El estilo de vida de los súper ricos genera un gran porcentaje de la polución mundial

Recientemente, causó mucha indignación una foto en la que se veía a Kylie Jenner, una modelo y empresaria de la industria del maquillaje junto a su novio Travis Scott flanqueados por dos aviones privados con un texto que decía: “¿vamos en tu avión o en el mío?”

"Europa está en llamas, mientras que Kylie Jenner está haciendo viajes de 15 minutos en su avión privado", escribió la activista contra los trastornos alimentarios Cara Lisette en solo uno de los miles de tuits virales sobre la publicación de Jenner. "Podría reciclar todo, comprar toda mi ropa de segunda mano, compostar y cultivar mi propia comida por el resto de mi vida y ni siquiera comenzaría a compensar la huella de uno de sus vuelos", protestó Lisette.

La publicación de Instagram de Jenner sacó a la superficie parte del resentimiento que se gesta entre los jóvenes de los países ricos que se sienten presionados para reducir su huella de carbono. Mostró la desconexión entre los mayores contaminadores del mundo y una generación aterrorizada por el cambio climático, enojada por la injusticia y reacia a renunciar a las partes insostenibles de sus propios estilos de vida.

Recientemente, los jets privados propiedad de celebridades como Taylor Swift y Kim Kardashian han volado distancias que podrían haberse recorrido en unas pocas horas. Sus viajes arrojaron más dióxido de carbono en cuestión de minutos que el que emite el habitante promedio de India en un año. Los datos de vuelo muestran que una noche, a principios de diciembre, los jets privados de Kylie Jenner y Travis Scott hicieron el mismo viaje y aterrizaron en el aeropuerto de Van Nuys en California, Estados Unidos, con solo 5 horas de diferencia.

Inclusolas emisiones de celebridades en el aire son una fracción de las emitidas por los grandes yates, como el barco de 162 metros de eslora del oligarca ruso Roman Abramovich que tiene dos helipuertos y una piscina. Los mega yatesemiten varias veces más CO2 que la mayoría de las mansiones, aviones y limusinas juntos. Un estudio publicado en 2021 estimó que el yate de Abramovich emitió más dióxido de carbono en 2018 que Tuvalu, una nación insular del Pacífico de 11.000 habitantes.

"Esto es particularmente triste", dijo Beatriz Barros, investigadora de la Universidad de Indiana que dirigió el estudio, "porque las naciones insulares también son las que corren más riesgo de las consecuencias del cambio climático, como el aumento del nivel del mar".

"El 1% superior usa básicamente una cantidad similar al 50% inferior de la humanidad, y obviamente eso, solo en términos de escala, es una proporción ridícula del presupuesto de carbono", dijo Anisha Nazareth, científica del Instituto Ambiental de Estocolmo. estudiando la desigualdad de emisiones.

Pero mientras que los jets privados y los mega yates están en el extremo de la escala, los cruceros y los aviones comerciales de pasajeros les siguen de cerca.

De la misma manera que los multimillonarios queman más combustibles fósiles que casi cualquier otra persona, "hay personas en el mundo que con todo derecho nos verían bajo la misma visión relativa", dijo Ketan Joshi, un escritor independiente y consultor sobre energía limpia, refiriéndose a la gente de clase media de los países ricos. "Eres la Kylie Jenner de alguien", precisó.

Los investigadores han explorado diversas formas de solucionar esto. Al aumentar los impuestos, cerrar las lagunas legales y tomar medidas enérgicas contra los paraísos fiscales, los legisladores podrían evitar que los más ricos financien los excesos intensivos en carbono de sus lujosos estilos de vida. También liberaría más dinero para invertir en la infraestructura de energía limpia necesaria para detener el calentamiento del planeta.

Pero las políticas para aumentar los impuestos a menudo enfrentan una feroz oposición, incluso de aquellos que se beneficiarían de ellas. "En realidad, vemos un apoyo sorprendente de los estilos de vida de los muy ricos", dijo Stefan Gössling, profesor de la Universidad de Lund en Suecia que ha estudiado las desigualdades en las emisiones de los vuelos. Las personas criadas en culturas que idolatran a los ricos a menudo se oponen a las políticas que mejorarían sus vidas.

La carga de un impuesto a los vuelos, por ejemplo, afectaría principalmente a las personas más ricas, en particular a los viajeros de negocios. En la Unión Europea, la mitad del gasto en viajes aéreos proviene del 20 % más rico. En Estados Unidos y Canadá, el 19 % de los adultos que toman más de cuatro vuelos al año representan el 79% de los vuelos. Algunos científicos y políticos han pedido un impuesto al viajero frecuente, que implica un costo más alto para cada vuelo adicional que realiza una persona.

Un estudio publicado en octubre por el Consejo Internacional de Transporte Limpio, un grupo de expertos ambientalistas, encontró que un impuesto global a los viajeros frecuentes podría generar los US$121 mil millones necesarios en inversiones cada año para descarbonizar la aviación hasta 2050. Los viajeros frecuentes que toman más de seis vuelos por año, y representan solo el 2% de la población, pagarían el 81% de la misma.

Los legisladores también podrían frenar las emisiones de los más ricos al prohibir los aviones privados que funcionan con combustibles en los que su principal componente es el querosén. Tal prohibición afectaría solo a un pequeño porcentaje de vuelos, pero podría empujar a los multimillonarios a invertir en tecnologías limpias que se necesitan para formas más ecológicas de volar. Los expertos dicen que inversiones como esta ayudarían a promover los combustibles de aviación sostenibles y los vuelos eléctricos para todos, ampliándolos y reduciendo los costos más rápido.

Los investigadores también enfatizan que el 1% de los que más ganan, e incluso el 10% que gana € 37.200al año, no deberían limitar la acción climática a lo que compran.

Un estudio publicado en la revista Nature en 2021 encontró que las personas ricas podrían tener un papel importante en la desaceleración del cambio climático como consumidores, inversores, modelos a seguir, participantes organizacionales y ciudadanos. Eso podría significar sacar ahorros de los bancos que prestan a las empresas de combustibles fósiles, hacer campaña a favor del transporte público en una reunión del consejo local o presionar a la gerencia de su empresa para que reemplace los vuelos de negocios con reuniones virtuales.

"Si estas personas en el nivel más alto de la sociedad, medido en ingresos e influencia, lo hicieran activamente, veríamos cambios mucho más rápidos de lo que vemos hoy", dijo Kristian Nielsen, científico climático y autor principal del estudio. "Esto no está disponible para la persona promedio".

Pero también funciona al revés. Algunas de las personas y empresas más ricas del mundo han invertido dinero en el lobby contra las políticas que amenazan a los combustibles fósiles. El problema es que los más ricosejercen influencia política a través de donaciones de campaña, e inciden en general en los estilos de vida de todos los demás", afirmó Nazareth.