Dolor menstrual y trabajo: un tema del que no se habla en las empresas uruguayas

Aunque el cuerpo les pida estar en reposo, las mujeres han aprendido a lidiar con los malestares menstruales en el ámbito laboral, al punto de pasar desapercibido

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04 de marzo de 2021 a las 05:00

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Leticia tenía que faltar entre dos o tres días por mes al liceo por dolores menstruales, que la hacían “estar doblada en la cama” sin poder moverse. En su vida adulta, cuando comenzó a trabajar como psicomotricista independiente, el faltar no era una opción posible, porque “implicaba que no iba a cobrar ese día”. Además, el hecho de trabajar con niños le generaba —y le sigue generando— una responsabilidad extra de tener que estar a pesar de todo. “Pero eso implica que tengo que tomar muchísimos analgésicos por día”, dice Leticia, quien tiene ovarios poliquísticos que le acentúan los dolores menstruales —conocidos como dismenorrea—, que sufren muchas mujeres.

Tania es periodista y siente que la menstruación le afecta en su rendimiento profesional y en sus actividades cotidianas. “No solo estoy sensible e irritable, y siento un drama profundo existencial, sino que además siento muchísimos dolores que a veces no me dejan moverme bien y recurro a tomar ibuprofeno”

Agustina también acude al ibuprofeno para continuar con sus tareas cuando tiene dismenorrea. Es comunicadora y si bien nunca llegó a faltar, siente que el primer día de su ciclo se le hace más duro cumplir con todo: “Intento respetar lo que me pide el cuerpo, saco lo importante y después me quedo más tranquila”.

Ana es nutricionista, trabaja en un centro de salud y siempre la pasó mal durante sus períodos, con puntadas que la dejaban sin aire, con mucho sangrado y calores, “Siempre dije que el primer día te lo tendrían que dar libre en el trabajo”.

“Hay personas que la pasamos mal, cambia nuestro humor y nos duele el cuerpo”, agrega Tania, en relación a los malestares que pueden ir desde náuseas, vómitos, dolores de útero, perineo, pechos, piernas, espalda y cabeza, hasta fatiga, hinchazón o incluso una combinación de varias de estas dolencias en simultáneo.

La solución médica que estas uruguayas recibieron al consultar para reducir los dolores —y que suele ser la respuesta habitual— es que comenzaran a tomar pastillas anticonceptivas, pero estas tampoco garantizaban la ausencia total de dolor. Es así que cada una buscó sus propias alternativas para mitigar el malestar que tienen cada mes y así poder continuar con sus tareas y rutinas de trabajo habitual.

 

 

Si bien no todas las mujeres sienten los malestares con la misma intensidad, la menstruación es un proceso natural que todas viven durante casi 40 años de sus vidas, pero que sigue siendo un tema tabú y que convive oculto en la cotidianeidad, en especial, en el ámbito laboral, donde poco se habla del tema y hasta pasa desapercibido.

Según datos publicados en 2012 en el Clinical Evidence Handbook del United Health Foundation, el 20% de las mujeres experimentan períodos menstruales lo suficientemente dolorosos como para interferir con sus actividades diarias.

En Uruguay, no hay ninguna política puntual que ayude a las mujeres a sobrellevar de mejor manera esos primeros días de incomodidad, ni es un tema del que haya datos relevados o que se esté evaluando trabajar dentro de organizaciones como ONU Mujeres, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Instituto Nacional de las Mujeres, la Organización de Mujeres Empresarias del Uruguay o el propio Parlamento, según relevó El Observador.

Licencia menstrual, un arma de doble filo

Japón, Indonesia, Corea del Sur, Taiwán y algunas provincias chinas e indias cuentan con políticas que les permiten tomarse libre en el trabajo uno o dos días al mes a las mujeres que sufren de dolores menstruales extremos. Pero son pocas las que hacen uso de este beneficio por miedo a la discriminación y a ser consideradas como débiles.

Estas medidas de licencias menstruales han sido muy criticadas y discutidas, ya que si bien reconocen que es una necesidad para aquellas mujeres que realmente sufren y que quedan “inhabilitadas” en su primer día del período, también pueden terminar perjudicándolas. Algunos argumentan que, al igual que pasaba con las licencias por maternidad, este tipo de medidas puedan desalentar a los empleadores a contratar a mujeres o a darles cargos de gran responsabilidad. Otros también señalan que dar una licencia especial implica catalogar a la menstruación como una enfermedad, cosa que no es.

Para Virginia Maruri, licenciada en Recursos Humanos y presidenta de la Asociación de Profesionales Uruguayos en Gestión Humana, “hay toda una serie de medidas que deben ser estudiadas y analizar si no generan un efecto que podría llegar a ser perjudicial para lograr el acceso al mercado, que es el primer escalón. Después, lograr mantener ese lugar en el mercado y poder avanzar y desarrollarse en él”. Según Maruri, además de incluir este tipo de medidas, “hay que generar muchos otros cambios sociales que permitan que la equidad de género sea una realidad”.

Según Monica González, abogada especialista en derecho laboral e integrante de OMEU, desde el punto de vista del derecho laboral, “en nuestro país ya tenemos herramientas para contemplar esos casos de mujeres que sufren de dolores severos”, como las certificaciones médicas y un régimen de licencia amplio, que si bien tiene un fraccionamiento limitado por ley, en la práctica muchas veces se puede ajustar y es posible pedirse uno o dos días “sueltos”.

Dice González: “Si realmente queremos garantizar el acceso de la mujer a nivel laboral, empresarial, de emprendedurismo, creo que muchas veces tenemos que ser muy cautelosos con las iniciativas y las medidas que ponemos sobre la mesa porque a veces nos juegan en contra las propias medidas, nos ponen más barreras que después a la hora de elegir tomar a una mujer o a un hombre, nos puede ser perjudicial”.

Eso puede explicar por qué en países como Japón, que cuentan con una licencia especial desde 1947, solo el 0,9% de las empleadas reclamaron su licencia, según una encuesta realizada por el gobierno japonés en 2017, mientras que en 1965 la solicitaban el 26%. En Corea del Sur la situación es similar, la cantidad de mujeres que hacen uso de ella disminuye a lo largo de los años, a causa del miedo, de los prejuicios o por el desconocimiento de ese derecho. En Occidente el debate a veces aparece, pero los detractores y detractoras de la idea hacen que no llegue a instalarse con fuerza.

Aprovechar el lado positivo del ciclo

Paloma Alma es emprendedora, creadora de la marca española Cyclo - Menstruación Sostenible y especialista en educación menstrual. Para ella, la clave para entender la relación que tiene el ciclo menstrual con el trabajo está en el autoconocimiento. “Si yo conozco mi ciclo, sé qué cambios puedo hacer en mi agenda personal y laboral para trabajar de acuerdo a mi energía y mis capacidades físicas. Porque si yo aprovecho al máximo lo que me da cada fase de mi ciclo, voy a trabajar mucho mejor, con menos estrés, voy a ser más productiva, más creativa. Al final, voy a ser más feliz y voy a vivir mucho mejor”.

Alma señala que casi todos los estudios sobre el tema se enfocan en la baja de rendimiento laboral cuando una mujer está menstruando. “No hay investigaciones que se enfoquen en lo positivo de ser cíclicas, solamente en la parte que quieren hacernos percibir como negativa, que es la de menstruar”, por eso, en sus talleres insta a las mujeres a hacer un registro de cómo se sienten a lo largo del mes para saber en qué momentos se sienten más enfocadas, más creativas, más activas y concentradas, para poder aprovecharlo a su favor.

“Más que irnos a la legislación de si ‘debería una mujer tener un permiso de baja’, deberíamos educar a las mujeres, a la sociedad y educarnos en conciliar nuestros cuerpos. Yo soy empresaria, tengo que confiar en mis trabajadoras y saber que si hay una de ellas que tiene endometriosis y que uno o dos días al mes la pasa mal, prefiero que no venga, que se quede en casa descansando, porque sé que si yo como empresaria le doy esa facilidad, cuando la necesite porque hay un pico de trabajo me lo va a dar, porque tenemos una confianza mutua. Abogo por eso, por educarnos primero y entender que la ciclicidad es algo positivo y que es algo que debemos recuperar en la vida”.

Por ejemplo, Leticia sabe que durante la ovulación y los días previos y posteriores está mucho más activa y se siente más segura consigo misma, por lo que aprovecha esos días para tomar decisiones o tener intercambios más profundos. Por el contrario, los días previos a la menstruación se siente mucho más crítica, tanto consigo misma como con el entorno y eso lo utiliza a su favor: “Lo puedo trasladar al trabajo para evaluar cosas que hice o para planificar”.

Alma señala que no siempre es sencillo y factible poder adecuar las actividades laborales a las etapas del ciclo, pero que lo importante es autoconocerse para estar preparadas.

“Creo que cada vez más las empresas más modernas y actualizadas entienden que tener a un empleado o empleada contenta es algo positivo para la organización, porque va a estar más tiempo con ellos, va a producir mejor y va a crearse una relación mejor. Hay que intentar crear ambientes de confianza en las empresas, no hay que estar encima de los trabajadores y si un día una necesita bajar el ritmo, como empleador, poder respetarlo”.

 

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