CHRISTOPHE SIMON / AFP

Debemos reducir la burocracia de las vacunas pero mantener los controles y equilibrios

Durante la pandemia, los ejecutivos se han entusiasmado con la velocidad a la que pueden moverse después de descartar viejos hábitos burocráticos

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14 de enero de 2021 a las 15:02

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Por Andrew Hill

Michael Rosen, el autor de libros para niños, pasó semanas en un ventilador mecánico durante la primera fase del coronavirus el año pasado, emergiendo debilitado y discapacitado, pero vivo. Mientras estaba en un coma inducido, el personal médico y los técnicos se estaban apresurando a producir mejores formas de ayudar a los pacientes afectados por covid.

Una magnífica edición reciente del programa de radio “The Reunion” de la BBC, reunió nuevamente a Rosen y a su equipo de la unidad de cuidados intensivos (UCI). Hugh Montgomery, un consultor de UCI, describió cómo habían desaparecido los trámites burocráticos conforme los médicos, el departamento de ingeniería de la Universidad Colegio de Londres (UCL, por sus siglas en inglés) y el equipo de Fórmula Uno de Mercedes colaboraron para adaptar y producir un dispositivo para ayuda respiratoria de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés).

Era como si todo el mundo hubiera adoptado el mantra de “no tenemos miedo” del libro más vendido de Rosen, “Vamos a cazar un oso”. Una sesión conjunta de intercambio de ideas un lunes dio como resultado un dispositivo CPAP rediseñado para ser sometido a prueba el viernes siguiente. Las solicitudes del comité de ética, las cuales normalmente demoraban tres meses en procesarse, se aprobaron a la mañana siguiente de su presentación.

“Es algo de lo que debemos aprender”, dijo el profesor Montgomery. “Tenemos un grupo de personas extremadamente inteligentes, motivadas y comprometidas que están demasiado silenciadas por la burocracia y, si pudiéramos dejarlas florecer, yo creo que el mundo sería un lugar mejor”, agregó.

Demasiadas organizaciones consideraban la burocracia como un mal necesario antes de la pandemia. “No podemos darle la vuelta, no podemos pasar por encima, lo tendremos que atravesar”, para citar el libro de Rosen. La urgente necesidad de actuar con rapidez para hacerle frente a una aguda crisis desafía esa suposición. Los ejecutivos se entusiasmaron con la velocidad con la que podían moverse conforme descartaban viejos hábitos y saltaban obstáculos administrativos.

Martin Lindstrom, autor de “The Ministry of Common Sense” (El ministerio del sentido común), sobre cómo reducir la burocracia innecesaria, ha indicado que “la burocracia es una máquina para replicar lo que ya está hecho y ajustarlo: ahora mismo, estamos lanzándole una bomba a la máquina”. Desafortunadamente, él agregó, “las personas que diseñaron la máquina simplemente volverán con otra máquina”.

Mientras tanto, nuevas marañas burocráticas obstaculizan la lucha contra el virus.

Deseosos de sacarle provecho a la ventaja del Reino Unido en la aprobación de vacunas, los aspirantes a vacunadores se apresuraron a ofrecerse como voluntarios, solo para encontrarse con un montón de papeleo. Pero en una carta al periódico Daily Telegraph, Claire Barker, una médica general recientemente jubilada, dijo que el formulario oficial le había pedido que cargara 21 archivos diferentes en apoyo de su solicitud, incluyendo “documentos que demuestren asistencia a sesiones de resolución de conflictos, de igualdad de diversidad y derechos humanos, de seguridad contra incendios y de prevención de la radicalización”.

Otro médico escribió para atacar a “los servidores públicos que se crean un trabajo altamente remunerado para sí mismos a través de un conjunto cada vez mayor de requisitos de un ajetreo sin propósito, desviando a los médicos de cualquier cosa útil”. Yo me acordé del libro del neurocirujano Henry Marsh, “Ante todo, no hagas daño”, en el cual él criticó a los administradores que aparecen en los hospitales cuando se les designa por primera vez para no ser vistos nunca más: “Esto se llama Gestión, yo creo”.

Desde entonces, el gobierno del Reino Unido se ha comprometido a eliminar algunos de los obstáculos innecesarios para el logro de una vacunación eficaz. Lindstrom me dijo que él sería aún más radical. Los gobiernos deberían recurrir a Amazon para distribuir vacunas rápidamente y emplear personal inactivo de los aeropuertos para manejar las colas, mientras que las enfermeras jubiladas capacitan a terceros en el procedimiento de vacunación y los directores médicos de las compañías les administran vacunas al personal.

Sin embargo, todavía debería haber límites. Por supuesto, es necesario eliminar el ajetreo innecesario; pero si se elimina todo control y equilibrio habrá que atenerse a las consecuencias. Yo estoy de acuerdo con Herbert Kaufman, quien, en su libro “Red Tape: Its Origins, Uses, and Abuses” (Trámites burocráticos: sus orígenes, usos y abusos), describió la burocracia como un concepto relativo. “El trámite burocrático de un día puede convertirse en la norma respetada de mañana, y viceversa”, escribió en la introducción de una reimpresión de su obra de 1977.

Al menos cierta estructura administrativa y cierta gestión son esenciales para proteger a las personas contra, digamos, la imprudente aprobación de vacunas ineficaces o perjudiciales. Las soluciones adecuadas simplificadas pueden ser útiles en el fragor de una crisis, pero las organizaciones deben evitar incorporar prácticas deficientes o “inadecuadas”.

La forma correcta de trazar una ruta para salir de la pandemia se encuentra en algún lugar entre el “buen y sólido sentido común británico” (en el cual el primer ministro Boris Johnson precipitadamente depositó su confianza después del primer confinamiento del Reino Unido) y la sobrecarga burocrática. O entre el “no tenemos miedo” de los intrépidos niños cazadores de osos de Rosen y el final del libro cuando están acobardados en la cama en su casa mientras el oso merodea afuera.

Hay que tener cuidado con quitar los frenos burocráticos por completo. En el programa de radio “The Reunion”, el personal del hospital recordó su desesperada búsqueda de más equipo de protección personal, incluyendo los overoles apresuradamente obtenidos de China. “Yo desempaqué uno y estaba cubierto de sangre”, recordó Montgomery.

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