Inés Guimaraens

El covid nos enseña que no se puede separar la economía de la epidemiología

Ante la inminente amenaza de Ómicron, es hora de que los legisladores evalúen las lecciones de los dos últimos años

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09 de diciembre de 2021 a las 17:10

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Chris Giles

La sombra de la variante Ómicron se cierne sobre la economía mundial. Aunque seguimos ignorando, en gran medida, su transmisibilidad, su virulencia y su capacidad para eludir la protección de la vacunación o de una infección previa, no hay mejor momento para evaluar las lecciones económicas de los dos últimos años con el fin de ayudar a establecer políticas en la actualidad.

Lo más importante es que cuando un virus grave está circulando, no se puede separar la economía de la epidemiología. Es evidente que existe un equilibrio entre las restricciones a la vida cotidiana normal y la actividad económica a corto plazo, pero la causa subyacente de los problemas sanitarios y económicos es la gravedad de la epidemia. Controlar el virus es de primordial importancia.

Los confinamientos tempranos y estrictos tuvieron más éxito en 2020, y funcionaron bien en la mayor parte de Asia y el Pacífico. Pero, este año, las vacunas y los tratamientos eficaces han permitido que la vida vuelva a la normalidad en Europa y en EEUU, siempre que los países puedan alentar y coaccionar a un número suficiente de personas para que se vacunen. La promesa de vacunas eficaces también reduce el costo de las restricciones económicas temporales al comienzo de una ola, ya que el fin de la disrupción está convincentemente a la vista. Las vacunas eliminan la necesidad de las restricciones draconianas inherentes a un enfoque de "cero" Covid.

Si el vínculo entre la economía y la epidemiología ha sido un caso de aprendizaje por medio de la práctica, la política económica pura en los países ricos ha sido un triunfo, respaldado por una bienvenida ausencia de ideología. El año pasado fue testigo de la peor caída mundial del producto interno bruto (PIB) per cápita desde la Segunda Guerra Mundial, pero las más recientes previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han sugerido que, a finales de 2022, las economías avanzadas habrán recuperado todo el terreno perdido con respecto a sus previsiones de noviembre de 2019. Para estos países, "reconstruir mejor" no es un eslogan vacío, sino el más probable resultado.

En los países ricos, el éxito de la vacunación ha transformado las perspectivas este año junto con el hábil despliegue de la política económica. El apoyo fiscal a las personas y compañías afectadas por las restricciones económicas fue rápido y generoso. En las economías emergentes, la falta de espacio fiscal impidió un apoyo fiscal equivalente, y esto explica su desempeño más deficiente y la evaluación actual de que sufrirán daños duraderos por la pandemia. Además, las economías emergentes inicialmente tenían una posición inferior en el orden jerárquico para obtener acceso a las vacunas.

La rápida actuación de los bancos centrales para sofocar las turbulencias iniciales en los mercados financieros, y la voluntad de permitirles a los gobiernos endeudarse y gastar para superar la crisis con extensivas compras de activos, también desempeñaron un importante papel. No hay que preocuparse por la ruptura del tabú de la monetización de la deuda pública, siempre que las políticas sean temporales y muestren la voluntad de evitar una persistente presión inflacionaria.

El retorno de la inflación ha sido la demostración más visible de una tercera lección: ajustar la respuesta a una crisis es imposible. Con un enorme aumento de la demanda mundial de bienes, la subida de precios se volvió inevitable y casi imposible de impedir. El hecho de que los aumentos de precios estén más arraigados en EEUU, donde la inflación salarial ha aumentado más, es un valioso recordatorio de que las limitaciones de recursos en la economía son reales. Los gobiernos no pueden simplemente hacer funcionar las economías bajo una presión cada vez mayor sin sobrecalentarse.

La última lección económica de los dos últimos años es que los detalles de la política son importantes. Las recientes perspectivas económicas de la OCDE han mostrado que la recuperación de EEUU superó a la de la eurozona en términos del PIB, pero quedó rezagada con respecto a los países europeos en términos de empleo.

Esto está relacionado con el tipo de apoyo fiscal ofrecido durante la pandemia, y demuestra importantes compensaciones. Los países europeos vincularon el apoyo al empleo a los empleadores, manteniendo a los trabajadores unidos a sus empleos, pero pagando el precio en términos de menor productividad y demoras en garantizar la creación de nuevos empleos en áreas donde la demanda y el gasto eran elevados. EEUU fue mejor a la hora de reubicar a los empleados en empleos al vincular el apoyo a los individuos en lugar de a los empleadores, pero esto tuvo la desventaja de que un número mucho mayor de personas quedaran fuera del mercado laboral. Todavía es demasiado pronto para evaluar las medidas que, a la larga, resultarán más exitosas.

Con estas lecciones en mente, podemos enfocar nuestra atención en la variante Ómicron. La evidencia preliminar ha sugerido que es mucho más transmisible que la variante Delta. También es posiblemente más leve, pero no está claro si la menor virulencia es una propiedad innata de la variante; el resultado de la protección contra la enfermedad grave procedente de una infección o inoculación anterior; o, lo que es más preocupante, que el perfil de edad de los casos positivos ha sido joven hasta la fecha en Sudáfrica.

Los países necesitan tiempo para formular políticas, pero, en Sudáfrica y en el Reino Unido, el número de casos de Ómicron parecen estar elevándose a una extraordinaria velocidad. La lección del principio de la pandemia es actuar con rapidez en lugar de buscar la optimización, por lo que es el momento de que los gobiernos de los países ricos adopten el principio de precaución y, además, aceleren los refuerzos de las vacunas.

Esto significa suplementar las restricciones a los viajes con la reintroducción de limitaciones en la vida cotidiana, al tiempo que se preparan las herramientas de política fiscal para volver a actuar si se necesitan más restricciones en los próximos días.

Esperemos que estas medidas resulten ser una reacción exagerada, especialmente si las vacunas terminan siendo eficaces para prevenir la enfermedad grave. El daño a largo plazo será mínimo. Mucho mejor eso que la alternativa de esperar y arriesgarse a una ola de Ómicron mucho peor.

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