Las marcas en niño que se lesionó en Barros Blancos

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Siete escolares hicieron juego que los incentiva a autolesionarse; dos terminaron internados

En una escuela de Barros Blancos, siete escolares de sexto año se autolesionaron y dos de ellos fueron hospitalizados; el juego ya fue detectado en otros centros
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15 de septiembre de 2022 a las 05:03

Dos niños de sexto año de escuela de un centro en Barros Blancos fueron internados en distintos hospitales de Montevideo luego de participar de un videojuego que los incentivaba a autolesionarse. En total fueron siete niños que se provocaron lesiones impulsados por el mencionado juego y fueron atendidos por los médicos que se trasladaron hasta el centro educativo. 

Fue la primera semana de setiembre, después del almuerzo, cuando siete escolares de sexto año que jugaban en silencio intentaron cortarse en distintas partes del cuerpo. Unos días antes la maestra estaba preocupada por la faltante de sacapuntas. Jamás imaginó, sin embargo, que aquella falta del útil escolar era parte de un juego del que participaban sus alumnos y que los incentivaba a autolesionarse. Porque una aplicación que habían descargado en sus celulares, que tiene como protagonista a un muñeco azul, terrorífico y de dientes puntiagudos a quien llaman Huggy Wuggy, los retaba a desarmar ese sacapuntas y cortarse con el filo.

Unos minutos después, cuando las maestras se dieron cuenta y se generó un miedo generalizado, las ambulancias llegaron a la puerta de la escuela de Barros Blancos. Los médicos curaron a los afectados, pero dos de los niños fueron trasladados a hospitales de Montevideo donde se recuperaron horas después, según pudo reconstruir El Observador que estuvo en la escuela en cuestión. 

A casi dos semanas del hecho, la muñeca derecha de uno de los niños involucrados guarda los rastros de aquella lesión. Una pequeña cicatriz es la secuela del corte con el filo del sacapuntas, mientras que otra herida contigua y más grande es el resultado de otra autolesión con un pedazo de vidrio de un vaso que a su padre se le rompió en su casa ese mismo día. 

Las marcas en niño que se lesionó en Barros Blancos

“No sé por qué lo hice, pensé que era un juego”, explicó este escolar con la inocencia de quien jamás tomó dimensión de lo acontecido. Pero su padre enseguida le corrige y cuenta que el mismo día de los cortes el pequeño argumentaba que extrañaba a sus abuelos maternos y que quería irse a vivir al INAU.

Escuelas Disfrutables, el programa de Primaria que interviene con psicólogos y asistentes sociales antes casos extremos como el ocurrido en Barros Blancos, desplegó de inmediato un trabajo en el territorio. Tras la emergencia sanitaria, este dispositivo escolar se está viendo más exigido: a los clásicos problemas de aprendizaje y desvinculación, los técnicos tiene que hacer frente con mayor frecuencia a situaciones vinculadas a violencia intrafamiliar, a consumo problemático de drogas y, a veces, a intentos de suicidio.

La madre de una niña de segundo de escuela, que este miércoles esperaba la salida de su hija detrás de las rejas del centro educativo de Barros Blancos, mostró un mensaje de advertencia que la maestra les había enviado a todos los padres. En pocas oraciones les pedía que revisaran los celulares y tablets de sus hijos y que borraran el mencionado juego.

Pero la intervención en ese centro escolar fue más allá del foco en el juego, y hubo charlas en todos los grupos, con énfasis en sexto, sobre el sentido de la vida. No solo porque aún está en investigación si el desencadenante de las lesiones colectivas fue efectivamente el juego, sino también porque entienden que la pandemia dejó marcas en muchos niños.

Los manuales de psiquiatría infantil dicen que los más chicos tienen noción de la muerte a la edad en que los años se cuentan con los dedos de una mano. Entonces piensan que es “algo malo”, aunque quizás no comprenden su significado cabal. Pero después de los nueve años, señalan los manuales, el niño ya dimensiona el valor de la vida y advierte la irreversibilidad de la muerte.

Según la psiquiatra Laura Viola, excatedrática de Psiquiatría Infantil, “las autolesiones siempre deben ser una señal de alerta, porque muchas veces son la antesala de intentos de autoeliminación y que históricamente son infrecuentes en la edad escolar (se dan más en la adolescencia)”.

Hace más de una década, cuando la cátedra de psiquiatría Infantil estudió la prevalencia de depresión y ansiedad en los niños uruguayos, encontró una prevalencia por encima de la media: se acercaba al 20%, cuando la Organización Mundial de la Salud estima el promedio cercano al 10%. La catedrática Gabriela Garrido reconoció que la pandemia agravó ese escenario: “Ya el año pasado hubo un aumento de las internaciones hospitalarias asociadas a situaciones emocionales y de conducta, y ahora se está estudiando la evolución en este 2022”, dijo.

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