El grupo de WhatsApp de 102 personas que busca salvar a la torre Trump

Los más de 100 propietarios tomaron el control de los fondos que restan para terminar la obra, que esperan se retome en setiembre

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14 de agosto de 2020 a las 05:04

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Una historia no comprobada sostiene que cuando los reyes de Tailandia estaban molestos con un súbdito, le regalaban irónicamente un elefante blanco, animal sagrado al que debían darle comida especial y con un costo de mantenimiento tan alto que terminaba arruinando al "enemigo". 

En junio de 2019 el New York Times catalogó como "un elefante blanco en Punta del Este" a la torre Trump, por ser la expresión que se utiliza para referirse sobre todo a grandes proyectos que quedan abandonados o inconclusos debido a los problemas que ocasionan.

Jorge Garber compró un apartamento en la torre Trump para utilizar en las vacaciones. Rolando Rozenblum lo adquirió con el objetivo de vivir en el edificio. El horizonte de finalización de la obra era 2017. Tres años después, sin embargo, los propietarios dedican gran parte de su tiempo al rescate del proyecto paralizado. 

Ambos lideran el "Sindicato Trump", un grupo de WhatsApp integrado por los 102 propietarios de los 120 apartamentos vendidos de los 156 del edificio cilíndrico ubicado en la parada 9 sobre la playa Brava de Punta del Este. 

Tomar el control

El desarrollo inmobiliario fue presentado en el verano de 2013 por los hijos de Donald Trump, Ivanka y Eric, quienes llegaron especialmente para la ocasión al balneario. Algunos de los compradores de apartamentos en el lujoso edificio se conocían de las varias fiestas organizadas en la torre Trump. Por eso, cuando las obras se detuvieron por completo en octubre de 2019 debido a problemas financieros de los inversionistas, los propietarios volvieron a contactarse, esta vez para comprender la situación. 

Rozenblum -dueño del International College- asegura que es el único de los compradores que vive en Punta del Este, motivo por el que empezó a recibir unas cuatro consultas diarias de otros propietarios argentinos, uruguayos, de Estados Unidos y Brasil. Eso lo llevó a armar un grupo de WhatsApp. Primero eran diez, luego 20 y tras acceder al listado de compradores que les brindó la empresa, lograron reunir a los 102 actuales dueños. 

"Me arrimé al desarrollista cuando eramos como 20, le dije que precisaba generar un vínculo de transparencia con los propietarios, que estaban a punto de cortar la cadena de pagos porque la obra está parada y es natural, pero que si no empezábamos a organizar una salida no iba a haber suficiente credibilidad y confianza para llevar esto adelante", contó Rozenblum, quien tras convencerlo accedió a los números de la sociedad y convocó, en octubre de 2019 a los propietarios a una reunión en su casa a la que asistieron unas veinte personas.

El "sindicato Trump" coordinó otra reunión en Montevideo y una tercera en Buenos Aires. En la última se conformó un comité de propietarios formado por uruguayos y argentinos. Este grupo decidió contratar un "CEO de la crisis", es decir, un ejecutivo por fuera de los compradores que pudiera dedicarse de lleno a gestionar una salida de la situación.

Marcelo Umpierrez

Fue Garber quien llegó finalmente a la fórmula que permite a algunos propietarios ver la luz al final del túnel: el reinicio de las obras en setiembre. Tras estudiar los números, el empresario argentino, contador y presidente de la Cámara Tucumana de la Construcción concluyó que la plata que restaba por pagar a los compradores era suficiente para terminar la obra, con un avance del 70% de la torre y de 25% en los amenities. Para culminar los apartamentos son necesarios unos US$ 30 millones aproximadamente.

Unos 115 de los 120 propietarios adhirieron a la iniciativa y fue así que tomaron el control de los fondos con destino al rescate de la torre. 

La otra vía

Buscar una salida para terminar la obra era una de las vías. Pero al comienzo, también se planteó realizar una demanda colectiva. "La torre tiene suficientes fondos a cobrar para terminarla y el contexto es financiero, pero no económico. Decidimos encontrar una alternativa pacífica para no demandar", explicó Rozenblum. 

"Ese comité lleva adelante todo lo necesario para la implementación de una salida por demás complicada, porque hay muchos intervinientes: la marca Trump, las inmobiliarias de Estados Unidos, los obreros del Sunca, los bonistas. Es una negociación muy difícil que confío, en las próximas semanas, va a estar terminada", señaló Garber. 

Los propietarios trabajan junto al banco HSBC en la apertura de la cuenta para un fideicomiso con el único fin de terminar la torre. "La plata que falta iría directamente a ladrillo, nada más que la terminación de los apartamentos", explicó Garber. Estima que los apartamentos se terminen a los 12 meses de retomar las obras. 

Participación masiva

Presentadores de televisión, médicos, empresarios del mundo agropecuario e incluso actores del ecosistema emprendedor y de innovación. El capital intelectual que resulta de los variados perfiles de los propietarios es otro de los aspectos que Rozenblum destaca; no sólo por la capacidad para encontrar una salida, sino por el potencial de estas personas para "traccionar la economía" una vez que la obra esté terminada.

"Muchas de estas personas están en la etapa productiva y se dan las condicionantes por la residencia fiscal y otros factores para que vengan escapando de la pandemia. Tienen un poder de traccionar la economía muy grande, porque los que vienen hoy quieren saber cómo se gana la plata, dónde hay que invertir; el lenguaje se nota diferente", recalcó. 

Los mensajes en el grupo de WhatsApp "sindicato Trump" son diarios. Durante la pandemia, ante la imposibilidad de reunirse, las asambleas pasaron al mundo Zoom. Para Garber eso fue positivo, ya que aumentó la participación. "Facilita un poco porque no hay excusa para reunirse. Hicimos dos Zoom tremendamente concurridos. Todos escuchan, participan y vemos apoyo y adhesión", contó.

Con sello Trump

El "sindicato Trump" también tuvo que negociar con la marca para que el edificio mantenga ese sello. Según Rozenblum, la familia Trump está alineada al reinicio de las obras y es un "agente facilitador" que adhirió a la propuesta de los compradores. La marca cuenta con un abogado en Uruguay que oficia de interlocutor entre el grupo de propietarios y la empresa. 
Garber contó que el acuerdo consiste en pagarle a la marca con el dinero de la venta de los apartamentos sin terminar. "Han mostrado muy buena predisposición en terminar la torre, mantener la marca y que los estándares no se vean alterados para nada. Va a seguir siendo la torre más importante de Sudamérica", subrayó.
Ese 20% que aseguran que se venderá, también se utilizará para pagar a los bonistas, terminar de saldar algunas deudas que contrajo la empresa desarrollista y finalizar los amenities. Rozenblum comentó que tras la movida del grupo de propietarios, el estigma del edificio fue bajando hasta el punto de lograr dos ventas y varias más que están en camino. 

 

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