EFE/Alberto Peña

Chile y el populismo

Los candidatos inconformistas ganan apoyo antes de las elecciones a medida que los líderes no abordan las quejas

Tiempo de lectura: -'

07 de enero de 2021 a las 05:01

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Por Benedict Mander

Cuando Pamela Jiles se pavoneó por la cámara baja del Congreso de Chile luciendo una capa rosa y agitando plumas que le hacían juego después de la aprobación de una ley que les permitía a los pensionistas retirar sus fondos tempranamente, ella no era la única que estaba celebrando.

La legislación impulsada por la excelebridad de televisión, quien desde aquella ocasión se ha convertido en uno de los políticos más populares de Chile, fue respaldada con entusiasmo por un público que estaba sufriendo el impacto económico de la crisis causada por el coronavirus. Pero muchos todavía consideraban que era un truco populista que haría poco por resolver los problemas subyacentes del país.

Dado que la clase gobernante tradicional de Chile no pudo proporcionar soluciones a las demandas de los manifestantes después de una ola de manifestaciones masivas que comenzó en 2019 y continuó el año pasado, ha surgido una nueva clase de político. En lugar de provenir de la profundamente impopular élite tradicional del país, sus raíces se encuentran principalmente en la política municipal, en los movimientos de base y en los medios de comunicación.

Sin embargo, las mismas preguntas se ciernen sobre las cabezas de esta nueva generación: ¿pueden evitar la explosión de más disturbios sociales causados por los altos niveles de desigualdad, por el aumento de los precios, por las precarias pensiones y por los malos servicios públicos de Chile?

Los principales candidatos en las encuestas de opinión previas a las elecciones presidenciales de noviembre en Chile son alcaldes que se han diferenciado de la clase política establecida. En la derecha se encuentra Joaquín Lavín, el alcalde de una acomodada municipalidad de Santiago y conocedor de los medios sociales. En la izquierda se encuentra Daniel Jadue, el alcalde comunista de una oprimida área de la capital chilena quien ganó apoyo estableciendo una “farmacia popular” que vende medicinas baratas.

“Ambos son bastante neopopulistas. Ninguno tiene ni programa ni equipo. Cada uno está por su cuenta”, señaló Marta Lagos, una encuestadora y socióloga chilena. Ellos solo estaban ofreciendo soluciones a corto plazo, ella argumentó: “Solamente han tocado la superficie con soluciones populistas inmediatas, pero no hay propuestas para el futuro”.

Lavín es un veterano en crear ardides que acaparan titulares. Elegido por primera vez como alcalde en 1992, en una ocasión él contrató un avión para que rociara productos químicos con el fin de generar lluvia — sin éxito — durante una sequía. También ha traído un cargamento de nieve desde los Andes a la plaza principal de Santiago para que los niños pudieran jugar y creó una playa improvisada con arena importada junto al río de la capital.

Lavín, un participante habitual en los programas de entrevistas de televisión, se ha convertido en un experto en aprovechar los medios sociales. “Si tienes un problema con las ramas colgantes de un árbol en tu barrio, puedes enviarle un tuit y en una hora él le habrá dicho a alguien que lo solucione. No sé si tiene un equipo de duendecitos ayudándolo, pero es bastante impresionante”, comentó Robert Funk, un analista político en Santiago.

Jadue es visto como un solucionador de problemas, y él se ha concentrado en las quejas acerca de los costosos medicamentos y los inadecuados servicios públicos. A través de su farmacia controlada por el Estado, él logró romper un monopolio del sector privado y proporcionar medicamentos más económicos, una iniciativa que desde entonces otros alcaldes de todo el país han copiado.

La mayoría de los analistas políticos convencionales creen que Lavín tiene la ventaja sobre sus rivales, aunque algunos lo ven simplemente como un político tradicional.

Lavín fue elegido por primera vez como alcalde de Las Condes, una municipalidad de Santiago, en 1992, un cargo al que regresó en 2016 después de presentarse dos veces como candidato presidencial (1999 y 2005) y servir como ministro en el primer gobierno del actual presidente Sebastián Piñera.

Si bien es posible que Lavín pueda reunir a la derecha chilena para que lo apoye, el Jadue tendrá dificultades para ganarse el respaldo de los votantes de centro izquierda, según los analistas. La coalición izquierdista Concertación que gobernó a Chile durante la mayor parte de los últimos 30 años —con la excepción de los dos mandatos de Piñera— se ha derrumbado casi por completo, habiendo fracasado en abordar los altos niveles de desigualdad.

“¿Cómo puede la coalición más exitosa del país en los últimos 100 años autodestruirse hasta un punto en el que no solo no puede ganar una elección, sino que ni siquiera tiene un candidato? Si tuviera uno decente, Jadue no estaría ni cerca de donde está hoy día”, señaló Funk, quien argumentó que el alcalde comunista no podría ganarse un amplio apoyo.

Todavía hay tiempo para que surja un candidato que verdaderamente no sea parte de la clase política dirigente antes de las elecciones de noviembre. Para muchos de los manifestantes que irrumpieron en el centro de Santiago el año pasado, ni siquiera Jadue califica. Él no fue bienvenido cuando el año pasado trató de sumarse a una manifestación en la Plaza Italia, el emblemático epicentro de las protestas, ya que algunos lo vieron como si hubiera estado buscando explotar la situación para beneficio político personal.

Sin embargo, parece probable que prevalezca la marea populista. Cuando en la última encuesta de Cadem se les preguntó a los chilenos quién pensaban que ganaría las próximas elecciones, el 17% de los encuestados dijo que sería Lavín; el 9% pensaba que sería Jadue; y el 5% estaba a favor de Jiles. En cuarto lugar, con un 3%, estaba otra alcaldesa de derecha y ex candidata presidencial, Evelyn Matthei, quien quiere competir contra Lavín porque lo considera un populista.

Todavía está por verse cuáles serían las implicaciones para el tan aclamado modelo económico favorable al mercado de Chile. El país ha disfrutado de tres décadas de continuo crecimiento desde el regreso de la democracia en 1990.

“Los chilenos quieren ser Suecia o Finlandia, no la URSS. Ellos quieren un Estado de bienestar”, indicó Patricio Navia, un politólogo de la Universidad de Nueva York. Pero con los votantes deseando mejores pensiones y servicios públicos, pero sin saber cómo financiarlos, dijo él, “a los chilenos les espera un amargo despertar”.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.