Leonardo Carreño

El freno liberal

En Argentina, hace tiempo que las corrientes liberales están adormecidas

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14 de octubre de 2019 a las 05:04

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Las campañas electorales en Argentina y Uruguay, que han coincidido en el tiempo, han sido muy diferentes. Al notorio contraste histórico en el ejercicio de la política, se suma la tremenda crisis del vecino país -muy lejos de nuestra estabilidad-, sumergido en una emergencia económica y social que condiciona a cualquier candidato.

Sin embargo, es posible ver algún rastro de similitud en cuando a la falta de vehemencia de los postulantes presidenciables de mayores posibilidades de acceder al gobierno o de aumentar su presencia en el Poder Legislativo, en abrazar con entusiasmo reformas liberales que contribuyan a dar un salto cualitativo en el crecimiento de largo plazo.

En Argentina, hace tiempo que las corrientes liberales están adormecidas y, en esencia, buena parte del elenco político con chance de llegar al poder se mueve dentro de un abanico de ideas de inspiración peronista en cuanto al papel del Estado en la economía y en la sociedad.

En Uruguay, se escuchan cada vez menos propuestas de raigambre liberal como, por ejemplo, se escucharon en los debates de la campaña electoral de 1989 en el marco de discusiones políticas sobre las reformas inherentes al desarrollo. 

Los partidos han tomado nota sobre las preocupaciones de la media del electorado en el corto plazo, para tratar de ganar la batalla comicial, sin detenerse a reflexionar sobre el impacto negativo que ello tiene en las creencias de una sociedad sobre las políticas de desarrollo y que dan rienda suelta al mito del Estado para la felicidad de los pueblos, una creencia muy arraigada, pero contraria a la evidencia.

Los políticos en general no se animan a plantear crudamente la realidad a los electores y muchas veces cuando llegan al poder evitan aprobar medidas impopulares por miedo a perder apoyo.

Es por eso que una reciente entrevista al candidato liberal argentino José Luis Espert, produce el efecto de una bocanada de aire fresco cuando nos falta el oxígeno o el ambiente se siente contaminado. 

“Si Argentina no detona lo que ha hecho en el último medio siglo y hace una cosa totalmente diferente a lo que venía haciendo, no hay ningún plan económico que vaya a funcionar. Todos van a tener un fracaso, todos”, señaló el candidato en una entrevista con Reuters, el martes 9. 

Espert tiene razón en decir que ni el presidente, Mauricio Macri, ni el claro favorito de ganar las elecciones, el peronista Alberto Fernández, han planteado impulsar las reformas estructurales -como el ajuste del Estado- que la economía necesita para salir de un estancamiento estructural.

El postulante liberal –que obtuvo un poco más del 2% de los votos en las PASO- habla de abrir por completo el comercio de Argentina, reducir el Estado para eliminar el déficit fiscal, aplicar una reforma laboral que quite poder a los sindicatos y modificar el sistema educativo.

En Uruguay hace falta alguien que aguijoné los planteos predecibles de los candidatos, que dejan pasar por alto enormes falsedades e incluso ideas perjudiciales para el estado de derecho como la de la primacía de los derechos sociales con respecto a los derechos patrimoniales que planteó la semana pasada el dirigente sindical Marcelo Abdala en el marco de la reunión del PIT-CNT con el presidenciable blanco Luis Lacalle Pou.

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