Juan Samuelle

El crecimiento de la productividad agrícola uruguaya a examen

La cosecha de verano de Uruguay será un desastre: las proyecciones que circularon esta semana en la Expoactiva están por debajo del millón de toneladas, menos de la cuarta parte que en 2022

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19 de marzo de 2023 a las 05:00

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La cosecha de verano de Uruguay será un desastre inédito. Las proyecciones que circularon esta semana en la Expoactiva están por debajo del millón de toneladas y en general ubican la cosecha de soja entre 500 mil y 600 mil toneladas. Con más área que el año pasado, se levantará menos de la cuarta parte que en 2022.

Se interrumpe -transitoriamente- un impulso agrícola notable en lo que va de este siglo.

Del 2000 en adelante se procesó una transformación radical en lo tecnológico y en la productividad por hectárea de la agricultura uruguaya. La llegada de los cultivos genéticamente modificados, la expansión de la siembra directa, la irrupción de las nuevas oleaginosas como soja y colza y la generalización del uso de mercados de futuros llevaron a cambios profundos. Y no solo a nivel de chacras. Las instalaciones de secado y almacenamiento de granos proliferaron, Uruguay se volvió un exportador estable de granos y sigue en ese camino.

Entre esas transformaciones estuvo la mejora en los rendimientos, muy notorio en esta década y brutalmente interrumpida en esta cosecha por una Niña devastadora.

Una veloz transición a El Niño, posiblemente con excesos de lluvias, puede traer otros problemas que hoy parecen lejanos.

Análisis agrícola

El rendimiento de soja y maíz de esta zafra será catastróficamente bajo. En soja, algunas empresas manejan una referencia de producción de 600 mil toneladas, lo que sería un promedio de 500 kilos por hectárea (kg/ha) como rendimiento promedio nacional. Alrededor de un tercio del área sembrada directamente pereció y solo unas pocas chacras de los dos tercios del área restante superan los 1.000 kg/ha. La excepción está en el incipiente polo agrícola del Este, en las inmediaciones de la Laguna Merín o alguna zona muy pequeña cerca de Guichón, en Paysandú. El rendimiento de la soja de la cosecha 2022 había sido un destacable 2.800 kg/ha.

Como cifras nacionales, es un rendimiento peor al de la sequía contemporánea más aguda de 1989, que prácticamente derivó en el fin de la soja hasta el 2003. Esta vez no sucederá nada parecido. El golpe será duro, pero la agricultura de verano seguirá adelante.

Juan Samuelle
Lluvias en la Expoactiva, donde las sojas estaban menos sentidas que en otros campos.

Duro golpe al maíz

El otro golpe durísimo es en el maíz de segunda realizado a continuación de un cultivo de invierno. Prácticamente todo perdido. Pero esta opción seguramente tendrá revancha si la próxima primavera es Niño o neutral, que es lo que se espera. Aunque el maíz de segunda de esta temporada está casi totalmente perdido, se ha ganado un lugar.

El maíz con riego será una proporción récord de la producción nacional, porque viene en gradual crecimiento y como consecuencia de que lo realizado sin riego ha sido diezmado. En los cuatro años anteriores el maíz venía en ascenso.

El rendimiento que usualmente en el siglo XX no llegaba a 5.000 kg/ha había logrado tres años consecutivos por encima de las cinco toneladas. Se había consolidado como una opción rentable para abastecer al creciente consumo local del cereal.

En el anterior año crítico 2017/18 el rendimiento de maíz fue de 4.340 kg/ha pero en ese entonces la estructura del maíz era radicalmente diferente al presente. Prácticamente todo el maíz era sembrado temprano, de primera y el de siembra tardía o “de segunda” fue el que llevó la peor parte.

Análisis agrícola

Este año es factible que el rendimiento sea menor al de aquel año para el maíz de secano porque la proporción de maíz de segunda es mucho mayor. Pero también es mayor la participación del maíz con riego que sale indemne -en tanto contase con las reservas de agua suficientes-.

Posiblemente el propio rendimiento promedio esté desvirtuado, porque el promedio entre maíces con riego de 10.000 kg/ha, en conjunto con un área devastada que en gran proporción no se cosecha, hace a un número promedio muy relativo.

Así pues, el maíz de segunda, una opción que ha resultado cada vez más atractiva se lleva este año el golpe mayor. Pero como en la soja, seguramente incrementándose en la próxima primavera. Con lluvias normales o abundantes seguirá como opción porque en años normales incluso supera en productividad al maíz de primera.

Análisis agrícola

Invierno de Niña a Niño

El desafío se traslada en pocas semanas más a la siembra de los cultivos de invierno que han tenido durante los últimos tres años en La Niña un factor favorable que redujo el riesgo de excesos de lluvia.

Para los cultivos de invierno el exceso de agua es el gran peligro, y La Niña les aporta el frío y la moderación en las precipitaciones. En las últimas semanas, las temperaturas han estado subiendo a toda velocidad en el Pacífico Ecuatorial, lo que pasa a ser una situación de riesgo para la próxima primavera si a lo largo de mayo y junio se confirma una situación Niño.

Pero es siempre un riesgo comparativamente menor al efecto devastador de una sequía. Y ya va dando la pauta de que en la próxima siembra de verano, el maíz y el sorgo para la cosecha 2024 será estimulante.

Pero las mismas lluvias abundantes de octubre y noviembre que favorecen el inicio de los cultivos de verano amenazan el cierre y la cosecha de los de invierno.

Así como el maíz venía en un crecimiento firme de rendimientos, el trigo y la cebada concretaron tres años consecutivos de productividad récord. El trigo marcó un récord en 2022, la cebada en 2021 y ambos elevaron el promedio de productividad de tres años. La barrera de los 4.000 kg/ha en promedio nacional quedó atrás. ¿Definitivamente? Eso se sabrá a fines de 2023.

Análisis agrícola

Los cultivos de invierno pasaron de rendimientos promedio de 3.500 a 4.000 kg/ha, pero en años en los que las lluvias son excesivas puede caer a menos de 2.500 kg/ha. Tres años en el eje de 4.000 kg/ha es algo que nunca se había dado, y que ha permitido una oferta importante y un saldo exportador significativo en este año en el que la guerra agregó un efecto inesperado en los precios y la demanda.  

Hay un cierto riesgo de un doble problema climático que pueda afectar a dos zafras seguidas. Pero si las lluvias son normales también está la posibilidad de que los cultivos de invierno ratifiquen el envión que traen en base a productividad y precios.

A favor de un buen resultado juega la baja en el precio de los fertilizantes, que permite nutrir óptimamente a los cultivos y esperanzarse con un margen que revierta los malos resultados de los cultivos de verano.

Juan Samuelle
Área con trigo regado.

De acuerdo a la estimación de la cooperativa Sofoval de Colonia Valdense, el costo del cultivo de trigo se redujo 6% respecto al año pasado principalmente en base a la baja de los fertilizantes.

Un panorama similar muestra la cebada. Sin contar el pago de rentas, el costo de hacer una hectárea de trigo es de US$ 891, frente a los US$ 1.091 del año pasado, una inversión que solo pudieron ser convertida en margen positivo a través de un rendimiento excepcionalmente favorable. En este año el rendimiento de equilibrio, aquel que permite cubrir los costos, se ubica en 3.200 kg/ha, alcanzable si El Niño lo permite.

A priori el margen de los cereales en esta campaña sería mejor al de la colza, cuya productividad no se destaca tanto por la fuerte expansión que ha tenido. En buena medida la expansión de la colza fue sustentada en la importante suba de precios que causó la crisis del cultivo en Canadá en 2021. Ahora la oleaginosa enfrenta precios más moderados y factiblemente la superficie dejará de crecer. También esto es un desafío para la productividad, que no ha aumentado por la fuerte expansión de la superficie sembrada. Con un área estable, tal vez la oleaginosa se suma al salto que en estos tres años dieron los cereales.

 

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