelones, es hija de agricultores familiares, fue a la escuela rural, luego cursó sus estudios de secundaria en la Escuela Agraria y cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria estudió Agronomía.
Actualmente continúa con sus estudios en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar) y vive con amigas en la Unidad Cooperativa Nº 1 a 30 kilómetros de Mercedes, en donde desarrollan un proyecto colectivo de agricultura agroecológica llamado Las Gurisas. En esa colonia viven 50 personas.
Lucía participa en la Comisión Nacional de Fomento Rural y como representante de la misma moderó dos talleres organizados por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), en el que jóvenes rurales expresaron sus necesidades e ideas en el marco del Día Nacional de la Juventud Rural, que se conmemoró este viernes 27 y que tiene como objetivo visibilizar a los jóvenes que viven en el campo.
La joven y sus amigas se fueron al campo convencidas de que querían “vivir en la tierra y de la tierra”, contó Lucía a El Observador. Con ese objetivo en mente se presentaron a un llamado del Instituto Nacional de Colonización (INC), en el que se distribuían tierras para jóvenes.
La Unidad Cooperativa Nº1 es una cooperativa agraria de producción en donde se desarrolla la agricultura, la ganadería, la lechería y la cría de cerdos. Mientras Lucía y sus amigas esperaban los resultados del llamado del INC, la cooperativa abrió una convocatoria para desarrollar la agricultura agroecológica. Las jóvenes fueron seleccionadas para el llamado y desde 2020 están viviendo en la zona, trabajando en horticultura y “entendiendo que la agroecología es una forma de vida y de producción más en armonía con el medio y las personas”.
Para ella, vivir en la colonia ha sido “tremenda alegría y tremenda experiencia de aprendizaje”, ya que poner en práctica la horticultura ha sido “otro mundo”. Esta joven productora rural ve como la necesidad principal de los jóvenes rurales el acceso a la tierra. “Hoy en día para los jóvenes y las jóvenes mujeres es muy difícil en Uruguay acceder a la tierra para quienes quieren producir. Las formas de acceso son a través de herencia, compra directa o arrendamiento, pero para quienes no tenemos la posibilidad es muy difícil y ahí una herramienta fundamental es el Instituto de Colonización”, indicó.
El acceso a la educación, a la recreación y al deporte también son necesidades que ve en los jóvenes del campo, “que hacen a la diversificación en el medio rural”.
Gustavo Rostagnol tiene 32 años, vivió hasta los 10 en Artilleros, cerca de Tarariras, en Colonia, en un campo donde sus padres trabajaban en un tambo. Estudió en escuela rural, en donde se acercó al trabajo en la huerta y junto a su familia adquirió conocimientos de lechería, trabajo con ganado y plantas. Por temas de empleo se fue a vivir a la ciudad con sus padres, “pero siempre quedó el sueño de volver al ámbito rural porque siempre me llamó la atención”, contó.
Estudió Agronomía, carrera en la que se sintió “como pez en el agua”. Interesado en el campo buscó un oficio que se vinculara al medio rural y así se orientó a la granja. Aunque no se imaginaba en la producción orgánica, es “muy abierto” a que la vida lo “sorprenda”, comentó y hoy está a cargo de una chacra orgánica en Cerrillos. “Mi vocación está latente y cada vez más presente”. resaltó.
Sobre las necesidades de la juventud rural dijo que “por el lado impositivo se cierran un poco los caminos”. “Los emprendimientos no son fáciles pero uno tiene que empezar de menos a más, con una ambición buena”, dijo y agregó que muchas veces las oportunidades van de la mano con el intercambio con otros productores.
Lucía y Gustavo se conocieron cuando fueron becarios de la Fundación Chamangá, que otorga becas para “jóvenes vocacionales”. En ese período, en el que obtuvieron un apoyo económico y técnico también se desarrollaron en sus áreas de interés a nivel rural, ya que en su trabajo comunitario, parte de la beca, trabajaron en huertas comunitarias y producciones hortícolas, experiencia que ambos destacaron.
La fundación otorga becas para estudiantes de diversas carreras y tiene un convenio con el MGAP por el que otorga apoyo a jóvenes hijos de asalariados rurales o productores familiares. El llamado para las becas 2022 cierra el 31 de agosto.
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