La
cultura popular que gira entorno a la música country glorifica a las mujeres con botas y vaqueros apretados, a los hombres con sombreros de cowboy, a las grandes camionetas, al bourbon, y también a las
armas.
Para poder entender esa cultura, irremplazable y original, que para millones de personas representa la columna vertebral de Estados Unidos, hay que vivir en los estados del Sur o en Texas.
El domingo de noche, en un concierto en Las Vegas, con presencia de varias de las estrellas principales de la música country actual, un homicida en serie con gran artillería a disposición comenzó a disparar desde el 32º piso del hotel Mandalay Bay, matando a 59 personas, y dejando heridas a otras 527.
En su cuarto hallaron 23 armas de poderío extremo, y más de 10 valijas cargadas de municiones. Las armas las había comprado en Guns and Guitars, donde venden armas y guitarras. ¿Cómo pudo llevar semejante arsenal a la habitación sin que nadie notara nada, teniendo en cuenta que estaba en el hotel desde el jueves pasado? El asesino comenzó a disparar a las 22.08, en el momento en que estaba cantando Jason Aldean, una de las estrellas actuales de la música country.
Ante un bulto humano compuesto de 22 mil asistentes al concierto, no se le hizo difícil matar en pocos minutos, como si fueran moscas, a un alto número de personas. Fue solo cuestión de tirar a una pila de personas desesperadas, que no podían entender lo que estaba pasado.
Tampoco la policía lo entiende. Según la percepción colectiva, la mayoría de los seguidores de la música country son republicanos que están a favor de la tenencia de armas, derecho por el cual se expresan cada cuatro años en las urnas, pues consideran que una de las peores cosas que podría pasarle a la
democracia americana es la imposición de restricciones a la hora de poder ejercer la tenencia de todo tipo de armas.
Cabe preguntarse que estarán pensando al respecto luego de ocurrida la terrible carnicería, ellos y todos los políticos de Washington que de manera sistemática se han opuesto a cambiar las regulaciones referidas a la posesión de armas y que hoy intentan maquillar su inoperancia diciendo que están orando por las víctimas y sus familiares.