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El complicado objetivo mínimo del nuevo Peñarol en el Clausura: clasificar a la Libertadores
Se terminó un primer semestre de competencia muy pobre de Peñarol. Que se haya terminado el Torneo Intermedio fue casi que festejado por los directivos, jugadores y cuerpo técnico.
El equipo no rindió nada y terminó a 10 puntos del líder de la Tabla Anual, el archirrival, Nacional.
Luego de haber comenzado con todo el año y la temporada, el 30 de enero ganando la Supercopa Uruguaya en el último suspiro del alargue ante Plaza Colonia, con un gol en contra de Nicolás Ayala, los meses que siguieron para el equipo de Mauricio Larriera fueron de sufrimiento en la cancha.
No se anotaban goles, su goleador de entonces, el Canario Agustín Álvarez Martínez tuvo una sequía de 1.262 minutos que alcanzó 18 encuentros sin convertir, la ida intempestiva de Agustín Canobbio, y un juego apático y sin ambición, llevaron a que Peñarol padeciera su fútbol durante estos meses.
Por eso fue hasta festejado el final del pico del martes ante Rentistas –tras el 2-0–, teniendo en cuenta que se terminaba otro campeonato en el que no había salido casi nada.
El futuro aparece complicado. Con la aprobación del director deportivo, Pablo Bengoechea, y del propio Larriera, el club contrató a ocho futbolistas para jugar el Torneo Clausura.
Llegaron Nicolás Milesi, Kevin Méndez, Yonatthan Rak, Sebastián Cristóforo, Brian Lozano, Pedro Milans, Billy Arce y Hernán Rivero.
Obviamente que el técnico busca mostrar otra cara desde el próximo lunes cuando enfrente desde la hora 20 a Fénix en el Estadio Campeón del Siglo por la primera fecha del nuevo certamen.
Un torneo que tiene la obligación de ganar sí o sí para intentar entrar en la definición del Campeonato Uruguayo al final de la temporada.
La Tabla Anual hoy parece una quimera. Si bien hay antecedentes –como en el torneo 2010 y en el de 2017– en los que Peñarol remontó hasta nueve puntos, tienen que darse no solo muchos resultados, sino mejorar sustancialmente en lo deportivo para revertir esa diferencia.
Además, a diferencia de lo que sucedió en aquellas dos oportunidades, hoy los aurinegros no tienen solo a Nacional por encima en la tabla, sino que también están arriba Liverpool y Boston River, mientras que abajo, pero muy cerca, aparecen Wanderers, Defensor Sporting y Deportivo Maldonado.
Pero más allá de ganar el Clausura para no despedirse de la posibilidad de ir por el bicampeonato uruguayo, Peñarol debe apostar a ganar puntos para poder lograr la clasificación a la fase de grupos de la Copa Libertadores de América 2023.
En realidad, a esta altura, no le vendría mal hasta clasificar a las primeras dos rondas, ya que no está bien posicionado.
Con las caras nuevas y con un equipo fresco, con nuevos nombres y figuras, la intención de Larriera es volver a mostrar el fútbol por el que apostó en el primer semestre del año pasado y parte del segundo, que llevó a los carboneros a ser semifinalistas de la Copa Sudamericana. Hoy está muy lejos de eso.
Cabe recordar que para clasificar directamente a la fase de grupos de la próxima edición de la Copa Libertadores de América, lo consiguen el campeón uruguayo y el vicecampeón o el segundo de la Tabla Anual.
Los otros dos cupos, se reparten de la siguiente manera: Uruguay 3 –que juega la segunda ronda de la Copa, la anterior a la fase de grupos–, es el tercero de la Anual o el vicecampeón que pierde la semifinal del Uruguayo, en tanto que Uruguay 4, –que juega la primera ronda–, es el cuarto de la Anual.
Ese es el puesto que hoy ocupa Peñarol, por lo que entraría justo al máximo torneo continental de clubes, pero jugando –con obligación de ganar–, dos etapas previas de ida y vuelta antes de la fase de grupos.
Es otro de los grandes objetivos que se fijó todo el club para esta segunda mitad del año.
El próximo lunes, cuando reciban a Fénix por la primera fecha del Clausura, comienza otra historia. Y esta vez, no hay lugar para lamentos.
