Adolfo Garcé

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Conversando con Adolfo Garcé

Respuesta de los lectores Fernando Andacht y Aldo Mazzucchelli al columnista Adolfo Garcé
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02 de marzo de 2021 a las 17:18

Por Fernando Andacht y Aldo Mazzucchelli

Adolfo Garcé ha dedicado su editorial del último domingo en este mismo diario ("Conversando con Fernando Andacht") a repasar un par de puntos polémicos respecto de la situación que vive Uruguay y el mundo desde hace un año. 

Lo hace a partir de una entrevista al propio Andacht en el programa En Perspectiva de Radiomundo, y varios artículos del mismo y de Aldo Mazzucchelli en la revista eXtramuros. Los firmantes creemos que vale la pena tomar nota del gesto y enviar unas líneas que pretenden, primero, destacar el hecho —un verdadero evento sorpresivo en el contexto mediático local—, y comentar brevemente el contenido, agradeciendo desde el comienzo el admirable tono que alcanza Garcé en su pieza. 

Hemos publicado y dicho en medios bastante más que los dos puntos en los que se detiene Adolfo Garcé. Pero él apunta, sin duda, a dos conceptos importantes, y hace un resumen honesto de ambos. Esos dos puntos son el de que existe una dictadura tecnocrática que avanza, y el de la explotación irresponsable, por parte de los medios principales, del miedo, y la repetición excesiva y excluyente de lo que hemos bautizado como ortodoxia covid. También, agregamos, el modo en que hacen la vista gorda a los fenómenos de censura de los puntos de vista disidentes, cada vez más escandalosos en el mundo entero, repitiendo sin crítica el discurso justificador que para ello han generado los censores en otras partes, especialmente en Estados Unidos.

No ponemos en tela de juicio la buena fe de algunos periodistas, pero nos parece difícil negar que existió una reducción notoria del elenco de posiciones sobre la pandemia a la hora de elegir a quien invitar a los estudios televisivos o radiales entre todos los representantes de las ciencias, naturales, sociales o humanas. Si no hubo una “aplanadora” mediática, como argumenta Garcé, sí funcionó una homogeneización constante y potente que llevó a confundir la visión de algunos expertos, algo lícito, claro, por la ciencia de modo absoluto, lo que no se adecua al funcionamiento real de la investigación, en cualquier contexto, sea o no de emergencia sanitaria. 

El Observador, y Garcé en particular, han hecho gala en este caso de una apertura que una gran mayoría de otros periodistas o espacios no han sido capaces de entender ni de poner en práctica. Los que parecen no aceptar una reflexión crítica o disidente sobre las medidas tomadas en relación a la emergencia sanitaria han construido una especie de unanimidad intolerante, cuyo efecto más triste ha sido presentar una situación esencialmente discutible en todos sus términos, especialmente los fundamentales, como una guerra donde solo había lugar para obedientes, y el resto debía(mos) ser considerados traidores o charlatanes enemistados con la realidad. 

Estos dos rasgos del año que vivimos resaltan aun más la generosidad de Adolfo Garcé, que en este caso se une a su habitual inteligencia, y su valentía para plantear con honestidad sus posiciones. En eXtramuros creemos que estas tres cualidades (valentía, honestidad e inteligencia) son las que debemos impulsar más que nunca en este tiempo, cuando por todos lados lo que vemos es más bien la cobardía del decir amén a narrativas hegemónicas, o la del ataque personal sin argumentos —o peor, el insulto anónimo en redes sociales—. Reconforta encontrarnos con una actitud opuesta diametralmente a la deshonestidad de tergiversar y simplificar los argumentos del otro para así "refutarlo" sin hacerlo realmente.  A la actitud ninguneadora se le suma habitualmente la falta de inteligencia necesaria para comprender cuánto está en juego en materia de libertades individuales, libertad de expresión y calidad de la democracia. 

Le agradecemos al columnista Garcé su gesto propiciador del debate justo, y desde ya queda reafirmada la más amplia disposición para conversar sobre todos estos asuntos. Es mucho menos importante no estar de acuerdo en cuestiones particulares que estar de acuerdo en la necesidad de escuchar y debatir con respeto y humanidad, reconociendo los derechos del otro, sea cual sea su punto de vista.

 

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