Camilo dos Santos

De trabajar en PDVSA, publicidad y marketing en Venezuela a abrir un emprendimiento gastronómico en Uruguay

Para estos emprendedores venezolanos, mudarse a Uruguay implicó reconvertirse profesionalmente, conocer un mercado desde cero y conquistar los paladares uruguayos

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17 de junio de 2021 a las 15:33

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Dos ingenieros que trabajaban en una de las petroleras más grandes del mundo dejan todo e instalan una cadena de donas; un gerente de Marketing especializado en cadenas de cines abre una pizzería con un enfoque innovador; un publicista acostumbrado a trabajar con grandes marcas y presupuestos pone en prácticas sus dotes culinarias para acercar la "verdadera" comida venezolana a Montevideo.

Estas son las historias de un grupo de profesionales venezolanos que llegaron a Uruguay dejando sus títulos de lado y comenzando un nuevo camino dentro del rubro gastronómico local, con improntas bien diferenciadas, un público que reconoce sus marcas y propuestas para convertirse en franquiciados.  

Del cine a la pizzería

Cuando Daniel Vergara tuvo que cambiar las cuatro ruedas de su auto y vio que su salario completo de un mes como gerente de Marketing y Loyalty de Cinex, una importante cadena de cines de Venezuela, no le alcanzaba para pagarlo, se dio cuenta de que algo estaba muy mal.

“Como las cosas se iban deteriorando gradualmente no te dabas cuenta, te ibas acostumbrando”, explica Vergara, quien además de trabajar en el rubro de cines, había comenzado a emprender con un negocio en Caracas de venta de maní, donas y helados en el Estadio Universitario de Beisbol de la UCV (el béisbol es el deporte más importante del país).

“Yo no tenía interés en emprender, era muy corporativo, muy entregado a las empresas donde trabajaba y todavía lo soy”, dice, pero la oportunidad se le presentó y comenzó a recibir más ingresos por su emprendimiento en el estadio en una sola noche de partido que lo que ganaba en un mes de trabajo como gerente de Marketing, por lo que decidió dejar la empresa y enfocarse en su nuevo negocio y en otros proyectos.

“En ese momento todavía no me iba a ir del país. A nivel de negocio me estaba yendo muy bien, pero lo que me despertó la idea de que no podíamos continuar fue la seguridad jurídica. En Venezuela, en cualquier momento la policía o un militar pueden ir en tu contra y no tienes cómo defenderte”.

Cuenta Vergara que en su país, las personas con dinero tienen guardaespaldas y camionetas blindadas para andar por la calle protegidos, cosas que él no tenía y que no estaba interesado en tener. “Yo vengo de una familia muy humilde y no estoy acostumbrado a tener dinero. No éramos millonarios, pero estábamos asustados de tener un poco de dinero en el país”. Sus ingresos le daban para comer bien y mantener a su familia, pero si quería acceder a productos con precios internacionales, como un auto o una casa, no podía.

Sumado a la inseguridad, la inestabilidad de los precios por la inflación le empezó a complicar su negocio. La suma de preocupaciones alentó a Vergara y a su esposa a buscar nuevos horizontes. Evaluaron irse a Colombia, México y Argentina, donde finalmente terminaron mudándose en 2018. Allí, Daniel Vergara consiguió trabajo como gerente de Marketing en la cadena Atlas Cines y no le iba mal, pero cuando la economía argentina y el valor del dólar empezó a deteriorarse, nuevamente comenzó a mirar hacia el exterior. En ese momento, recibió un mensaje de Mariana Chango, CEO de Life Cinemas de Uruguay, quien veía su actividad en Linkedin y que recordaba un mensaje que le había enviado Vergara hacía tiempo poniéndose a disposición.

Luego de un par de reuniones, terminó sumándose al equipo de Life como gerente de Marketing y se mudó a Uruguay en noviembre de 2019 junto con su esposa embarazada de cinco meses. Pero en marzo de 2020, con el comienzo de la pandemia, el cine cerró sus puertas y Vergara quedó en seguro de paro, a la espera de su reapertura. Por eso, en plena pandemia, él y su esposa decidieron emprender.

Requeso es un "laboratorio" de marketing para Vergara.

“Queríamos hacer un proyecto donde el fuerte fuese el marketing, como un laboratorio de marketing". La gastronomía les pareció que era un sector que solía sobrevivir a las crisis y empezaron a investigar el rubro. Descubrieron que la pizza era algo que los uruguayos consumían mucho, optaron por enfocarse en ese producto, hicieron una evaluación del mercado y llegaron a la conclusión de que debían diferenciarse del resto en la cantidad de queso, por eso, a su marca la bautizaron Requeso y se caracteriza por la exageración: cada pizza lleva ½ kg de este ingrediente.

Comenzaron preparando las pizzas en su apartamento y entregando por delivery, luego alquilaron una cocina de un restaurante y cuando vieron que se les estaba yendo de control, decidieron abrir su propio local, que está ubicado en pleno Punta Carretas.

Actualmente, son siete personas en el equipo, incluyendo a Vergara y su esposa, atienden en el local y con delivery y ya tuvieron ofertas para convertir la marca en franquicia, pero aún están en proceso de armado de los manuales de estandarización.

Mientras otras empresas del rubro deben cerrar sus puertas y los cines siguen a la espera de poder reabrirse, Daniel Vergara hace crecer su emprendimiento con propuestas innovadoras de marketing, como el pago de la pizza con Likes de Instagram.

Ingenieros de las donas

Anacary Marcano es ingeniera química y su esposo, Hoover Betancourt, ingeniero electricista. Ambos son oriundos de Puerto La Cruz y trabajaban en la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) en su país natal. Ganaban bien, tenían casa y bienes, pero cuando vieron que sus salarios apenas les alcanzaba para comer y subsistir, optaron por dejar el país. Pusieron el foco en Uruguay porque tenían un familiar que ya estaba instalado acá y les había dado buenas referencias del país. Investigaron un poco, juntaron sus ahorros y se mudaron para empezar de cero en un lugar donde sus títulos universitarios no valían nada salvo que pudieran hacer las reválidas.

“Cuando llegamos, lo primero que hicimos fue buscar trabajo porque queríamos conocer la cultura uruguaya. Mi esposo trabajó como vigilante y yo como cajera en Tienda Inglesa. Fue lo primero que encontramos y luego empezamos a pensar en lo que veníamos mentalizados”, cuenta Marcano.

Con la idea en mente de emprender algo propio que pudieran manejar los dos, un interés especial por el rubro gastronómico y la detección de que en Uruguay las típicas donas americanas no existían como producto, decidieron abrir Donut City, un lugar especializado en donas. Escogieron un local en pleno Cordón, ubicado hasta el día de hoy en Carlos Roxlo casi 18 de julio, lo acondicionaron y comenzaron a vender la receta típica de las donas con diferentes baños y combinaciones. “Los primeros meses fueron rudos, porque la dona no era algo que se conociera, pero después que la gente empezó a conocer el producto, comenzaron a ir”.

Local de Pocitos de Donut City

El hermano de Anacary, Josué Marcano también se sumó al proyecto. Si bien es arquitecto, ahora, al igual que ellos está abocado cien por ciento al emprendimiento de donas y ejerce el rol de gerente de Marketing.

Con el tiempo y la aceptación del público, Donut City comenzó a sumar locales y personal. Hoy, el equipo es de unas veinte personas, cuentan con tres locales en Montevideo (Barrio Sur, Cordón y Pocitos) y uno en Punta del Este, están pensando en ampliar su cocina (ubicada en el local de Convención y Maldonado) y tienen planes de abrir otra sucursal en la capital, seguramente antes de fin de año.

“Creemos que este proyecto tiene mucho futuro y luchamos por mejorarlo. No cambiaríamos Donut City por nada, por el hecho de que se ha convertido en algo muy importante para nosotros, es como un hijo. Nos encanta ver a la gente contenta, darles un poco de felicidad y eso nos llena”, dice Marcano.

Si bien sus padres y hermanos están en Uruguay, cada tanto conversan sobre la idea de volver a Venezuela, donde quedó gran parte de la familia. “Amamos nuestra tierra y dejamos un sinfín de emociones y experiencias por las que quisiéramos regresar. No sabemos en qué momento, pero sí nos gustaría”, dice la ingeniera emprendedora.

Donas estilo americano de Donut City

El publicista cocinero

Para Mauricio Palacios, lo que fue una escapada por unos meses se convirtió en una estadía que ya lleva ocho años.

Comunicador social y publicista de profesión, Palacios dejó su Venezuela natal por los temas de inseguridad que estaba viviendo el país. Trabajaba en una productora y para atender a uno de sus clientes del exterior tuvo que profundizar sus conocimientos en gastronomía para cumplir con sus requerimientos. Esa herramienta de trabajo fue lo que luego lo ayudó e impulsó a crear en Montevideo Q’ Pasó Pana!!, un emprendimiento de comida típica caribeña, con recetas venezolanas, colombianas y mexicanas.

Aunque llegó a Uruguay con cartas de referencia para poder trabajar en las áreas de marketing y publicidad, no logró insertarse en el mercado. “Se dice que el título se queda en casa porque es muy difícil ejercer en otro país”, señala Palacios.

Trabajó como reponedor de Coca-Cola y en el call-center de PedidosYa, donde luego lo pasaron al área de gestión y reclamos, y ese fue su laboratorio. “Como publicista profesional serví de esponja y evalué lo que estaba pasando en el mercado. Noté que había un vacío de atención al cliente”, dice Palacios y aclara que eso fue años atrás y que ahora las empresas se preocupan más por el feedback de los clientes.

Con sus hallazgos, sumado a que había solo un restaurante que ofrecía comida venezolana, Palacios le presentó a su amigo y futuro socio Eudis Hernández la idea de abrir un emprendimiento gastronómico de comida típica de su país. Pero no tenían capital, por lo que se acercó al empresario Juan Carlos Muiño, organizador de los tablados de la Rural del Prado y de Malvín, a quien le habían referenciado, para proponerle la idea. Tras mucha insistencia, consiguieron el apoyo inicial y Q’ Pasó Pana!! comenzó a vender sus productos en las plazas de comida de los tablados, en un stand hecho por ellos mismos con unos palets de madera. A los tablados fueron sumando las ferias nocturnas de fin de año, delivery y algunos eventos, hasta que llegó un momento en que se dieron cuenta de que necesitaban su propio local y renunciar a sus trabajos finos para enfocarse en el emprendimiento.

Los clásicos tequeños venezolanos.

Fue así que en 2016 abrieron Q’ Pasó Pana!! en la esquina de Soriano y Convención, al tiempo, sumaron un foodtruck para participar de ferias y eventos, y luego sumaron una segunda marca la Ta’Kería, especializada en comida mexicana.

Pero en 2020, la pandemia retrasó sus planes de expansión y los socios tuvieron que tomar decisiones drásticas. De los cuatro locales que iban a tener (dos de cada una de las marcas), se quedaron con dos, hasta que la situación se normalice y cada socio pasó a encargarse de una marca.

Palacios se quedó con Q’Pasó Pana!!, que en abril de 2021, cerró su local de la calle Soriano, pero sigue trabajando con delivery solo en las noches y reabrirá sus puertas al público en un nuevo local dentro del Mercado Central (ex Mercado de la Abundancia), ubicado en San José y Aquiles Lanza.

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