Camilo dos Santos

Comprar criptomonedas como un juego de azar: ¿Existe la criptoadicción?

Las criptomonedas tienen un problema que no tienen los juegos de azar: la gente a menudo no sabe en qué se está metiendo

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13 de octubre de 2022 a las 12:27

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Por Jemima Kelly

Llevo tiempo pensando que comprar criptomonedas se parece menos a una inversión —que es como se suele promocionar — y más a un juego de azar. Están las promesas de hacerse rico rápidamente, las plataformas de negociación gamificadas y la pura imprevisibilidad de los mercados.

No fue hasta que presenté la última serie del podcast Tech Tonic del Financial Times que me di cuenta de cuán profundas e inquietantes son las similitudes. "A Sceptic's Guide to Crypto" ("La guía de un escéptico a las criptomonedas", en español) me presentó una escena desenfrenada, protagonizada por múltiples grupos: desde multimillonarios tecnológicos monomaníacos de Virginia hasta prácticos ganaderos de Wyoming. Pero fue en los Scottish Borders, a unos 30 kilómetros al sur de Edimburgo, donde me encontré con Castle Craig, una imponente mansión del siglo XVIII que se ha utilizado como centro de rehabilitación desde hace más de tres décadas.

Castle Craig trata todo tipo de adicciones, desde el alcoholismo hasta la ludopatía, pero, en 2016, se convirtió en la primera clínica de rehabilitación en diagnosticar y tratar la criptoadicción. Desde entonces, ha trabajado con casi 250 pacientes, y las cifras aumentan cada año.

El responsable de la criptoclínica es Tony Marini, un escocés-italiano de 57 años que utiliza el mismo programa de 12 pasos que para tratar la ludopatía. Marini, él mismo un exapostador de juegos de azar, alcohólico y adicto a la cocaína que ahora está en recuperación desde hace 17 años, me dice que tan pronto como comenzó a investigar sobre las criptomonedas después de ese primer paciente en 2016, quedó fascinado.

"Me encontré pasando horas mirando diferentes criptomonedas, comprobando los precios repetidamente", dice. "Me estaba obsesionando. Mi cerebro estaba yendo exactamente al mismo lugar al que me llevaban las apuestas". Estuvo a punto de invertir algo de dinero, antes de darse cuenta del peligroso camino que estaba recorriendo.

Por supuesto, no todo el mundo se vuelve adicto al comercio de criptomonedas, pero no es difícil ver por qué podría ser adictivo, con su embriagadora mezcla de movimientos de precios volátiles, un mercado que nunca duerme, una oferta aparentemente interminable de tokens de criptomonedas para apostar — más de 21,000 en el último recuento — y una activa comunidad en línea.

Pero las criptomonedas tienen un problema que los juegos de azar, claramente etiquetados como tales, no tienen: la gente a menudo no sabe en qué se está metiendo, incluso una vez que se vuelve adicta. No hay ningún organismo específico que las regule. No hay ningún "becryptoaware.org". La Agencia de Estándares Publicitarios de Gran Bretaña está, finalmente, endureciendo sus normas sobre los anuncios de criptomonedas que han estado apareciendo por todas partes, pero éstas no entrarán en vigor hasta el próximo año.

"La gente no cree que tenga un problema con las criptomonedas y ése es el mayor problema", dice Marini. "La gente que usa las criptomonedas no sabe que está apostando, porque no está regulado".

La mayoría de los pacientes de Marini adictos a las criptomonedas llegan con otras adicciones, normalmente cocaína y anfetaminas, que ayudan a los usuarios a mantenerse despiertos jugando en los mercados, y no es hasta que empiezan a hablar de sus patrones de comportamiento que se dan cuenta de que también son adictos a las criptomonedas.

Un antiguo paciente, que ya estaba en recuperación por adicción al alcohol y a las drogas, describe haber puesto múltiples alarmas en su teléfono para poder despertarse a lo largo de la noche y comprobar los precios de las criptomonedas. Pronto se encontró sufriendo una recaída en el alcohol y la cocaína. Marini lo considera un ejemplo más de adicción cruzada, en la que una adicción alimenta a otra.

Normalmente me divierte burlarme de la toxicidad de la cultura de las criptomonedas, sobre todo cuando se dirige a los "no-coiners" (personas que no poseen tokens y son anti criptomonedas) como yo. Pero las historias como ésta no me dan ningún placer. Quizás las criptomonedas se disfracen de memes y camisetas de Dogecoin, pero ya es hora de que empecemos a verlas como lo que son: una forma de juego de azar bastante peligrosa.

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