El culto internacional a Vladimir Putin

Quizás el mundo occidental está dividido sobre cómo tratar a Vladimir Putin. Pero seguramente todos podemos estar de acuerdo en una cosa: el presidente de Rusia es el malo de esta película.

En realidad, no. Uno de los rasgos más reveladores y deprimentes de la política internacional es la existencia de un culto a Putin. Hay un grupo importante de líderes mundiales y figuras políticas influyentes que admiran mucho a Putin. Su club de seguidores es global, abarcando desde Asia y Medio Oriente hasta las Américas y Europa.

Dmitri Peskov, el portavoz de Putin, estaba en lo cierto cuando comentó en 2018: "Hay una demanda en el mundo de líderes especiales y soberanos, de líderes decisivos. La Rusia de Putin fue el punto de partida".

Cuando Putin surgió como líder de Rusia entre 1999 y 2000, parecía una anomalía: un líder autocrático y nacionalista en una era de globalistas tecnócratas. Angela Merkel, excanciller alemana, sugirió en una ocasión que Putin estaba intentando aplicar las técnicas del siglo XIX en una época diferente.

Pero, dado que los valores democráticos están en tela de juicio en todo el mundo, Putin parece cada vez más un hombre que previó el futuro de la política mundial y no una reliquia del pasado. El líder ruso ha atraído a seguidores y emuladores que admiran su crueldad, su disposición a utilizar la violencia, su rebeldía machista ante lo "políticamente correcto" y su estilo autocrático de liderazgo. Como dijo el comentarista ruso Dmitri Trenin la semana pasada: "Putin es un líder precomunista. Es un zar".

Un gran peligro de la actual crisis de Ucrania es que si Putin sale victorioso, su estilo de liderazgo ganará aún más prestigio e imitadores en todo el mundo. Las apropiaciones de tierras, las amenazas militares, las mentiras y los asesinatos parecerán las técnicas de un ganador.

Putin ya ha servido de modelo para una nueva generación de líderes autocráticos y populistas, incluso en Europa y EEUU. Donald Trump tuvo que mostrarse un poco reservado sobre su admiración por Putin. Pero algunos de los ayudantes cercanos del expresidente estadounidense fueron más abiertos. Tras la anexión de Crimea en 2014, Rudy Giuliani alabó a Putin: "Toma una decisión y la ejecuta rápidamente. Eso es lo que se llama un líder". Durante la actual crisis en torno a Ucrania, Tucker Carlson, el comentarista más influyente de Fox News, ha apoyado abiertamente a Putin.

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría y autodenominado campeón de la "democracia antiliberal" en la Unión Europea (UE), visita esta semana a Putin. Anteriormente, ya Orbán había alegado que la UE debe reconocer que "Putin ha vuelto a hacer grande a su país". Al igual que Putin, Orbán se ha posicionado como el campeón de una minoría en Ucrania; en su caso, los húngaros étnicos.

Otros destacados seguidores de Putin en Europa occidental son Nigel Farage, el defensor del Brexit, y Matteo Salvini, líder de la Liga italiana de extrema derecha y exviceprimer ministro. Al comentar sobre el envío de tropas al Medio Oriente por parte de Putin, Farage dijo con efusividad: "La forma en que manejó todo el asunto de Siria. Brillante". Salvini posó una vez para fotos en la Plaza Roja con una camiseta de Putin.

El club de seguidores de Putin se extiende a Asia y Medio Oriente. Rodrigo Duterte, líder de Filipinas, ha sido ampliamente acusado de patrocinar escuadrones de la muerte durante su etapa como presidente. Cuando le preguntaron a Duterte qué líder mundial admiraba más, respondió "mi héroe favorito es Putin".

Benjamin Netanyahu, exprimer ministro de Israel, otro autodenominado tipo duro, disfrutaba de los viajes a Rusia para discutir con Putin sobre geopolítica. En su campaña de reelección de 2019 aparecía un cartel del líder israelí estrechando la mano de Putin, bajo el lema "Netanyahu: En su propia liga".

Putin ha entablado buenos lazos con líderes fuertes en otros lugares del Medio Oriente. Le regaló a Abdelfatah El-Sisi, presidente de Egipto, un fusil Kalashnikov. Sisi, cuyas fuerzas de seguridad han matado a cientos de manifestantes en las calles de Egipto, pareció embelesado con el regalo.

Mohamed bin Salmán (MBS), príncipe heredero de Arabia Saudita y líder de facto, es otro seguidor de Putin. Cuando ascendió al poder, algunos asesores británicos de MBS señalaron su asombrosa admiración por Putin, comentando: "Estaba fascinado por él. Le gustaba lo que hacía".

El sentimiento de compañerismo entre los hombres fuertes saudíes y rusos adquirió una nueva dimensión después de que MBS fuera acusado de ordenar el asesinato de Yamal Jashogyi, un periodista saudita. Durante un tiempo parecía que MBS corría el riesgo de convertirse en un paria internacional. Fue Putin quien se encargó de darle la bienvenida al club de los líderes mundiales. En la primera cumbre del G20 de MBS tras el asesinato de Jashogyi, el líder saudí chocó los cinco del sonriente Putin. El propio Putin fue acusado posteriormente de autorizar el intento de asesinato de Alexéi Navalni, líder de la oposición rusa.

Ese exuberante apretón de manos entre Putin y MBS llega al corazón del culto internacional a Putin. Los mayores admiradores del líder ruso suelen ser aquellos que, como Duterte y MBS, comparten su gusto por la violencia y su desprecio por los derechos humanos.

Por eso, el actual enfrentamiento entre Rusia y el mundo occidental va más allá de la independencia de Ucrania, por muy importante que sea. El resultado de la crisis también puede determinar el tono de la política mundial. Si Putin prevalece sobre las democracias occidentales, su estilo brutal parecerá la tendencia del futuro.